Orden geopolítico: Cómo se rearticuló el mundo a través de las décadas

Reagan y Gorbachev
Foto de archivo del presidente estadounidense Ronald Reagan (derecha) y el presidente soviético Mijail Gorbachev firmando el tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) en la Casa Blanca, Washington, el 8 de diciembre de 1987. Foto: Reuters

Si hasta los años noventa dominó Estados Unidos y la Unión Soviética con una amenaza nuclear siempre presente, la post Guerra Fría trajo años de tranquilidad y tuvo a Washington como única potencia. Sin embargo, los atentados a las Torres Gemelas en septiembre de 2001, provocaron un terremoto en el ordenamiento global, cuyas consecuencias vemos hasta la actualidad. La guerra de Rusia en Ucrania trajo de vuelta el fantasma de la amenaza atómica. A lo que se suma la irrupción de China como un actor clave en las dinámicas económicas, sociales y militares.


Cuando el 21 de noviembre Rusia lanzó un misil balístico ruso de alcance intermedio contra una fábrica de armas en la ciudad ucraniana de Dnipro, no solo dejó daños materiales, sino que encendió las alarmas sobre un posible conflicto nuclear en las puertas de Europa. Así, la preocupación no es solo ucraniana, sino que también ronda entre los países miembros de la OTAN y trajo a la memoria la amenaza nuclear que atormentó a generaciones durante los peores años de la Guerra Fría.

Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), en la década de los cincuentas cuando el polvo del conflicto apenas se había asentado, el mundo cambiaba a un ritmo que nunca antes se había visto. El mapa se había rediseñado, las alianzas se estaban modificando, Estados Unidos se alzaba como la gran potencia en Occidente y la Unión Soviética en el este; surgía así un nuevo orden con dos polos que dieron inicio a lo que se conoció como: la Guerra Fría, un período que se extendió hasta 1989, moldeando a las generaciones que temían que se desencadenara otro conflicto bélico usando armas nucleares.

“Definitivamente hubo períodos de tensiones. Como la crisis cubana cuando probablemente diría fue más peligroso que ahora porque vieron el tipo real de misiles nucleares, vehículos de lanzamiento nucleares que en realidad estaban preparados para su lanzamiento. No creo que estemos allí ahora, en estos puntos. Pero entonces, ambos lados encontraron una forma de dar un paso atrás”, dijo a La Tercera, Pavel Podvig, investigador principal del Instituto de Naciones Unidas de Investigación sobre el Desarme (UNIDIR) y considerado como el principal experto occidental en materia de armas nucleares de Rusia.

Parada de la Victoria en Moscú
Los sistemas de misiles tierra-aire rusos S-400 se muestran durante un desfile militar en el Día de la Victoria, que marca el 78 aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, en la Plaza Roja en el centro de Moscú, Rusia, el 9 de mayo de 2023. Foto: Reuters

En la década del cincuenta, los estadounidenses tenían claro que no conseguirían la paz que esperaban al final de la Segunda Guerra Mundial. Así pasaron esos años con el temor de un ataque soviético con armas atómicas y los simulacros de ataque aéreo obligaban a los escolares a esconderse bajo sus bancos preguntándose si, esta vez, acaso se trata de un ataque real. Sus padres verían las noticias sobre la influencia comunista que se extendía por todo el mundo. En la Unión Soviética la construcción de búnkers para un conflicto se hizo habitual. Por ejemplo, solo en la ciudad de Kiev en Ucrania se construyeron más de 400 refugios antinucleares. Una medida que también se replicó en otros países de Europa como el Cuartel General de Guerra del Gobierno Central del Reino Unido en Wiltshire, Inglaterra.

Mientras los gobiernos construían mejores búnkeres, también desarrollaban bombas más potentes. Y en 1954, la defensa civil se transformó para siempre con la primera prueba pública de la bomba de hidrógeno (un arma con una potencia mil veces superior a la bomba lanzada sobre Hiroshima, Japón) realizada por Estados Unidos en las Islas Marshall. Para no quedarse atrás, en 1961 los soviéticos presentaron su propia megabomba, la Bomba del Zar, que era casi cuatro veces más potente que la variante estadounidense.

Carrera espacial

Washington y Moscú siguieron en la competencia, ahora por conquistar el espacio. En mayo de 1961, el presidente John F. Kennedy le dijo a los estadounidenses que quería enviar un astronauta a la Luna. De hecho, la Unión Soviética había comenzado sus operaciones cosmonáuticas en octubre de 1957, cuando utilizaron un cohete para enviar el primer satélite al espacio, llamado Sputnik (satélite en ruso), algo que Estados Unidos pudo hacer sino tres meses después. Moscú también había asestado un golpe contra Washington cuando en abril de 1961 el cosmonauta Yuri Gagarin orbitó la Tierra.

Estados Unidos da su golpe final cuando el 20 de julio de 1969, Neil Armstrong y Buzz Aldrin, aterrizaron una nave espacial en la Luna y caminaron sobre ella. “Más de mil millones de personas en el mundo vieron el histórico aterrizaje, y el momento inundó a los estadounidenses con una sensación de dominio. El aterrizaje en la Luna unió al país con un sentimiento de orgullo insuperable. Estados Unidos había ganado la carrera espacial, una competencia más importante que cualquier batalla terrenal. Si bien las tensiones de la Guerra Fría no se redujeron en absoluto, los ciudadanos estadounidenses recuperaron la confianza en que pertenecían a la nación ‘superior’”, escribió el centro Miller en un artículo.

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La importancia de la carrera espacial durante la Guerra Fría también se tradujo en el campo militar, con el desarrollo de armas más especializadas y la tecnología para el lanzamiento de misiles. De hecho, según da cuenta Chris Miller en su libro Chip War esta competencia implicó el desarrollo de chips para los sistemas integrados para el cohete Apollo.

