Miles de migrantes se refugiaron el sábado por la noche en varios albergues en el sur de México, según autoridades locales, en lo que puede ser un duro reto a la promesa del gobierno mexicano de detener a los migrantes ilegales decididos a seguir su camino a Estados Unidos.
Más de 5.100 personas se registraron en tres refugios para migrantes en la fronteriza ciudad mexicana de Ciudad Hidalgo, mientras que otras 2.000 habían acampado por la noche en la plaza central de la ciudad, dijo Gerardo Hernández, jefe de los servicios de emergencia del gobierno local.
"Está realmente lleno. Ni siquiera puedes caminar, hay mucha gente", dijo refiriéndose a la plaza. "Hasta ahora, todos están en paz, gracias a Dios", añadió.
Sin embargo, el gobierno de México dijo en un comunicado que "casi 900 migrantes" habían llegado por cruces no formales, mientras que 640 habían sido procesados luego de que se les permitiera entrar al país a través del cruce internacional de la frontera en el río Suchiate, que divide a Guatemala de México.
Más temprano, las autoridades centroamericanas dijeron que unos 2.500 migrantes ya habían sido repatriados a Honduras o estaban en tránsito de regreso a casa, muchos de los cuales con boletos de autobús gratuitos otorgados por la policía guatemalteca.
Una gran cantidad de migrantes siguieron esperando en el puente que conecta a Guatemala con México, donde el sábado por la mañana algunos trataron de exponer su situación ante los funcionarios de inmigración, otros optaron por cruzar el río ilegalmente, en balsas o nadando.
El grupo defensor de derechos de los migrantes Pueblo Sin Fronteras también contabilizó a miles de migrantes, en su mayoría hondureños, en las ciudades fronterizas de México, aunque las cifras no coincidieron exactamente.
"Estamos trabajando para dar un retorno pacífico y seguro y evitar que se sigan dando estas manifestaciones en un futuro", dijo por el presidente de Guatemala, Jimmy Morales, en una conferencia de prensa conjunta con su homólogo hondureño, Juan Orlando Hernández, en la capital guatemalteca.
Morales cifró en alrededor de 5.000 la cantidad de personas que se había reunido en la frontera para ingresar a México.
Los líderes de los tres países han estado bajo una intensa presión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien durante días ha advertido que la caravana centroamericana deber ser detenida.
Trump politizó el tema de cara a las elecciones parlamentarias estadounidenses del 6 de noviembre, e incluso amenazó con interrumpir la ayuda regional, cerrar la frontera entre Estados Unidos y México y desplegar sus tropas en la zona, si México no lograba detener a los migrantes.
Hernández señaló que los migrantes de otras partes de Centroamérica se habían unido a la caravana junto con otros de "fuera de la región", aunque no citó nacionalidades específicas.
Añadió que se usarían aviones para llevar a los niños de vuelta a sus hogares. La confusión reinó sobre cuál sería el próximo paso de los migrantes, y no estaba claro cómo reaccionarían las autoridades mexicanas ante el arribo no autorizado de tantas personas.
"Esto ya no es una caravana. Esto es un éxodo", dijo Rubén Figueroa, del Movimiento Migrante Mesoamericano, parado en la orilla fangosa del río en el lado mexicano, mientras una línea de jóvenes migrantes pasaba junto a él después de cruzar en una balsa.