La tarde de este jueves miles de personas en Bangkok (Tailandia) se tomaron las calles de la ciudad para protestar contra la desigualdad social, la realeza y exigir más democracia en el país.
Ayer, el cuestionado primer ministro Prayut Chan O Cha declaró estado de emergencia en la capital y prohibió las reuniones políticas de más de cuatro personas. Pero ello no detuvo a los líderes de las protestas ni a los miles de tailandeses que se sumaron a las manifestaciones hoy, pese a la gran cantidad de uniformados resguardo las calles.
Sin embargo, tras la entrada en rigor del decreto más de una veintena de personas, entre ellos los líderes del movimiento, han sido detenidos.
Las protestas en Tailandia comenzaron con inéditas marchas de estudiantes universitarios en 2014 y se intensificaron hace más de tres meses y ayer sumaron un acto inédito: avanzaron en una caravana hasta la sede del Gobierno.
Los jóvenes se identifican con el “saludo de tres dedos”, usado por los personajes de la serie literaria Los Juegos del Hambre de Suzanne Collins.
¿Qué reclaman los manifestantes?
El movimiento a favor de la democracia pide la dimisión del primer ministro, el general Prayut Chan O Cha, en el poder desde el golpe de estado de 2014 y legitimado por elecciones controvertidas el año pasado.
También reclama una modificación de la constitución, puesta en marcha en 2017 bajo la junta y muy favorable al ejército.
Algunos activistas van más allá y piden una reforma de la poderosa y riquísima monarquía, exhortando en particular al fin de una ley de lesa majestad que castiga severamente toda difamación contra un miembro de la familia real.
En virtud del artículo 112 del Código Penal, difamar, insultar o amenazar al Rey o a su familia se castiga con una pena de tres a 15 años de prisión. Esta ley, que deja mucho espacio a la interpretación, permite castigar cualquier crítica de la monarquía, especialmente en las redes sociales.
Por ejemplo, en 2017, un hombre fue condenado a 35 años de prisión por publicar y comentar en Facebook sobre la familia real.
No se ha utilizado en los últimos años, ya que los manifestantes son perseguidos por otros motivos.
¿Por qué ahora?
El factor desencadenante fue la disolución, en febrero, de un reciente partido de oposición muy popular entre los jóvenes.
El cierre del país, al que los turistas no tienen acceso debido a la pandemia de coronavirus, ha sido devastador para su economía y aumentó las desigualdades sociales ya escandalosas.
En junio, la desaparición inexplicable del activista prodemocracia tailandés Wanchalearm Satsaksit, en Camboya, también desencadenó una ola de indignación en las redes sociales y, desde mediados de julio, en las calles.
Hasta 30 mil personas desfilaron a mediados de septiembre, en la mayor manifestación desde el golpe de estado de 2014.
El movimiento del miércoles suscitó especialmente la cólera de las autoridades, ya que los participantes obstaculizaron por unos instantes el paso de un cortejo real, con manifestantes alzando tres dedos en señal de desafío.
¿En qué se diferencia de los anteriores movimientos de protesta?
En los últimos decenios, Tailandia experimentó numerosas manifestaciones violentas y 12 golpes de estado desde el fin de la monarquía absoluta en 1932.
Pero atreverse a atacar a la monarquía no tiene precedentes.
Maha Vajiralongkorn, que ascendió al trono en 2016 tras la muerte de su padre, el venerado rey Bhumibol, es una personalidad controvertida. En pocos años, reforzó sus poderes, tomando directamente el control de la fortuna real.
Sus frecuentes estancias en Europa, incluso en plena pandemia de coronavirus, también han suscitado interrogantes.
¿Con qué apoyo cuentan?
Mitigado. El movimiento es, por el momento, esencialmente estudiantil y urbano.
Se ha extendido a las escuelas secundarias del país, donde los adolescentes visten nudos blancos en señal de solidaridad.
Por su parte, los que apoyan la realeza han organizado contramanifestaciones, en las que han participado personas de más edad, que protestan contra lo que consideran una afrenta a la monarquía.
El miércoles, varios cientos de personas participaron.