Una entusiasta multitud de decenas de miles de personas marchó por las calles de la ciudad más grande de Myanmar en protesta por el golpe de Estado de la semana pasada. Las noticias de que se había restablecido la conexión a internet, bloqueada el día anterior, fueron un espaldarazo para los asistentes.
Varias protestas iniciadas en varios puntos de Yangón confluyeron en la Pagoda Sule, en el centro de una rotonda en el centro de la ciudad. Los manifestantes corearon “Larga vida a madre Suu” y “Abajo la dictadura militar”.
Las autoridades habían cortado el acceso a internet cuando empezaron a crecer las protestas el sábado, avivando el temor a un bloqueo informativo total. El domingo por la tarde, sin embargo, usuarios en Yangón reportaron que el acceso a internet desde sus celulares se había restablecido de pronto.
Los manifestantes querían revocar la toma de poder liderada por el Ejército el pasado lunes y reclamaban la liberación de la derrocada líder del país, Aung San Suu Kyi, y otros miembros destacados de su partido, la Liga Nacional para la Democracia.
El Ejército ha acusado a Suu Kyi y a su partido de no atender sus denuncias sobre un fraude generalizado en las elecciones del pasado noviembre, aunque la comisión electoral dijo no haber encontrado pruebas que respaldaran las acusaciones.
Las crecientes protestas eran un claro recordatorio de la larga y sangrienta lucha por la democracia en un país que en la práctica estuvo más de cinco décadas bajo gobierno militar, hasta que empezó a suavizarse en 2012. El gobierno de Suu Kyi, que ganó de forma abrumadora en las elecciones de 2015, fue el primero dirigido por civiles en varias décadas, aunque veía su poder limitado por una constitución redactada por militares.
Durante los años de aislamiento de Myanmar bajo régimen militar, la Pagoda Sule fue un punto habitual de protestas políticas en favor de la democracia, especialmente durante el enorme alzamiento de 1988 y en la revuelta de 2007 liderada por monjes budistas.
El Ejército aplastó ambos alzamientos por la fuerza, y se estima que en 1988 hubo cientos, si no miles de muertos. Aunque en la última semana se han enviado policías antimotines a vigilar las protestas, no se han desplegado soldados ni reportado enfrentamientos.
Mostrando poco temor, las protestas han ido creciendo en tamaño y audacia desde el golpe del lunes, y han mantenido la denuncia no violenta siguiendo las llamadas del partido de Suu Kyi y sus aliados a la desobediencia civil.
En una de las marchas del domingo, al menos 2.000 sindicalistas, activistas estudiantiles y otras personas se reunieron en una importante intersección cerca de la Universidad de Yangón. Marcharon junto a una calle principal, complicando el tráfico. Los conductores hacían sonar las bocinas en gesto de apoyo.
Policías antidisturbios bloquearon la entrada principal a la universidad y había dos camiones con cañones de agua estacionados en la zona.
Los manifestantes portaban pancartas que exigían la libertad de Suu Kyi y el presidente Win Myint. Ambos están en arresto domiciliario y fueron acusados de delitos menores, que muchos consideran un pretexto legal para su detención.
Reportes en medios sociales y en algunos servicios de noticias de Myanmar informaron de manifestaciones en otras partes del país, con una manifestación especialmente grande en la ciudad central de Mandalay.
Las protestas pasaron el sábado de reunir cientos de personas a congregar a miles. También ese día las autoridades cortaron la mayor parte del acceso a Internet. Las brechas en el cortafuegos del Ejército permitieron que circularan algunas noticias, pero también avivaron el temor a un bloqueo informativo total.
Se había ordenado el bloqueo de plataformas como Facebook y Twitter, aunque acceder a ellas de forma parcial seguía siendo posible. Los medios sociales han sido cruciales en la difusión de noticias independientes y en la organización de protestas.
Netblocks, un servicio con sede en Londres que monitorea los cortes de acceso a Internet, confirmó que se había restaurado parcialmente el acceso a internet el domingo, aunque indicó que podría ser temporal y que los medios sociales seguían bloqueados.
El bloqueo a las telecomunicaciones es un duro recordatorio de que Myanmar corre el peligro de perder sus avances después del golpe de estado del lunes. Durante las anteriores cinco décadas de régimen militar en Myanmar, el país estuvo aislado y sus comunicaciones con el mundo exterior fueron estrictamente controladas.
Los legisladores electos del partido de Suu Kyi celebraron una reunión virtual el viernes para declararse únicos representantes legítimos del pueblo y pidieron reconocimiento internacional como gobierno del país.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo que Naciones Unidas hará todo a su alcance para unir a la comunidad internacional y crear las condiciones para revertir el golpe de estado militar en Myanmar.