El fiscal especial Robert S. Mueller no encontró pruebas de conspiración entre Donald Trump y Moscú tras 22 meses de investigación, aunque deja abierta la posibilidad de que sí haya cometido un delito de obstrucción a la justicia. Así lo recogen las conclusiones que el fiscal general de Estados Unidos, William Barr, entregó al Congreso hoy sobre el informe final de Mueller de la trama rusa. Este aborda la injerencia del Kremlin en las elecciones presidenciales de 2016 y la posible colusión del hoy Presidente de EE.UU. o su círculo en dicha estratagema, con el fin de favorecer la victoria del republicano.
"El fiscal especial no ha hallado que la campaña de Trump, o cualquiera asociado con ella, conspirara o coordinara con el gobierno ruso en esos esfuerzos (de injerencia) a pesar de las múltiples ofertas de personas vinculadas a Rusia por ayudar a la campaña de Trump", señala William Barr en la carta de cuatro páginas que envió hoy al Capitolio.
Sobre la obstrucción a la justicia, la otra gran sombra que planeaba sobre Trump, el fiscal general cita directamente a Robert S. Mueller, quien determinó que "mientras este informe no concluye que haya cometido un delito, tampoco lo exonera". Mueller optó por describir los actos de Trump y dejar en manos del Departamento de Justicia la interpretación de si estos son constitutivos de delito. Según el criterio de Barr, y de su número dos, Rod Rosenstein, las pruebas "no son suficientes para establecer que el Presidente haya cometido una falta de obstrucción a la justicia". La Casa Blanca reaccionó al informe, celebrando que suponía una "completa exoneración".
De Trump no solo se ha investigado su posible confabulación con Rusia, sino también un potencial delito de obstrucción a la justicia, que se podría haber producido si se comprueba que mintió a los investigadores durante la investigación de la trama rusa, o si presionó al exdirector del FBI James Comey, al que además despidió, para que cerrara el caso. Las conclusiones iniciales sonríen al Presidente de EE.UU., más allá de que a lo largo de las indagaciones Mueller se haya topado con otro tipo de irregularidades que puedan traer quebraderos de cabeza al republicano.
A raíz de las pesquisas, la fiscalía de Nueva York implicó al mandatario también en un delito de financiamiento ilegal de campaña, pues quien fuera el abogado personal de Trump durante años, Michael Cohen, asegura que le ordenó el pago a dos mujeres poco antes de las elecciones para que callaran sobre supuestas infidelidades con él. Como el objetivo de la transacción era proteger la imagen del entonces candidato presidencial, se considera una donación no declarada.
Un portavoz del Departamento de Justicia avanzó a diversos medios que Mueller no había impulsado nuevas imputaciones, pero eso no afecta a Trump, ya que la tradición de la justicia estadounidense establece que los presidentes en ejercicio no son imputables sin un proceso de destitución (o impeachment) previo. Si los hallazgos de Mueller revelan un delito grave, ese camino se puede abrir en el Congreso. Si no es así, resulta muy complicado que los propios demócratas quieran impulsarlo.