El mundo político y los medios de comunicación de Rusia presentaron el martes el encuentro en Helsinki entre los presidentes ruso y estadounidense como una victoria de Vladimir Putin, ya que a su juicio se desbarataron los intentos occidentales de marginar a Moscú.
"Fracasaron los intentos de Occidente de aislar a Rusia", decía un titular del periódico estatal Rossiisskaya Gazeta.
Los elogios de la elite rusa por el comportamiento de Putin en la cumbre contrastaron drásticamente con las reacciones en Washington, donde el gobernante Partido Republicano acusó al presidente Donald Trump de no enfrentar de la forma adecuada al líder ruso.
Si bien en Moscú se reconoció que la cumbre no produjo ningún avance en temas como Siria, Ucrania o el control de armamento, la atención se centró en el simbolismo generado por el hecho de que el líder de la mayor potencia del mundo estuviera sentado mano a mano con Putin tras cuatro años de aislamiento internacional desencadenado por la anexión de la región ucraniana de Crimea en 2014.
"Es gracioso recordar los disparates de Obama y otros sobre que Rusia es una débil 'potencia regional'", dijo Alexey Pushkov, miembro de la Cámara alta del Parlamento ruso, refiriéndose al expresidente estadounidense.
"La atención de todo el mundo está centrada hoy en Helsinki y está clarísima para todos: el destino del mundo lo están decidiendo Rusia y Estados Unidos", dijo Pushkov en Twitter.
Consultado por periodistas en Helsinki sobre cómo habían sido las conversaciones, el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, dijo: "Magníficas".
La oportunidad de que Putin se presentara con el mismo estatus que el presidente de Estados Unidos era un objetivo importante para el Kremlin durante los preparativos de la cumbre, según personas cercanas a la política exterior rusa.
El presidente ruso ha basado gran parte de su atractivo a nivel nacional en una narrativa sobre el restablecimiento del peso internacional que Rusia perdió cuando desapareció la Unión Soviética en 1991.