La decisión de Felipe VI, el rey de España, no dejó a nadie indiferente. Corría el 22 de agosto y su anuncio de que encargaba el intento de formar un nuevo gobierno al líder del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, planteó una difícil decisión entre los populares. Pese al crecimiento durante las últimas elecciones generales desarrolladas el 23 de julio pasado, no alcanzaron a reunir los 176 cupos parlamentarios que requieren para gobernar España, por lo que, probablemente, se tratará de una investidura fallida. Y durante este domingo, Núñez Feijóo transparentó que la colectividad de derecha empezaba a asumir su rol de futura oposición.
Durante un discurso ante cerca de 1.700 cargos del PP que asistieron a la tradicional reunión en el Castelo de Soutomaior, en Pontevedra –ceremonia pausada por los ocho años en que sus rivales políticos, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), liderado por el actual jefe de gobierno, Pedro Sánchez, gobernaron en la zona–, Núñez Feijóo trazó las “líneas maestras” de su proyecto de gobierno, pero que también se transformó en una alusión directa e indirecta de que el próximo ciclo los posicionará nuevamente en la vereda de la oposición.
La batalla no está perdida, dijeron líderes populares a distintos medios locales, pero todo apunta a que, pese a que disponen de un mes para negociar y conseguir los esquivos cuatro votos de apoyo en el Parlamento de España, cuando se vote la investidura en las votaciones del 26 y 27 de septiembre, se ve muy improbable un pacto con agrupaciones como Junts per Catalunya, con quienes Núñez Feijóo dijo estar dispuesto a conversar, pese a que en el pasado los calificó de ser un partido que quería “romper España”.
Las palabras vertidas este domingo por Núñez Feijóo serán repetidas en su discurso de investidura. “Aunque, si no saliese por cuatro votos, el programa (expuesto este domingo) tendrá vigor durante los siguientes años”, señaló el líder popular según el medio El Español. “Si no sale, sí será la primera piedra del próximo gobierno de España”, planteó, abriéndose a la posibilidad de que el PP quede fuera nuevamente de la gobernanza ibérica.
Pero ese mes no solo permitirá al Partido Popular hacer un último esfuerzo por alcanzar los 176 apoyos, sino que también entregarán un importante plazo al PSOE para negociar tranquilos, lejos de las cámaras y el centro de la atención, con los partidos independentistas que podrían entregarles la llave de un nuevo período al mando de España. La clave de la negociación: posibles amnistías por el proceso independentista catalán que culminó en 2017.
Capitalizando la derrota
Cuando el 28 de mayo el Partido Popular pateó el tablero político de España, durante las elecciones municipales y autonómicas, muchos daban por descontado que sería el líder del histórico partido de la derecha ibérica quien emergería como el gran vencedor de las generales del 23-J. Pero gran parte de las encuestas erró. Y si bien los populares crecieron, no alcanzaron a conseguir los 176 asientos parlamentarios necesarios para acceder al gobierno del país, pese a contar con el apoyo de la ultraderecha de Vox.
La situación era inédita: ni el partido con más curules, el PP, ni la actual agrupación en el poder, el PSOE, contaban con los votos necesarios para gobernar, y pese a esto, tanto Núñez Feijóo como Pedro Sánchez se ofrecieron como candidatos a ser investidos. Sin embargo, primó la tradición. El rey Felipe VI priorizó los votos del PP y llamó al líder popular.
Según Núñez Feijóo, aceptó el encargo del rey “por lealtad a la Constitución y la democracia parlamentaria, para desbloquear la gobernabilidad”, además de que se siente legitimado para aquello gracias a los resultados de las elecciones de julio, detalló El País.
Los barones autonómicos presentes el domingo –donde destacó la ausencia de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso– dieron su respaldo al líder popular, como dejó en claro Alfonso Rueda, presidente gallego que dijo, a nombre de los barones, que Núñez Feijóo “será el próximo presidente de España, cuando tenga que ser, cuando toque”.
Desde Génova 13, en Madrid, sede en la capital del Partido Popular, afirman que aceptar la investidura les ayudará, pese a que un buen resultado sea poco probable. “Ahora tenemos el foco del país”, manifestaron desde el equipo de Núñez Feijóo a El País. En caso de que se repitan los comicios, agregaron, tendrán una plataforma electoral bien desarrollada, en la que el discurso del líder popular vencedor de las elecciones ya estará instalado.
“Ya sabemos que la izquierda está en el discurso de ‘rendíos, no tenéis nada que hacer’. Pero hoy tenemos en el Congreso más síes que el PSOE, 172 frente a 152. Por eso hemos recibido el encargo del rey. Para que la investidura prospere hay tres vías: la abstención de Junts, la reconsideración del PNV o que alguien haga un movimiento inesperado. Somos realistas, el PNV ha dicho que no, pero no sabemos lo que va a pasar dentro de 35 días”, aseguraron al medio español.
