Considerada una de las mentes más creativas de Brasil, el publicista y escritor Washington Olivetto, falleció este domingo, a los 73 años, en Río de Janeiro. Entre el 11 de diciembre de 2001 y el 2 de febrero de 2002, el entonces dueño de W/Brasil, la mayor agencia de publicidad de ese país, estuvo secuestrado por una banda liderada por el exfrentista chileno Mauricio Hernández Norambuena, antes de ser rescatado por la policía en una casa de campo a las afueras de Sao Paulo.
El publicista pasó casi cinco meses internado en el hospital Copa Star, de Río de Janeiro, por complicaciones pulmonares. Según la oficina de Olivetto, falleció alrededor de las 5:15 pm del domingo a causa de una neumonía y un shock séptico, que le provocaron una falla orgánica múltiple.
“El Hospital Copa Star lamenta el fallecimiento del paciente Washington Olivetto la tarde de este domingo y se solidariza con sus familiares y amigos por esta irreparable pérdida”, informó la unidad de salud.
Nacido el 29 de septiembre de 1951 en Sao Paulo, Olivetto fue el creador de algunas de las campañas más exitosas de Brasil. A los 17 años ingresó al curso de publicidad en la Fundação Armando Alvares Penteado (Faap). Comenzó su carrera en 1969, a los 18 años, como redactor en una agencia de publicidad. Desde entonces ganó varios premios en festivales internacionales de publicidad por sus creaciones.
Ganó, sólo en la categoría cinematográfica, más de 50 Leones en el Festival de Publicidad de Cannes, en Francia. Considerado uno de los 25 publicistas clave del mundo por la revista británica Media International, fue elegido dos veces publicista del siglo por la Asociación de Agencias Latinoamericanas (Alap). Además, Olivetto fue uno de los 100 mejores publicistas de todos los tiempos, según la revista Advertising Age.
En 2009 ingresó al Salón de la Fama del Festival Iberoamericano de Publicidad (FIAP). También está presente en el Salón de la Fama de The One Club de Nueva York y también en el Lifetime Achievement.
“Washington Olivetto no es sólo un ícono de la publicidad en el mundo, sino una figura popular en Brasil. Uno de los anunciantes más premiados de todos los tiempos. Ganó más de 50 Leones en el Festival de Publicidad de Cannes, sólo en la categoría de cine, y es el único latinoamericano que ganó un Clio en 2001″, se anunciaba en su sitio web oficial.
La fama internacional también tuvo un lado negativo. En 2001, fue secuestrado cerca de su casa, en Higienópolis, en la región central de Sao Paulo, por un grupo de chilenos, argentinos y colombianos que planeó la acción a lo largo de 10 meses.
Entre el 11 de diciembre de 2001 y el 2 de febrero de 2002, el entonces dueño de W/Brasil, la mayor agencia de publicidad de ese país, estuvo secuestrado por una banda liderada por Mauricio Hernández Norambuena, el exmiembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) que en 1996 escapara en helicóptero desde la Cárcel de Alta Seguridad de Santiago, donde cumplía pena por el asesinato del senador Jaime Guzmán.
“Durante los 53 días que pasó en cautiverio, Washington (Olivetto) tuvo todos sus movimientos anotados a mano y digitados en computadores. Cada hora, minuto, segundo había alguien frente al pequeño monitor de ocho pulgadas instalado en la habitación contigua al cubículo, que transmitía en blanco y negro las imágenes capturadas por el lente colocado dentro del pequeño espacio. Un día de registros, escogido al azar, da una idea del infierno en el que (Mauricio Hernández) Norambuena y su banda transformaron la vida del publicista. Durante las casi 1.300 horas que pasó en manos de los secuestradores, él permaneció con la luz permanentemente encendida y con el sonido a todo volumen: cada CD cambiado era registrado por el guardia de turno”, relata el escritor brasileño Fernando Morais hace en su libro Na toca dos leões (En la guarida de los leones), de 2005, que dedica cuatro de sus 18 capítulos al cautiverio al que fue sometido el empresario.
Así, por ejemplo, durante la jornada del 22 de enero de 2002, “Atila” -el nombre clave que los captores le asignaron a Olivetto- fue obligado a escuchar discos completos de Bob Marley, Chico Buarque, The Cranberries, Rita Lee, Tchaikovsky, Madonna, Caetano Veloso, Rachmaninoff, The Beatles, Beethoven, Bono Vox y Djavan, entre otros.
Después de 53 días recluido en una habitación de un metro de ancho por tres de largo, sin ventanas ni luz, fue rescatado con la ayuda de un estudiante de medicina que sospechó de los ruidos provenientes de la habitación de la casa contigua. Usó su estetoscopio para escuchar el grito poco ortodoxo de ayuda de Olivetto tan pronto como los secuestradores abandonaron la casa. Se había cortado la luz y la música fuerte e incesante había cesado. Aprovechó el momentáneo silencio para hacerse oír: “¡Llamen a las radios!”, gritó, según consigna el diario Folha de Sao Paulo.
El exfrentista chileno, quien en febrero de 2002 fue capturado junto a otras seis personas -entre ellas los chilenos Alfredo Canales y Marco Rodríguez, la argentina Karina Germano y los colombianos Marta Uroga y William Gaona-, argumentó que se trataba de una “acción política” destinada a recaudar fondos para grupos guerrilleros de América Latina. “El grupo liderado por Hernández Norambuena decía buscar recursos, con un rescate millonario, para la lucha revolucionaria en Chile. Resulta que cuando Olivetto fue secuestrado, Chile era una democracia, el Presidente Ricardo Lagos era un socialista elegido libremente por los chilenos. Hacía ya 11 años que el dictador Augusto Pinochet había dejado el poder. ¿A qué revolución se destinaría el dinero si se pagaba el rescate?”, comentó Fernando Morais a La Tercera en agosto de 2019.
“Hasta donde pudo alcanzar mi investigación, él era el cerebro y el comandante de la operación”, agregó el escritor. Hernández Norambuena fue condenado a 30 años de prisión en Brasil por el secuestro de Olivetto, permaneciendo en la cárcel hasta agosto de 2019, cuando fue extraditado a Chile, donde actualmente cumple dos penas de 15 años de presidio.
Una semana después de ser encontrado, Olivetto dio una conferencia de prensa diciendo que esa sería la única vez que hablaría sobre el secuestro. “No quiero convertirme en un problema”, dijo en ese momento.