El enfrentamiento del Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, de 38 años, con los otros poderes del Estado, dejó este domingo las redes sociales y mostró su rostro más autoritario cuando el Mandatario irrumpió en la Asamblea acompañado de un grupo de soldados. Bukele se sentó en la silla del presidente del Congreso y ordenó el inicio de la sesión, amparado, dijo, por un derecho divino. Más tarde, desde la calle, ante miles de seguidores -50.000 según el gobernante y 5.000 según la prensa independiente-, habló de "insurrección" y dio una semana de plazo a los diputados para que aprobaran un crédito de US$ 109 millones, clave para financiar la estrategia de seguridad en una de las naciones más violentas del mundo. La oposición exige la intervención de la OEA para frenar lo que consideran un "autogolpe de Estado".
En febrero de 2019, el telegénico Bukele logró una abrumadora victoria, que no necesitó de segunda vuelta, al derrotar al histórico FMLN, heredero de la guerrilla, que gobernó en el país los últimos ocho años. Desde entonces gobierna enfrentado a una Asamblea controlada por la oposición, situación que puede dar la vuelta en las elecciones de 2021 en las que las encuestas auguran una abultada victoria. Durante una entrevista telefónica con El País, Bukele ofrece una semana de margen a la bancada opositora para que apruebe el crédito e insiste en que cuenta con todos los apoyos para tomar el control del gobierno y en que es un factor de moderación entre quienes le piden le piden ir más allá.
¿Cómo explica su llamado a la insurrección?
Hay que tener en cuenta la situación (de violencia) que vive El Salvador. El año pasado tuvimos 50 homicidios por cada 100.000 habitantes, y eso que nosotros logramos bajarlos a la mitad en los seis meses que estuvimos de gobierno; si no, la situación sería desesperada. En el gobierno anterior hubo 130 homicidios por 100.000 habitantes y la gente está desesperada. Y no por mí, que tengo seguridad privada, sino para el 90% de la población. Pero le digo una cosa, El Salvador es de los pocos países de América Latina en los que no hay gente protestando en las calles, porque hay tranquilidad social pero no tranquilidad criminal y la población está pidiendo que se actúe.
La seguridad es importante, pero también el respeto a las instituciones. No debían entrar los militares en la Asamblea.
Puede tener razón, pero eso sería analizar lo que está pasando mirando solo una foto. El Artículo 167 de la Constitución dice que el Consejo de Ministros puede convocar a una sesión extraordinaria (convocada para el domingo y a la que no acudió la mayoría de diputados). Pero aquí lo que ocurre es que El Salvador no es un país comunista, ni capitalista ni socialista. Es un país cooptado y dominado por un grupo de gente que se reparte el país desde la Independencia. Y este grupo domina la narrativa, los medios, las cámaras de comercio, las instituciones... son legítimas, pero son también las que dicen que se interpreta mal la Constitución. Y no es cierto.
¿Y lo de los militares en la Asamblea? ¿No es eso perder también las formas?
Si eres superficial y te fijas solo en la foto, sí. Alguien que no conoce El Salvador ve la foto de los militares en el Congreso y dice: ¡Qué barbaridad! Pero, qué es más grave, una foto de unos militares donde no se agredió a nadie, no hubo heridos, ni disparos... o saber que hubo diputados (de gobiernos anteriores) que negociaron con pandilleros. Lo de los militares solo fue un acto de presencia. Fijarse en eso es estar enfocándose en lo superficial.
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Soldados salvadoreños custodian el Congreso por orden de Bukele. Foto: AP[/caption]
También es una amenaza a la legalidad y al orden constitucional.
Si yo fuera un dictador o alguien que no respeta la democracia, ahora hubiera tomado el control de todo. Según las encuestas, el 90% del pueblo nos apoya. También lo hacen las FF.AA. y la policía. El pueblo se enojó cuando pedí calma, pero si hubiera querido hubiera tomado el control de todo el gobierno esta noche (domingo). En El Salvador se dan todas las condiciones para el estallido social, pero si no sucede es porque yo pedí al pueblo que tuviera calma.
Amenazó con "apretar el botón". ¿A qué se refiere?
Lo que le acabo de decir. Tenemos todas las posibilidades para hacer lo que la gente me estaba pidiendo que hiciera. Pero considero que no es lo mejor y pedí paciencia y esperar al 28 de febrero de 2021 (fecha de las elecciones a la Asamblea donde su partido aspira a ocupar el 70% del Congreso). Entonces empezaron a gritarme "insurrección".
Parece una pausa con chantaje.
Porque es lo que la gente me permitió; si no, no salgo vivo de ahí.
¿Por qué una semana?
La oposición fue quien pidió una semana. Lo tienen que cumplir. Cuando el pueblo no aceptó mi propuesta de esperar a las elecciones de dentro de un año, entonces pedí una semana para que se calmaran.
¿Qué pasa si el próximo domingo se repite la situación?
Yo espero que no pase, de verdad. A mí me pidieron sensatez y fui sensato (pidiendo una semana de paciencia), ahora deben serlo los diputados. Ellos dijeron que están dispuestos a aprobar el crédito. Pero si no es así, pasará como en Chile o Colombia, que la gente se vuelve contra sus presidentes.