A pesar de que la mayoría de la tienda derechista está a favor de la decisión de aceptar la investidura, ese entusiasmo no es compartido por todos en la colectividad. El temor, dijo al periódico un dirigente que lleva tiempo cuestionando la decisión de Núñez Feijóo a ser investido, es que la frustración por no haber vencido en julio pase factura.
“Hay que saber gestionar la frustración cuando no se logre la investidura. Estás jugando una partida que sabes que va a fracasar. Lo que habría que decir es que no tenemos los apoyos. Porque luego el tiempo te pone en tu sitio”, dijo a El País.
En la visión del propio Núñez Feijóo, sin embargo, la idea es justamente la contraria. “Es mejor perder una investidura y no que pierda España”, planteó este domingo. Con su decisión busca “no hacer perder la dignidad a las instituciones democráticas españolas, la seguridad jurídica y la credibilidad de nuestra democracia”, agregó.
También tuvo espacio para criticar a Sánchez, aseverando que el líder popular está “a cuatro votos de la investidura”, mientras que su rival socialista se encuentra “a cuatro cesiones clave” del poder, con relación a las medidas que Núñez Feijóo cree que el jefe de gobierno actual deberá negociar con los independentistas. “Una amnistía incompatible con la Constitución, un referéndum de independencia impropio de un país de la Unión Europea, el gobierno más débil que podría tener España con 24 partidos y volver a quebrar el principio de igualdad”, aseguró.
Quien no fue nombrado directamente en el discurso fue Junts per Catalunya, pese a que más de una roncha ha sacado la apertura de Núñez Feijóo a sentarse a hablar con el partido de Carles Puigdemont. Según el hombre que en un mes podría ser investido, durante ese plazo está dispuesto a hablar “con todos los grupos políticos que quieran”. Pero agregó: “Eso no significa que estemos de acuerdo” ni que aceptarán “lo que está dispuesto a aceptar el partido de Sánchez, porque nosotros no somos Sánchez”. “No admitiremos las subastas ni los chantajes de las minorías”, cerró entre aplausos de sus correligionarios, informó el medio español El Diario.
Otra capitalización desde la derrota
El PP no es el único que, en la derrota, busca sacar algún tipo de provecho. Según El País, el período de un mes hasta la investidura da tiempo al PSOE para negociar tranquilos. Si bien la idea de entregar ese lapso no era ideal, un plazo más corto significaba cinco días de trabajo –algo a lo que el PP no accedería–, mientras que alargarlo podía hacer calzar una eventual repetición de las elecciones con el período navideño. Por eso, y gracias al funcionamiento totalmente vertical en el entorno de Pedro Sánchez, detalló el periódico, una vez tomada la decisión, todos los socialistas iniciaron los trabajos de negociación.
Además, el mes les da la opción de negociar tranquilos, sin que esta se haga pública, un factor que tanto en el PSOE como entre los partidos independentistas agradecen. En dicho período, Sánchez deberá sentarse frente a los independentistas catalanes, PNV, EH Bildu y BNG, además de cerrar un acuerdo de gobernabilidad con Sumar, sus más cercanos aliados actualmente.
Las dos opciones que se barajan son, en el probable escenario en que Núñez Feijóo no logre los apoyos, se llame a una nueva y rápida investidura de Sánchez. Incluso, hay fecha tentativa, aseguraron a El País: el 17 de octubre. El mismo medio confirmó que la fase de negociación aún no empieza, pero el plan es que inicien -o estén avanzadas– tras la investidura fallida del popular.
El segundo plan es apelar, en caso de que el PSOE no logre una mayoría, a la repetición de las elecciones, las que se convocarían el 27 de noviembre, según el calendario oficial. Pero antes de eso, el conglomerado dirigido por Pedro Sánchez intentará utilizar como moneda de cambio con los independentistas la amnistía o, al menos, el alivio penal de las causas por rebelión, sedición, usurpación de funciones públicas, desobediencia y malversación de fondos públicos, entre otros, levantados contra los líderes del proceso de independencia catalán.
Las trabas en las negociaciones no son pocas. Además de pactar de palabra, deberán encontrar la fórmula para que también tenga sustento jurídico, especialmente considerando que el PP podría intentar barrer con la jugada tanto a través del Tribunal Supremo o el Superior de Cataluña, como el Constitucional, explicó El País.
Lo político, creen en la tienda socialista, quedó superado con las elecciones pasadas. Mientras los grupos de la mayoría respaldan la amnistía, consignó el mismo medio, en Sumar ya se habla abiertamente de un perdonazo legal y PNV, Bildu o BNG se muestran favorables.
“La campaña que tuvimos frente a una derecha tan dura ha hecho que esto sea ya cosa juzgada”, dijo un dirigente del PSOE. “Los españoles han votado sabiendo que las opciones eran PP-Vox o PSOE con esta mayoría. Y que estábamos dispuestos a hacer cosas como las que ya hicimos: indultos, reforma de la sedición, de la malversación... Hay un aval democrático innegable para esta negociación”, cerró.