Indígenas se enfrentaron de nuevo con la policía este viernes en Quito en el décimo día de protestas contra los ajustes económicos pactados por el gobierno de Lenín Moreno con el FMI, tras el llamado de los líderes a escalar las acciones ante la falta de diálogo.
Los disturbios estallaron en los alrededores de la sede del Legislativo, que había sido asaltado brevemente por los indígenas el miércoles, y en otro punto céntrico de esta ciudad militarizada y agobiada por la severa crisis.
Los manifestantes lanzaron piedras y pirotecnia a los uniformados que respondían con gas lacrimógeno y proyectiles de goma. Vehículos antimotines avanzaron sobre encapuchados que llevaban lanzas y escudos de madera, observaron periodistas de AFP.
"¡Asesinos!", gritaron los indígenas que, según sus testimonios, fueron interceptados cuando pretendían concentrarse en el coliseo Ágora, donde está reunida la Confederación de Nacionalidades Indígenas (Conaie), que lidera la protesta.
Los choques coincidieron con la llegada a Quito de indígenas de la Amazonía armados con lanzas.
"Aquí se están violando los derechos humanos", dijo enfurecido Marlon Vargas, dirigente de esas comunidades, en un video transmitido por la organización.
Fotógrafos de la misma agencia registraron el traslado de heridos en camillas improvisadas por los manifestantes. El gobierno de momento no se ha pronunciado sobre este rebrote de violencia.
Protesta robustecida
Los amazónicos se adhirieron a los indígenas del centro andino que entraron a la capital desde el lunes a pie y en autobuses, desafiando el estado de excepción impuesto por Moreno al inicio de la protesta.
Unos mil aborígenes más llegaron a la capital este viernes y "otro grupo está por llegar", dijo Apawki Castro, portavoz de la Conaie.
Acosado por las protestas, Moreno dejó el control del orden público a los militares y trasladó la sede del gobierno de Quito al puerto de Guayaquil (suroeste).
El jueves la dirigencia aborigen canceló los contactos que a instancias de la ONU y la Iglesia católica pretendían acercar posiciones con el gobierno, en busca de una salida a la crisis que desató la eliminación de los subsidios del combustible y la consecuente alza de los precios hasta en un 123%.
Dolida por la muerte de un responsable indígena en las manifestaciones del miércoles, la Conaie prometió "radicalizar" sus acciones mediante bloqueos de vías y toma de instalaciones públicas.
Según la Defensoría del Pueblo, la primera semana de protestas dejó cinco civiles muertos, 554 heridos y casi un millar de detenidos.
La violenta reacción a las reformas económicas impuestas por Moreno sumió en el caos a Quito e interrumpió el transporte de petróleo -la mayor fuente de divisas- por el principal ducto a causa de la ocupación de pozos en la Amazonía.
El líder Marlon Vargas lanzó un nuevo llamado a intensificar la protesta en la selva amazónica. "Dentro de nuestros territorios están los destacamentos, los batallones (militares). Ahora sí hay que accionar, hermanos, con fuerza porque aquí nos están matando".
Moreno, en el poder desde 2017, enfrenta su mayor crisis debido a los millonarios préstamos que negoció con el FMI para aliviar el pesado déficit fiscal que achaca al derroche, endeudamiento y corrupción del gobierno de su antecesor y exaliado Rafael Correa.
Los indígenas, que representan el 25% de los 17,3 millones de ecuatorianos, son el sector más castigado por la pobreza y en su mayoría trabajan en el campo. Con la liberación de los precios de los combustibles, deben pagar más para el transporte de sus productos al tiempo que temen una inflación generalizada.