El Vaticano planea mantener abiertas las vías de diálogo con Rusia, aunque hacerlo “apeste”, dijo el Papa Francisco el jueves.
El pontífice habló detalladamente sobre la guerra en Ucrania y la necesidad de paz durante una conferencia de prensa mientras viajaba a casa desde Kazajistán. Francisco había visitado la antigua república soviética para participar en una conferencia de paz interreligiosa que, en su comunicado final, pidió a todos los líderes políticos que detengan el conflicto y el derramamiento de sangre “en todos los rincones de nuestro mundo.”
Francisco lleva tiempo pregonando la necesidad del diálogo, incluso con antagonistas y países hostiles a la Iglesia católica. Ratificó esa política en sus comentarios sobre Rusia, China e incluso Nicaragua, donde el gobierno ha reprimido a la iglesia.
“No excluyo el diálogo con ninguna potencia, que esté en guerra, aunque sea el agresor”, dijo Francisco. “Apesta, pero hay que hacerlo. Siempre un paso adelante, una mano tendida, ¡siempre! Porque, de lo contrario, cerramos la única puerta razonable para la paz”.
En este sentido, Francisco esperaba que su viaje a Nursultán, en Kazajistán, le diera la oportunidad de reunirse con el líder de la Iglesia ortodoxa rusa, que ha justificado la guerra del Kremlin en Ucrania por motivos espirituales e ideológicos. El patriarca Cirilo se retiró de la conferencia el mes pasado, pero su enviado que asistió dijo que era posible otra reunión entre los dos líderes religiosos mundiales, aunque tendría que prepararse con mucha antelación.
Al mismo tiempo, el Papa afirmó que era “moralmente aceptada” la noción de que Ucrania recibiera armas para defenderse de la invasión de Moscú. Dijo que tal defensa no sólo es correcta “sino también una expresión de amor a la patria”. Pero añadió que la motivación detrás de esa lucha es clave.
“Pero puede ser inmoral si se hace con la intención de provocar más guerras o vender armas o desechar las que ya no necesito”, comentó.
Lamentando que las guerras causen estragos en todo el planeta, recordó que cuando tenía 9 años, en 1945, aprendió el valor de la paz cuando se corrió la voz en Buenos Aires de que la Segunda Guerra Mundial había terminado.
“Y hoy veo a mamá y a la vecina llorando de alegría porque la guerra había terminado, en un país sudamericano, ¡tan lejos! Estas mujeres sabían que la paz es más grande que todas las guerras y lloraron de alegría cuando se hizo la paz”, señaló.
“No lo olvido”, destacó.