Ha sido el tema más importante en la agenda francesa de principio de año: la reforma de pensiones causa polémica y rechazo, y este jueves los más grandes sindicatos del país llamaron a una huelga general que paralizará Francia. Ya el martes, como pequeño aviso, cientos de personas recorrieron el centro de Marsella en rechazo a la iniciativa, una de las principales promesas de campaña del Presidente Emmanuel Macron.

El gobierno francés plantea retrasar la edad de jubilación de los 62 a los 64 años, además de adelantar para 2027 la exigencia de cotizar 43 años para poder cobrar una pensión completa. Según el Ejecutivo, si no llega a hacerse un cambio, el déficit en la caja de las pensiones podría superar los 20 mil millones de euros en 2030.

Mientras todo Francia esté en manifestaciones, Macron estará en Barcelona, donde se encontrará con Pedro Sánchez en una cumbre entre Francia y España. A pesar de eso, estará pendiente de lo que pase en las calles: el retraso a la edad de jubilación es uno de esos temas que logran poner de acuerdo a todos los sindicatos para manifestarse.

Cartel de convocatoria a las manifestaciones, con la frase "Pensiones: no a los 64" en Cannes, Francia. Foto: Reuters

El punto central de la reforma es el retraso en la edad de jubilación, que pasaría de los 62 a los 64 años, en caso de aprobarse. Pero además, elimina la mayoría de los regímenes de retiro especiales, como los que benefician actualmente a los trabajadores de las empresas ferrocarriles, de transporte, energía y puertos.

Según la primera ministra francesa, Élisabeth Borne, no hay alternativa. “El número de trabajadores en comparación con el número de pensionistas está disminuyendo. En 2005, había dos trabajadores por cada pensionado. Hoy hay 1,7 y mañana, 1,5. Por tanto, debemos restablecer el equilibrio de nuestro sistema de pensiones”, argumentó frente a la Asamblea Nacional, donde los macronistas no tienen la mayoría.

En este caso, tanto desde la izquierda como la derecha se oponen al proyecto, presentado el martes. Jean-Luc Mélenchon, líder del partido izquierdista La Francia Insumisa, declaró a la radio: “La señora Borne y el señor Macron vienen de un plumazo a derogar a veces 40 o 50 años de progreso social. Se suprimen todas las conquistas sociales de todas las profesiones que había en los regímenes de retiro, excepto para los bomberos y policías”.

Por su parte, Marine Le Pen, la líder de la Agrupación Nacional, de extrema derecha, consideró “injusta” la reforma. “Luego de ser elegido gracias a la izquierda y La Francia Insumisa, Emmanuel Macron intentará, con el apoyo de Los Republicanos (partido conservador de Nicolas Sarkozy), hacer pasar la jubilación a los 64″, escribió por Twitter a excandidata presidencial.

La primera ministra francesa, Élisabeth Borne, presentando la reforma de pensiones. Foto: AP

Respecto a este tipo de situaciones, el expresidente socialista François Hollande señaló: “No hay momento bueno para una reforma de las pensiones, pero sí que hay momentos malos...”. Es la segunda vez que Macron intenta hacer pasar una reforma a la jubilación, pero hoy el presidente francés tiene un nuevo problema, y es que no dispone de la mayoría absoluta en el Parlamento.

Con esa dificultad, que no estaba en el gobierno anterior, la primera ministra Élisabeth Borne ha tenido que utilizar ya en 10 ocasiones el temido artículo 49.3 de la Constitución Francesa, que le permite aprobar presupuestos sin discusión parlamentaria. Sin embargo, eso la hace arriesgarse a muchas mociones de censura, que por el momento no han tenido impulso.

En tanto, las encuestas muestran que los franceses le dan la espalda a la reforma. Seis de cada 10 consultados se oponen, según un sondeo de OpinionWay. Aún así, el 61% considera necesaria una reforma, pero no ésta. En tanto, el 58% de los encuestados apoya las protestas. “El nivel de apoyo a la movilización es importante, por encima de la media (...) Todo dependerá de la dinámica del movimiento y la batalla que nos espera es incierta”, comentó al diario Les Echos el vicepresidente de la encuestadora, Bruno Jeanbart.

Los ocho principales sindicatos de Francia esperan que haya millones de huelguistas y manifestantes. “Hace años que no vemos una semejante movilización”, comentó el secretario general del sindicato Fuerza Obrera, Frédéric Souillot.

Trenes regionales en la estación de Saint-Lazare, París. Foto: Reuters

A causa de esto, los franceses ya están tomando precauciones respecto a la frecuencia que tendrán los transportes: vuelos y trenes se verán afectados. En las líneas de tren de alta velocidad, los TGV, solo una de cada cinco líneas estará operativa, mientras que los trenes regionales funcionarán a un décimo de la frecuencia que normalmente ofrecen.

En París, la mayoría de los trenes que unen la región serán suspendidos, mientras que tres líneas completas de metro permanecerán cerradas, señalaron desde la Administración Autónoma de Transportes Parisinos (RATP). Por esto mismo, el ministro de Transporte, Clément Beaune, anticipó a los usuarios, llamándolos a prepararse para un “jueves infernal” y motivándolos a trabajar desde sus casas.