RFI entrevistó a Pamela Aróstica, directora de la Red China y América Latina (Redcaem) con ocasión del inicio del XX Congreso del Partido Comunista Chino. El aumento de la influencia blanda (soft power) de Beijing en América Latina es “uno de los hechos más importantes en la región en los últimos años”, afirma.
¿Es cierto que hay un aumento del llamado soft power o influencia diplomática de China en América Latina?
La presencia y la influencia de China por medio del soft power en la región está siendo uno de los hechos más importantes de la historia reciente latinoamericana. Hay un punto de inflexión desde hace 20 años hasta la fecha. Pero este fenómeno se ha intensificado fuertemente en los últimos 10 años. Esto se da en un contexto de una mayor pugna de China contra Estados Unidos para posicionarse como superpotencia.
¿Qué herramientas utiliza China en este proceso?
Uno de los ejes fundamentales son los Institutos Confucio. Ahí no solamente se enseña chino, sino que también tienen como misión profundizar las relaciones culturales con los distintos países. Vemos también que hay planes de enseñanza del chino mandarín en los colegios y hermanamientos entre ciudades latinoamericanas y chinas. En medios latinoamericanos vemos páginas enteras dedicadas a China, pagadas por el gobierno chino.
¿Cuál es el objetivo? ¿Es influenciar sobre la cultura local?
El objetivo no es cambiar la cultura local, sino cambiar las percepciones de los latinoamericanos con respecto a China. Y que las percepciones, por supuesto, sean positivas. Por eso, un punto clave también es la cooperación a nivel gubernamental, de los partidos políticos, de las organizaciones culturales, de los colegios y universidades. También es importante en esta influencia blanda el papel que desempeñan las comunidades chinas instaladas en los distintos países, las cuales han crecido exponencialmente en los últimos 10 años.