El destacado periodista salvadoreño Óscar Martínez es jefe de redacción de El Faro, uno de los medios independientes más importantes de América Latina. Su último libro Los muertos y el periodista (2021) es una cruda crónica sobre este oficio en contextos tan violentos como Centroamérica. Justamente para conocer su experiencia en la investigación sobre narcotráfico y crimen organizado es que fue invitado por la Escuela de Periodismo y el Centro de Investigación y Proyectos Periodísticos (CIP) de la Universidad Diego Portales para participar de la Segunda Escuela Internacional de Verano, que se desarrolla entre los días 10 y 13 de enero.

En conversación con La Tercera, Martínez analiza la situación actual de El Salvador.

¿Cómo evalúa las declaraciones del Presidente Nayib Bukele que ha defendido que El Salvador vive una “democracia plena”?

Bukele es muy astuto para asegurar que lo que él dirige es una democracia plena. Ahora, eso a mi parecer es una concepción bien precaria de democracia. Bukele ha acumulado los tres poderes del Estado de una forma ilegítima, inconstitucional. Además, a los periodistas de El Faro -sin prueba alguna y en cadena nacional- nos han acusado de lavadores de dinero. También ha amagado algo que de momento ha retenido, con la creación de la ley de agentes extranjeros, que permitiría que, a criterio de él mismo o de la institución que él cree, puedan imponerle el gravamen del 40% a cualquier organización o medio de comunicación que reciba ingresos, como lo recibe el periódico El Faro de algunas organizaciones internacionales.

El Presidente de El Salvador, Nayib Bukele, habla durante una conferencia de prensa en el Hospital Rosales de San Salvador, en mayo de 2020. Foto: AFP

Usted menciona la destitución de los jueces ocurrida en mayo del año pasado, ¿cuáles eran las intenciones de esta medida?

La medida más explícita para comprender cuál era la razón urgente de parte de Bukele para hacer este movimiento con los magistrados es que esa misma sala a la que él destituyó inconstitucionalmente para nombrar a otra, es la sala que ha aprobado la reelección inmediata de Nayib Bukele. Aún no se ha pronunciado sobre si él va a ser candidato en 2024, pero entendemos que esto es parte de la estrategia que necesitaba. Recordemos algo más, esa Sala de lo Constitucional, la anterior a la que él impuso, es la sala que le impidió una serie de cosas durante 2020, sobre todo cuestiones relacionadas al gasto discrecional de los recursos públicos.

Pese a lo anterior, Bukele sigue teniendo niveles de aprobación altos, ¿a qué se debe?

Tiene índices de popularidad arriba del 86%. Es decir, la población salvadoreña rotundamente expresa su aprobación del estilo de gobernar de Nayib Bukele. A mí no me extraña. El Salvador es un país poco democrático. No lo ha sido durante todo este tiempo, es cosa de voltear a ver los presidentes que nos gobernaron. Nunca nos enseñaron democracia, es un país que después de la firma de los Acuerdos de Paz (1992) se decretó el fin de una guerra, pero no se construyó el inicio de una paz y mucho menos de una paz democrática. Es muy fácil que un país como éste, con altas cuotas de una población conminada a una miseria tremenda, a sobrevivir, a conseguir qué cenar, sean engañados fácilmente por caudillos y por mesías, con soluciones mágicas y con una verborrea muy alta. No se puede esperar que un país débil en construcción democrática, (sea) para demócratas. Eso no va a ocurrir.

Personas protestan contra la destitución de los jueces de la Corte Suprema y el fiscal general por parte del Congreso, en San Salvador, en mayo de 2021. Foto: Reuters

También existe una valoración positiva de la gestión de Bukele con relación a la violencia, ¿cuál es su visión sobre eso?

El gobierno ha logrado reducir de una manera significativa la tasa de homicidios, que es el número con el que se suele medir si somos un país violento o no. No hay datos claros, sobre todo con el delito de la extorsión ejercida por las pandillas. La razón por la que los homicidios se han reducido de esta manera es porque ha negociado con la Mara Salvatrucha 13 y con las dos facciones del Barrio 18 adentro de las cárceles. El gobierno de Bukele no ha reducido los homicidios con su Plan Control Territorial. Y alguien puede preguntarse cuál es el problema de que se negocie con las pandillas si eso hace que menos salvadoreños sean asesinados. La historia reciente de El Salvador ya nos cuenta cómo termina un pacto que se negocia de forma oculta, sin probidad y sin control de organismos internacionales, a espaldas de la sociedad y con intercambios que incluyan las elecciones. Bukele incluyó las elecciones de febrero de 2020 en sus negociaciones. Cuando el pacto del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional) con las pandillas se terminó en 2014, el país vivió su año más sangriento. Él está repitiendo la misma fórmula y es muy difícil que termine con pactos sólidos y de cara a una población que detesta ese tipo de negociaciones, porque prefiere la solución armada. Si este pacto se rompe, las pandillas, tal como ocurrió en 2015, van a responder con su único activo político que son salvadoreños muertos.

El Presidente salvadoreño, Nayib Bukele, ofrece una conferencia de prensa en un hotel de San Salvador, el 28 de febrero de 2021. Foto: AFP

¿Cuál sería la forma de hacer frente a las pandillas?

Yo creo que hay dos vías concretas que El Salvador no ha conocido en los últimos 15 años. La primera es hacer un plan de combate clásico a la criminalidad. Es decir, un plan que intente desarticular las pandillas combatiendo con inteligencia, estrategias policiales, desarticulación territorial, combate a las finanzas, etcétera. Nunca se ha intentado, porque siempre, desde hace 15 años, lo han combinado con negociaciones con las pandillas. Yo creo que ese intento es muy difícil que pueda funcionar. En El Salvador hay una policía con mucha precariedad técnica, con muchas dificultades investigativas. Y la otra fórmula es que negocien abiertamente con las pandillas, que se sienten en una mesa de diálogo real, con control internacional, a intentar solucionar el problema de una vía concertada de cara al público, sin involucrar las elecciones, sin prebendas electorales, sin utilizar a los pandilleros como un activo político.

Bukele dijo que iba a adoptar el Bitcoin, ¿cuál es la razón de esto?

Casi todos los fondos que se han aplicado y las estrategias de inversión en Bitcoin no se han revelado a la población. Hay que confiar, porque no queda de otra, en dos grupos de poder: uno, son los tres hermanos del Presidente Bukele, quienes negociaron el Bitcoin, y un grupo de venezolanos cercanos a (el líder opositor) Leopoldo López, que son el segundo círculo de poder. El Bitcoin es más una campaña propagandística en el país.