El último presidente blanco de Sudáfrica, Frederik de Klerk, que liberó al ícono de la lucha contra el apartheid Nelson Mandela y compartió con él el Premio Nobel de la paz, murió este jueves a los 85 años, anunció su fundación.
“Es con la mayor tristeza que la Fundación FW de Klerk anuncia el deceso del expresidente FW de Klerk de forma apacible en su domicilio de Fresnaye esta mañana tras haber luchado contra un cáncer”, declaró la organización en un comunicado.
“Deja a su esposa Elita, sus hijos Jan y Susan, y sus nietos”, agrega el texto.
Frederik Willem (FW) de Klerk había afirmado que sufría un cáncer que afectaba los tejidos alrededor de los pulmones en marzo, el mismo día en que cumplía 85 años.
FW de Klerk tenía una reputación de conservador cuando sucedió en 1989 al presidente PW Botha, debilitado por un infarto. El 2 de febrero de 1990 anunció el inminente final de la dominación blanca en Sudáfrica.
“Llegó la hora de las negociaciones”, declaró por entonces en la apertura de una sesión en el Parlamento, anunciando la liberación incondicional de Nelson Mandela, en prisión desde hace 27 años, y el levantamiento de la prohibición de los partidos anti-apartheid.
Esta decisión lanzó el proceso de transición que dio lugar cuatro años más tarde a la celebración de las primeras elecciones multirraciales en la historia del país, ganadas por Mandela.
Evitar una “catástrofe
Los dos hombres recibieron de manera conjunta el Premio Nobel en 1993 por “sus esfuerzos tendientes a la desaparición pacífica del régimen del apartheid y al establecimiento de una nueva Sudáfrica democrática”.
Veinte años más tarde, FW De Klerk estimó que su decisión había permitido evitar “una catástrofe”, sacado a los blancos de su “aislamiento y su culpabilidad” y permitiendo a los negros acceder a “la dignidad y la igualdad”.
FW De Klerk acompañó durante dos años la joven democracia convirtiéndose en vicepresidente del primer mandatario negro en el país. Pero renunció en 1996, reprochando que la nueva Constitución no garantizaba que los blancos pudiesen continuar compartiendo el poder.
Al año siguiente abandonó la presidencia de su Partido Nacional inició su retirada de la vida política.
Nacido el 18 de marzo de 1936, De Klerk siempre militó en círculos nacionalistas afrikáneres, descendientes de los primeros colonos europeos que hablaban una lengua derivada del holandés.
“Parecía ser la quintaesencia del hombre del aparato (político blanco) (...) Nada en su pasado parecía indicar un espíritu de reforma”, escribió Nelson Mandela en su autobiografía.
En 2020, De Klerk provocó una gran polémica al negar que el apartheid haya sido un crimen contra la humanidad, antes de pedir disculpas.
Fundación Mandela: legado “desigual”
El legado de Frederik de Klerk es “importante pero desigual”, reaccionó la Fundación Mandela.
“El legado de De Klerk es importante, pero asimismo desigual, algo que los sudafricanos están llamados a tener en cuenta en este momento”, indicó en un comunicado la fundación que lleva el apellido del primer presidente sudafricano negro, electo en 1994.
Fue De Klerk quien, en 1990, decidió la liberación de Mandela tras 27 años en prisión. Tres años más tarde, ambos compartieron el premio Nobel de la Paz, por la exitosa transición del régimen racista del apartheid hacia la democracia.
Aunque De Klerk fue ensalzado durante mucho tiempo como un pacificador, también estuvo en el origen de varias polémicas en Sudáfrica que empañaron su reputación, sobre todo por su negativa a asumir plenamente su responsabilidad respecto a la violencia y torturas bajo el apartheid.
El comunicado recuerda las palabras que Mandela dijo en el 70º cumpleaños del último presidente blanco del país: “Usted y yo hemos tenido nuestras divergencias, y a veces muy públicas. Sin embargo, nuestro respeto fundamental del uno por el otro, nunca disminuyó. Y, es este respeto, al margen de todas nuestras diferencias, lo que nos ha permitido (...) trabajar juntos y negociar este compromiso histórico que ha maravillado al mundo entero”.
“Madiba”, nombre del clan de Mandela que se convirtió en su apodo afectuoso, añadió: “si nosotros, dos hombres mayores, o envejeciendo, tenemos una lección para dar a nuestro país y al mundo, es que las soluciones de los conflictos no se pueden alcanzar si los rivales no están fundamentalmente dispuestos a aceptar la integridad del otro”, recordó la fundación, que además brinda sus condolencias a la esposa e hijos de De Klerk.