Este martes, el secuestro de una pareja de ecuatorianos en la frontera que comparten Ecuador y Colombia a manos del frente armado Oliver Sinisterra liderado por el "Guacho", ha vuelto a poner sobre el tablero, en menos de una semana, la tensión en el marco de una creciente ola de violencia en la frontera ecuatoriana-colombiana. En un video, los secuestrados le exigen al gobierno ecuatoriano que les den "lo que ellos quieren": la liberación de algunos de sus camaradas que fueron detenidos.
El viernes pasado se anunció la muerte de un equipo periodístico del diario El Comercio de Quito, luego de pasar 19 días secuestrados por ese grupo armado, disidente de la ex guerrilla de las FARC.
Desde el 27 de enero la inseguridad y la violencia ha ido escalando al punto en que ya se lamentan siete muertes en los cerca de 720 kilómetros de frontera. Ese día, estalló un autobomba cerca de un cuartel de policía del poblado de San Lorenzo, en la región ecuatoriana fronteriza con Colombia, sobre la costa del Pacífico. El atentado fue atribuido a las bandas criminales ligadas al narcotráfico.
Fue precisamente debido a ese ataque que el equipo de El Comercio se había desplazado a la zona para investigar la ola de violencia.
"Esa bomba empezó a marcar que sí hay una estructura criminal del lado de San Lorenzo, y esa bomba es una retaliación en términos de temas de negocios de narcotráfico. O sea que la violencia sí va a empezar a escalar", comentó a La Tercera Néstor Rosanía, director del Centro de Estudios en Seguridad y Paz de Colombia.
En contraste con el municipio colombiano al otro lado de la frontera, Tumaco, San Lorenzo en Ecuador era un poblado donde reinaba la calma. Al menos en apariencia. Pese a que en Tumaco la presencia del narcotráfico data de hace décadas, con grandes cultivos de cocaína, cocinas y laboratorios, San Lorenzo se había logrado mantener relativamente al margen.
"Acá se ha vivido un clima de tranquilidad, de paz, (...) la población (está) atemorizada porque nunca estuvo acostumbrada a esta serie de cosas tan graves", señaló al medio Ecuadorinmediato Pablo Hadathy, gobernador de la provincia ecuatoriana de Esmeraldas. El gobernador aseguró además que varias familias han dejado la zona, puesto que vivían en lugares al filo de la frontera. Este martes se informó que serían 158 familias.
Los habitantes de San Lorenzo intentan vivir con normalidad, según relató un periodista de los Medios Públicos de Ecuador que había realizado una amplia cobertura en la zona, a la agencia ecuatoriana Andes. Sin embargo, a eso de las 18:00 evitan salir a las calles, por miedo a ser víctimas de algún ataque o amenaza.
El estado de excepción, decretado tras la explosión del autobomba, ha complicado las cosas en la zona. El periodista, a quien no se identifica, comentó que muchos comerciantes de la zona costera deben cerrar sus negocios por las noches, lo que les ha generado una caída en sus ventas.
"Conversando con colegas ecuatorianos me decían que están preocupados de que esa violencia que es tradicionalmente del lado colombiano, va a comenzar a crecer del lado ecuatoriano", asegura Néstor Rosanía. Aquello alimenta la hipótesis de que las estructuras criminales ahora también podrían estar "del otro lado", es decir, en Ecuador.