Japón vive una situación crítica a niveles demográficos: en 2022 se registraron menos de 800.000 nacimientos en el país, la cifra más baja de natalidad desde que se tiene registro. Como punto de referencia, en la década de 1970 los números del país oriental en cuanto a nacimientos rondaban los dos millones.
Junto al descenso del índice de natalidad, que lleva ocurriendo desde hace una década en el país, se suma el aumento de la esperanza de vida durante los últimos años -la cual establece un promedio de 87 años para las mujeres y 81 años para los hombres- y la escasa inmigración en el país. Esto trajo como consecuencia que Japón posea una de las sociedades más envejecidas del mundo, según datos del Banco Mundial, donde un 28% de la población nipona se compone de adultos por sobre los 65 años, edad que coincide con el período de jubilación.
Estos fenómenos ponen al país asiático y su funcionamiento como sociedad en un escenario crítico: deben atender a una población mayor en constante crecimiento, mientras la cantidad de población joven y activa desciende de forma preocupante, la cual sostiene en gran parte el sistema de pensiones del cual dependen los adultos mayores. A esto, además, se suman distintos estudios demográficos realizados en 2020, los cuales predicen que la población total en Japón sufrirá una caída de un máximo de 127 millones en 2017 a menos de 53 millones a finales del siglo.
En este escenario, el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, declaró durante un discurso en la Cámara Baja que la situación demográfica del país requiere soluciones urgentes para evitar una crisis. “Japón está en el borde de poder continuar en funcionamiento como sociedad. Enfocar nuestra atención en políticas relacionadas a los niños y su crianza es un tema que no puede esperar ni posponerse”, afirmó.
Más allá de Japón
Sin embargo, Japón no es el único que ha sufrido caídas en su índice de natalidad, ya que sus países vecinos se encuentran en una situación similar.
En el caso de China, la Oficina de Estadísticas del gigante asiático publicó recientemente un reporte sobre la primera caída de la población total desde 1961, durante la época de la Gran Hambruna. Este reveló que el país cerró 2022 con 1.411 millones de habitantes, lo que supuso una caída de 850.000 personas.
Además, se registró un baja histórica en la tasa de natalidad del país, que llegó a 7,52 hijos por cada 1.000 habitantes. Por otro lado, la actual crisis por Covid-19 que vive China y el aumento de la tasa de mortalidad (7,37 muertes por cada 1.000 habitantes, el índice más alto desde 1976) han empeorado la situación demográfica.
La razón detrás de esta crisis se adjudica principalmente a la polémica política de China sobre el límite de “un hijo por familia”, medida que se implementó en 1979 para frenar el crecimiento demográfico, y que se eliminó en 2016.
Otro caso es el de Corea del Sur, país que registró en 2022 la tasa de natalidad más baja del mundo por segundo año consecutivo, llegando a 0,81 hijos por pareja. De hecho, en octubre nacieron un total de 20.658 bebés, lo que supone una disminución del 0,4% ciento en comparación con el año anterior. Este supuso el número más bajo para cualquier mes de octubre desde que la agencia de estadísticas empezó a recopilar los datos relacionados, en 1981.
A ello se agrega el progresivo envejecimiento de la población surcoreana, la cual en 2025 alcanzaría el nivel de Japón. Debido a que el número de muertes superó al de nacimientos, la población del país se redujo en 9.104 personas en octubre, lo que constituyó el 36 mes ininterrumpido de descenso. Corea del Sur reportó la primera caída natural en su población en 2020, una tendencia demográfica sombría que ha continuado.
La caída en la tasa de natalidad en todos estos países se debe a distintos factores, entre los que destacan principalmente el alto costo de la vida y el oscuro escenario económico actual de las naciones asiáticas, razón por las que la población opta por no tener hijos, frente a un gasto en mantención y crianza que no pueden permitirse. Esto ha establecido a Japón, China y Corea del Sur como los tres países más caros para criar a un hijo, según YuWa Population Research.
Las medidas del gobierno
En el caso de Japón, el primer ministro anunció que establecería una agencia gubernamental enfocada en los temas de natalidad e infancia, junto con la propuesta de duplicar el gasto en programas relacionadas, invirtiendo en becas y ayudas monetarias a las familias con hijos.
Por otra parte, este mes, Corea del Sur tomó medidas más drásticas para combatir la crisis demográfica, como los préstamos de bajo interés y beneficios de viviendas para recién casados, cuidado infantil gratuito, el aumento de la licencia paternal de 12 a 18 meses y el fortalecimiento de los beneficios para personas desempleadas.
En otro ámbito, se informó que se daría mayor flexibilidad a las regulaciones sobre las políticas de inmigración, junto con potenciar las oportunidades laborales para extranjeros, con el objetivo de evitar a largo plazo el envejecimiento de la población.
En cuanto a China, llevan años implementando medidas como el aumento de la licencia de maternidad, subsidios de vivienda, deducciones fiscales y otros incentivos económicos para que las familias tengan hijos.
Sin embargo, muchas de las medidas tomadas por Corea del Sur y China no han tenido los resultados esperados, y los incentivos y las ayudas económicas no lograron frenar el descenso de la población y la natalidad, por lo que se teme que en Japón ocurra lo mismo y que la crisis demográfica sobrepase los intentos del gobierno nipón por frenarla.