En una nueva exhortación apostólica, difundida hoy por El Vaticano, el Papa Francisco insistió en su lucha a favor de los migrantes, al señalarle a los grandes defensores de la lucha contra el aborto que tan importante es esa batalla como la defensa de "la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte".

En el documento, titulado Gaudete et exsultate ("Alegraos y regocijaos") y publicado por el diario El País de España, el sumo pontífice asegura que su defensa de los migrantes "no se trata de un invento de un Papa o de un delirio pasajero".

"No podemos plantearnos un ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan, gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba miserablemente", señala.

En esta tercera exhortación, después de Evangelii Gaudium (2013) y Amoris Laetitia (2016), el Papa Francisco manifiesta, respondiendo a sectores más conservadores, que "es nocivo e ideológico el error de quienes viven sospechando del compromiso social de los demás, considerándolo algo superficial, mundano, secularista, inmanentista, comunista, populista. O lo relativizan como si hubiera otras cosas más importantes o como si solo interesara una determinada ética o una razón que ellos defienden".

Para Francisco el tema de la inmigración es capital en su Pontificado y es donde también ha detectado una cierta indiferencia entre los fieles y los propios religiosos que se oponen a su visión de la Iglesia. "Suele escucharse que, frente al relativismo y a los límites del mundo actual, sería un asunto menor la situación de los migrantes, por ejemplo. Algunos católicos afirman que es un tema secundario al lado de los temas «serios» de la bioética. Que diga algo así un político preocupado por sus éxitos se puede comprender; pero no un cristiano, a quien solo le cabe la actitud de ponerse en los zapatos de ese hermano que arriesga su vida para dar un futuro a sus hijos", afirma.

El Papa también ha devuelto vigor en su texto a la figura del demonio y ha descartado que se trate de "un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea". "Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos. Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios", señala el Pontífice en el último capítulo del documento.