Tras meses de tensión, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, anunció en un mensaje de video que buscará destituir al jefe del servicio de seguridad, Shin Bet, alegando una “falta de confianza” y declarando que presentaría este miércoles una moción para cesarle del cargo.
Las tensiones entre el servicio de inteligencia y el Ejecutivo israelí llevaban tiempo, pero terminaron de explotar cuando la institución dirigida por Bar se planteaba investigar a Netanyahu por el “Qatargate”: Doha habría pagado cientos de miles de dólares al primer ministro y sus cercanos para “mejorar la imagen” del país.
El despido de Bar habría sido planeado hace meses por Netanyahu, que responsabiliza a su jefe de inteligencia por las fallas de seguridad que permitieron el ataque de Hamas el 7 de octubre de 2023. La semana pasada las tensiones explotaron, luego de que el Shin Bet publicara una evaluación asumiendo sus responsabilidades por aquel día, pero apuntando también al financiamiento qatarí de Hamas como uno de sus principales factores.
En un comunicado, el primer ministro israelí aseguró que había perdido la confianza en el jefe del Shin Bet. “En todo momento, pero especialmente durante una guerra existencial como la que enfrentamos, debe haber plena confianza pero, lamentablemente, la situación es la contraria”, indica el documento que explica el despido de Bar.
“Es más, ahora mismo siento una desconfianza constante en el jefe del Shin Bet, una desconfianza que no ha hecho más que crecer con el tiempo”, justifica el texto, considerando que cesar a Bar es “un paso crucial para la rehabilitación de la organización, la consecución de todos los objetivos bélicos y para evitar que se repita otro desastre” como el del 7 de octubre.
Las relaciones entre Netanyahu y Bar, que dirigía el Shin Bet desde 2021, ya eran tensas desde antes del ataque de Hamas. Esto, sobre todo a causa del proyecto de reforma de la justicia, muy controversial, que había dividido al país unos meses antes.
De difíciles, las relaciones entre ambos se volvieron imposibles tras la publicación, el 4 de marzo, de un informe de investigación interna en el que la agencia de seguridad reconoció fallas en la recopilación de información que podría haber alertado a las autoridades sobre el alcance del ataque de Hamas contra Israel. Pero este informe también critica al Ejecutivo, y a Netanyahu indirectamente, al juzgar que una “política israelí de calma ha permitido a Hamas construir un impresionante arsenal militar”.
Mientras esto ocurría, los investigadores del Shin Bet habían empezado a indagar si cientos de miles de dólares habían sido canalizados desde Qatar a asesores de Netanyahu en los últimos meses. Según Canal 13 de Israel, estas sumas fueron transferidas a los asesores a través de varios intermediarios y en la trama está involucrado Jonatan Urich, un alto asesor de Netanyahu que se ha desempeñado como portavoz de su partido, el Likud.
Al respecto, el líder de la oposición y ex primer ministro del país, Yair Lapid, aseguró que este “Qatargate” es la verdadera razón de que Netanyahu quiera cesar a Bar. “Durante un año y medio, no ha visto motivo alguno para despedirlo, pero resulta que comienza una investigación sobre la infiltración de Qatar en su oficina (de Netanyahu) y los fondos transferidos a sus colaboradores más cercanos, y de repente va y tiene unas ganas enormes de echarle de inmediato”, indicó el opositor.
“Netanyahu ha vuelto a anteponer sus intereses privados al bien del país y su seguridad. Todas las calumnias y todos los intentos de atribuir la responsabilidad del fracaso al sistema de seguridad no le van a ayudar: él es el principal responsable del fracaso y el desastre del 7 de octubre, y eso es todo lo que se recordará de él”, agregó.
Por su parte, Bar respondió al anuncio de futuro despido –que tendría que concretarse este miércoles–, asegurando que Netanyahu estaría confundiendo “servicio al Estado con lealtad personal”. En un comunicado, el jefe de inteligencia subrayó que “el deber de confianza del director del Shin Bet es, ante todo, es hacia los ciudadanos de Israel”, no hacia Netanyahu.
El anuncio de Netanyahu ha unido a los partidos judíos en la oposición (Yesh Atid, Unidad Nacional, Israel Beitenu y Los Demócratas), que convocaron a una reunión en urgencia para diseñar la reacción. En tanto, los movimientos sociales convocaron protestas para el miércoles.
En tanto, la derecha ha defendido la decisión de Netanyahu, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, llegó a decir que el primer ministro debería haberla tomado el día después del ataque de Hamas y acusa a jefe del Shin Bet de “aferrarse al asiento con arrogancia y desprecio”.
Como jefe del Shin Bet desde 2021, Ronen Bar es uno de los últimos mandos que aún sigue en el puesto desde que ocurriera el ataque de Hamas, que significó la muerte de 1200 personas y el secuestro de 250. En estos 16 meses, Netanyahu ha ido cesando o recibiendo la renuncia de otros cargos de seguridad de entonces, siendo el caso del anterior ministro de Defensa, Yoav Gallant, o del ex jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, cuyo despido pedía la ultraderecha para poner a alguien más duro en miras a la guerra en Gaza.
En tanto, Netanyahu se niega a ser él mismo investigado para ver su responsabilidad en los hechos de octubre 2023. Precisamente este sábado, el primer ministro rechazó una nueva propuesta de compromiso hecha por el presidente Isaac Herzog y aceptada por el presidente del Tribunal Supremo, Isaac Amit. Esta propuesta tenía como objetivo encontrar un camino para la creación de una comisión nacional de investigación sobre los fracasos en torno a la invasión y masacres perpetradas el 7 de octubre.
En una reunión celebrada el jueves, Herzog y Amit acordaron que el presidente del Tribunal Supremo consultaría con el nuevo vicepresidente del Tribunal Supremo, Noam Sohlberg, para nombrar a los miembros de dicha comisión estatal, si el gobierno acepta su creación. Sin embargo, apenas unos minutos después de que se anunciara la propuesta el sábado por la noche, una declaración enviada por la oficina del primer ministro y atribuida a “fuentes cercanas al primer ministro” rechazó el acuerdo Herzog-Amit.