El pasado jueves 6 de mayo, la policía brasileña realizó un operativo en la favela de Jacarezinho, en la ciudad de Río de Janeiro.
De las 21 personas que pretendían detener por atraer a menores al tráfico de drogas, capturaron a tres sospechosos y otros tres fallecieron.
Sin embargo, la acción policial dejó un saldo de 25 muertos, convirtiéndose en la operación más letal de la historia de Ríos de Janeiro y la segunda mayor masacre registrada en ese estado. Entre los 25 fallecidos, se registra un policía y 16 vecinos de la favela.
A raíz de estos hechos, este viernes la ONU solicitó una investigación “parcial e independiente” de la masacre.
Rubert Colville, portavoz de Derechos Humanos de la ONU, dijo en una rueda de prensa en Ginebra que hay un historial de uso “desproporcionado e innecesario” de la fuerza por parte de la policía brasileña.
El vocero de la ONU además advirtió que su oficina recibió “informes preocupantes según los cuales, tras lo ocurrido, la policía no tomó las medidas necesarias para preservar las pruebas en la escena del crimen, lo que podría dificultar la investigación”. Esto último en alusión a imágenes difundidas por la prensa de policías cargando cuerpos en sábanas, una práctica que puede perjudicar pruebas forenses clave.
“Recordamos a las autoridades brasileñas que solo se debería recurrir a la fuerza en casos estrictamente necesarios y que deben siempre respetar los principios de legalidad, precaución, necesidad y proporcionalidad de la fuerza letal”, agregó el portavoz según lo citado por El País.
La Orden de Abogados de Brasil publicó el viernes una lista con los nombres de 16 de los fallecidos. Todos son hombres de entre 18 y 41 años.
Si bien la Policía Civil no ha aclarado si alguno de ellos tenía antecedentes penales, el jefe de policía, Felipe Curi, dijo el jueves que todos los fallecidos eran delincuentes: “No hay sospechosos aquí. Tenemos criminales, asesinos y narcotraficantes. Lo que nos causa mucho dolor es la muerte de nuestro colega”, dijo.
Hamilton Mourão, vicepresidente de Brasil, se refirió a las víctimas del operativo como “todos bandidos”, y comparó la situación de Río con una guerra. “Esto es lo mismo que si estuviéramos luchando contra un país enemigo. Estoy casi absolutamente seguro, no tengo todos los datos al respecto, de que los muertos eran los marginales que estaban allí, armados, enfrentándose a la fuerza del orden”.