El jefe del depurado órgano electoral de Bolivia, Salvador Romero, prometió este jueves “seriedad técnica, imparcialidad política y transparencia” en el conteo de votos este domingo, en contraste con los anulados comicios de 2019.
“Vamos a tener una jornada electoral limpia, segura y confiable” y el resultado oficial será “el fiel reflejo de la voluntad popular expresada en las urnas”, dijo el titular de Tribunal Supremo Electoral (TSE).
Romero fue nombrado al frente del TSE tras los cuestionados comicios del 20 de octubre de 2019, en que los adversarios del entonces presidente Evo Morales denunciaron un “fraude” para permitir su reelección. Luego de tres semanas de protestas en las calles, el mandatario izquierdista renunció y se exilió.
El presente proceso electoral es el “más complejo de la historia política de Bolivia”, no solo porque se realiza en medio de la pandemia del coronavirus, que forzó a postergar tres veces la votación sino porque fue convocado en medio de un clima polarizado, dijo Romero en rueda de prensa.
Explicó que el TSE ha debido “adaptar la jornada de votación a las exigencias y los desafíos del coronavirus”, y ahora “estamos con todo listo, con todo preparado, para encaminarnos a hacia jornada electoral limpia, transparente”.
El TSE garantiza “seriedad técnica, imparcialidad política y transparencia” y contará con un doble sistema de conteo de votos: uno rápido con fines informativos y otro de resultados oficiales, más lento.
El sistema rápido comenzará a transmitir información una hora después del cierre de los centros de votación “y los ciudadanos van a conocer casi en simultáneo con el Tribunal Electoral los resultados electorales que vayan llegando y procesando”, dijo Romero.
La noche de los comicios de 2019 se paralizó el sistema rápido de conteo de votos y al reanudarse, un día después, había un considerable aumento de la ventaja de Morales. La misión de la OEA expresó entonces su preocupación por ese salto, que calificó como “drástico” y “difícil de explicar”.
La oposición denunció un “fraude”. Luego de tres semanas de protestas en las calles, Morales renunció y partió al exilio. Asumió como presidenta transitoria la derechista Jeanine Áñez y los comicios fueron anulados y reprogramados para 2020.