A menos de una semana de la muerte de la reina Isabel II, las protestas en favor del movimiento republicano en Reino Unido se han incrementado. Consignas como “No es mi rey” o “¿Quién lo eligió”, en referencia al actual monarca Carlos III, se hacen más frecuentes en el país.
Porque durante los 70 años de reinado de la reina Isabel II las quejas republicanas aparecieron de vez en cuando, pero el afecto y el respeto de que gozaba hicieron que el movimiento para acabar con la monarquía tuviera dificultades para causar una impresión duradera.
“La reina es la monarquía para la mayoría de la gente. Después de que ella muera, el futuro de la institución está en serio peligro”, dijo a principios de este año Graham Smith, director ejecutivo del grupo de campaña Republic.
“Puede que Carlos herede el trono, pero no heredará la deferencia y el respeto que se le otorga a la reina”, agregó.
Smith y los antimonárquicos de ideas afines sostienen que la familia real no tiene cabida en una democracia moderna y que mantenerla es asombrosamente caro.
Los funcionarios de la realeza afirman que la institución cuesta a cada británico cerca de 1,5 libras esterlinas (US$ 1,7) al año, pero Republic afirma que su verdadero costo para la nación es de unos 350 millones de libras esterlinas al año (más de US$ 400 millones).
La riqueza global de la familia también es difícil de calibrar debido a la naturaleza opaca de sus finanzas y lo que posee directamente. Un análisis de Reuters de 2015 sugirió que tenía activos nominales por valor de casi 23.000 millones de libras esterlinas en ese momento.
A juicio de Smith, la muerte de la soberana, que por su profesionalidad y entereza inspiraba un gran respeto a la población, y su sucesión por el más controvertido príncipe heredero, ofrece la oportunidad de analizar la posibilidad de “elegir como jefe de Estado a un presidente políticamente neutro, al estilo de Irlanda o Alemania”.
“A diferencia de la reina, que no solía pronunciarse públicamente -de modo que la gente proyectaba lo que creían que pensaba-, tanto Carlos como su hijo Guillermo expresan sus opiniones, que no siempre caen bien”, y rompen la presunta imparcialidad de la monarquía constitucional, declara.
Los choques entre personas que defienden la monarquía con quienes aspiran a tener una república también han aumentado tanto en las redes sociales como en la realidad. Así, la policía ha realizado una serie de arrestos contra personas que protestaban contra la monarquía en los últimos días.
En fotos ampliamente difundidas, una mujer que sostenía un cartel que decía “Abolir la monarquía” y “F *** imperialismo” fue arrestada el domingo en la Catedral de St Giles, en Edimburgo.
El lunes surgieron informes similares, incluido un caso que involucra a un hombre que fue visto siendo sacado a la fuerza de una barrera de desfile después de gritarle a la procesión real que se dirigía a la catedral. Según los informes, estaba interrumpiendo al príncipe Andrés.
Y en Londres, cuatro oficiales uniformados se llevaron a una mujer el lunes después de sostener un cartel que decía “No es mi rey”, que se ha convertido en un hashtag tendencia, cerca de Westminster Hall.
Popularidad en alza
El auge del movimiento republicano aún no es una tendencia. El rey Carlos III ha visto un aumento en la popularidad desde que su madre, la reina Isabel II, murió el jueves.
Según una nueva encuesta publicada por YouGov, un total del 63% cree que Carlos será un buen rey en comparación con solo el 39% que pensaba eso en marzo; solo una quinta parte estima que hará un mal trabajo. Es la primera encuesta que analiza las reacciones del público a la Familia Real desde la muerte de la monarca, a los 96 años.
Casi las tres cuartas partes de los que respondieron a la encuesta dijeron que el nuevo rey había respondido bien desde la muerte de su madre, y solo el 5% dijo que había manejado mal la situación.
Una gran mayoría, el 94%, calificó de bueno su primer discurso a la nación como rey el viernes, y solo el 3% fue crítico.
En los últimos años, Republic ha intensificado su campaña en las redes sociales y con vallas publicitarias.
Smith y otros republicanos llevan tiempo argumentando que cuando los británicos se enfrenten a la realidad de Carlos como rey, el apoyo a la monarquía en su conjunto disminuirá.
Smith ha dicho que, tras el funeral de la reina, él y otros activistas presionarán con fuerza para que haya un referéndum sobre el futuro de la institución.
“Es una oportunidad para hacer campaña, pero no va a ser una campaña fácil”, reconoció. “Vamos a tener que trabajar duro para conseguir ese referéndum”.
No hay un camino claro para eliminar la monarquía en Reino Unido, que no tiene una Constitución codificada que establezca los pasos. Sus opositores argumentan que si la opinión pública se vuelve abrumadoramente en contra, la familia real no podría continuar.
La única vez que se interrumpió la línea real fue en 1649, dice Reuters, cuando el rey Carlos I fue juzgado por alta traición, condenado y ejecutado, dando paso a un breve período de república inglesa.
Este terminó en 1660 con la restauración de la monarquía, que ya presagiaba el establecimiento de una institución con poderes muy reducidos con respecto a la anterior.
Las últimas cifras de YouGov, citadas por la BBC en mayo pasado, muestran que el 61% de las personas en Reino Unido apoya tener un monarca, mientras que el 24% preferiría tener un jefe de Estado electo.
Se ha registrado un cambio de opinión en los últimos años entre los jóvenes de 18 a 24 años. En 2019, el 46% de ese grupo de edad estaba a favor de tener un rey o una reina y el 31% quería tener un gobernante electo. Para 2021, el 31% apoyaba la monarquía, mientras que el 41% deseaba poder votar por un jefe de Estado.