Con tan solo 25 años, Nadia Murad, que  recibió este viernes el premio Nobel de la Paz junto al ginecólogo congoleño  Denis Mukwege, ha sobrevivido a los peores horrores infligidos por el Estado  Islámico a su pueblo, los yazidíes de Irak, y se ha convertido en un ícono de  esta comunidad amenazada.

Esta joven iraquí de rostro pálido y voz aterciopelada podría haber tenido  una vida apacible en su pueblo natal, Kosho, cerca del bastión yazidí de  Sinjar, una zona montañosa entre Irak y Siria.

Pero el rápido ascenso del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en 2014  cambió su destino.

En agosto de 2014 fue raptada y conducida a la fuerza a Mosul, bastión del  EI reconquistado hace más de un año. Fue el principio de un calvario de varios  meses: torturada, dijo haber sido víctima de múltiples violaciones colectivas antes de ser vendida varias veces como esclava sexual.

La obligaron a renunciar a su fe yazidí, una religión ancenstral despreciada por el EI y practicada por medio millón de personas en el Kurdistán iraquí. Luego de eso, dice Murad "hicieron lo que quisieron".

Al igual que miles de otras yazidíes, fue obligada a "casarse" con un  yihadista que la golpeaba, contó en un conmovedor discurso ante el Consejo de  Seguridad de la ONU en Nueva York.

"Incapaz de soportar tantas violaciones" decidió escapar. Gracias a la ayuda de una familia musulmana de Mosul, Nadia obtuvo documentos de identidad  que le permitieron llegar hasta el Kurdistán iraquí.

Tras la fuga, la joven --que dijo haber perdido seis hermanos y su madre en  el conflicto-- vivió en un campo de refugiados en Kurdistán, donde tomó  contacto con una organización de ayuda a los yazidíes. Esta le permitió  reunirse con su hermana en Alemania.

"El combate nos ha unido"

Es en ese país, en el que reside, donde se convirtió en una respetada  portavoz de su pueblo, que antes de 2014 contaba con 550.000 miembros en Irak.  Hoy, casi 100.000 han abandonado el país y otros están desplazados en el  Kurdistán.

Murad, que lidera "el combate de (su) pueblo", según sus palabras, logró  que se reconocieran como genocidio las persecuciones cometidas en 2014. El  Consejo de Seguridad de la ONU se ha comprometido también a ayudar a Irak a  reunir pruebas de los crímenes del EI.

Su "combate" le ha reservado también algunas buenas sorpresas. El 20 de  agosto, la joven anunció en Twitter que se casará con otro activista de la  causa yazidí, Abid Shamdeen.

"El combate a favor de nuestro pueblo nos ha unido y seguiremos ese camino  juntos", escribió.

Murad viaja por el mundo, acompañada por Amal Clooney, abogada defensora de derechos humanos para entregar su testimonio. Por su misión ha recibido el premio Sárajov y el Václav Havel de derechos humanos, y es embajadora de Buena Voluntad de Naciones Unidas para la Dignidad de los Supervivientes de la Trata de Personas.

La crudeza de su testimonio como esclava del Estado Islámico lo plasmó en un libro nombrado Yo seré la última. Historia de mi cautiverio y mi lucha contra el Estado Islámico (Plaza Janés).