En medio de la conquista por el espacio, se dio una de la mayores crisis entre Moscú y Washington, llamada la Crisis de Berlín de 1961. Ocurrió cuando la Unión Soviética mediante un ultimátum exigiendo la retirada de las fuerzas armadas occidentales de Berlín Occidental y se dio por terminado con la construcción Muro de Berlín que dividió la ciudad en dos: Berlín Este y Berlín Occidental. Apenas un año después vino la Crisis de los Misiles de Cuba, un enfrentamiento de 13 días entre Estados Unidos y la Unión Soviética en octubre de 1962 que llevó al mundo al borde de una guerra nuclear.

Fue justamente en los años sesenta, el bloque soviético comenzó a mostrar signos de desintegración. Yugoslavia, Albania y Checoslovaquia se rebelaron contra el dominio ruso. La Unión Soviética, mientras mantenía el control sobre sus satélites de Europa del Este, trabajó diligentemente para fomentar la propagación del comunismo en el extranjero como lo había hecho en la década de 1950.

En las antiguas posesiones coloniales francesas de Indochina, el Vietnam del Norte comunista, bajo el mando de Ho Chi Minh, libraba una guerra contra el gobierno de Vietnam del Sur, respaldado por Estados Unidos. Las insurgencias comunistas amenazaban a los países vecinos Laos y Camboya, que finalmente cayeron ante los Jemeres Rojos de Pol Pot. Estados Unidos estaba involucrado en un conflicto en constante escalada en Vietnam, que llegó a dominar la política exterior y el ejército estadounidenses y se convirtió en el foco de agitación interna en Estados Unidos durante la década de 1960. Esto provocó una gran agitación social con movimientos contrarios a la guerra.

Vientos de cambio

A escala mundial, los setentas se caracterizaron por frecuentes golpes de Estado, conflictos internos y guerras civiles, y diversas convulsiones políticas y conflictos armados que surgieron o estuvieron relacionados con la descolonización y la lucha global entre la OTAN, el Pacto de Varsovia y el Movimiento de Países No Alineados. Aunque siempre la amenaza nuclear seguía latente.

En 1983, la cadena de televisión ABC transmitió la película The Day After, sobre los horrores de la guerra nuclear. Más de 100 millones de estadounidenses la vieron y quedaron aterrorizados. De hecho, uno de ellos vivía en la Casa Blanca. Según su biógrafo y sus propias memorias, ayudó a convertir a Ronald Reagan en un defensor del desarme nuclear en su segundo mandato. No mucho después, el arsenal mundial de ojivas nucleares alcanzó su punto máximo y comenzó a disminuir rápidamente, de 70.000 a poco más de 12.000 en la actualidad, según la Federación de Científicos Estadounidenses .

Muro de Berlín
Guardias fronterizos de Berlín Oriental se encuentran en lo alto del Muro de Berlín frente a la Puerta de Brandeburgo en esta foto de archivo del 11 de noviembre de 1989. El 10 de noviembre de 1999 se cumplirá el décimo aniversario de la "caída" del Muro de Berlín. Foto: Archivo

Con la caída del Muro de Berlín en 1989 y el posterior colapso de la Unión Soviética en 1991, se dio pasó a, fin de la Guerra Fría, lo que significó el triunfo del capitalismo y la democracia liberal. Estados Unidos emergió como la única superpotencia y el sistema internacional adoptó una estructura unipolar. El mundo experimentó un breve período de relativa estabilidad. La banda Scorpions llegaba a los primeros lugares del ranking con Winds of Change (Vientos de Cambio) y el líder soviétivo Mijail Gorvachev se comía una Pizza Hutt en la Plaza Roja de Moscú.

“Durante décadas, la gente asumió que la amenaza nuclear terminó cuando cayó el Muro de Berlín”, dice la escritora Annie Jacobsen, autora de Nuclear War: A Scenario. “Las armas nucleares y toda la nomenclatura que las rodea se han vuelto tan sutiles que se han reservado como tema para los que saben”, añade.

Sin embargo, esta era de unipolaridad posterior a la Guerra Fría duró relativamente poco. El atentado de Al Qaeda contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001, remeció al mundo. El entonces Preside te George W. Bush lanzó la guerra contra el terrorismo con la invasión a Afganistán y la guerra contra Irak, que se extendieron durante años.

El columnista del Financial Times Phillip Stephens recordó hace unos años haber escuchado entonces a un alto oficial del Estados Unidos “explicar cómo la invasión a Irak establecería las nuevas reglas del juego internacional” y cómo “con o sin aliados, EE.UU. vengaría el derribo de las torres gemelas”. “Esta es la era de una sola superpotencia”, aseguraba el oficial. La conclusión de Stephens fue categórica: “presenciamos la destrucción del orden multilateral”.

Fue así que este periodo vio el alza de China como una super potencia. El ascenso de China en las dos últimas décadas ha transformado el panorama de la política mundial. A partir de su ingreso a la Organización Mundial del Comercio en diciembre de 2001, China transformó rápidamente su economía de una “fábrica de bajo costo para el mundo” a un líder mundial en tecnologías avanzadas. En el camino, ha transformado las cadenas de suministro globales, pero también la diplomacia internacional, aprovechando su éxito para convertirse en el principal socio comercial y de desarrollo para las economías emergentes de Asia, África y América Latina.

En la actualidad China y Estados Unidos se encuentran enfrascados en una guerra comercial, lo que sumado al conflicto de Rusia en Ucrania, los permanentes conflictos en Medio Oriente, las amenazas nucleares, los equilibrios del mundo se encuentran en tensión y en constante rearticulación.

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