Pasado el mediodía de este Domingo de Pascua, el Papa Francisco saludó a los fieles desde en el balcón central de la Basílica de San Pedro.

La asistencia de Francisco a esta ceremonia no estaba del todo confirmada, debido a que se ha ausentado de los ritos litúrgicos de Semana Santa para guardar el reposo que le recomendaron sus doctores, tras haber pasado poco más de un mes internado a causa de una neumonía bilateral.

El Papa, sin embargo, reapareció esta jornada en una silla de ruedas y sin asistencia de oxígeno, como ha sido la tónica de sus últimas apariciones públicas. Poco antes de la ceremonia, se reunió brevemente con el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance.

Pese a que aún tiene dificultad para hablar, saludó a los fieles -“queridos hermanos y hermanas, Feliz Pascua”, dijo- e impartió la tradicional bendición Urbi et Orbi.

Luego, delegó la lectura del mensaje pascual al maestro de ceremonias, Diego Ravelli. La alocución, entre otros aspectos, abogó por el cese del fuego en Gaza, la liberación de los rehenes y el rechazo a la carrera armamentista en el mundo. Asimismo, reprobó el “creciente clima de antisemitismo que se está difundiendo por todo el mundo”.

“¡No hay paz posible sin un verdadero desarme! La necesidad que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede convertirse en una carrera general por el rearme”, subrayó.

Al cierre del discurso, Jorge Bergoglio paseó entre la multitud a bordo del papamóvil y bendijo a los bebés y niños que le acercaron.