A la espera de los primeros resultados preliminares de la elección presidencial de Argentina, donde Javier Milei, de La Libertad Avanza, Sergio Massa, de Unión por la Patria, y Patricia Bullrich, de Juntos por el Cambio, se enfrentaron este domingo en una lucha triple por lograr ganar en primera vuelta o entrar al balotaje, los candidatos acudieron a votar en distintos contextos. Los datos recopilados antes del cierre de esta edición, ya adelantaban un aumento en la participación ciudadana frente a las primarias de agosto, mientras los medios locales apuntaban a un eventual balotaje.

En alguna medida, todos contaron con cuotas de desorden, intentos por mostrarse calmos y tensiones, pero, de una u otra forma, una de ellas marcó principalmente la votación de los aspirantes a la Casa Rosada.

El caos libertario

El escenario se anticipaba caótico. El principal candidato a la presidencia de Argentina según las encuestas, el libertario Javier Milei, votaba a las 12.00 del mediodía, pero mucho antes, cerca de las 10, ya se acumulaba una masa importante de personas. Daba la impresión de que la policía local poco iba a poder hacer frente al grupo de periodistas, seguidores y curiosos que se apretaba cada vez más en las escaleras de la sede de Medrano de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN).

Varios llegaron a intentar grabar un segundo del “peluca”, como le dicen sus seguidores. Una señora de unos 70 años fotografió el padrón. Votaba en la misma mesa que el libertario, la 2228. “Es para que crean que voté en la misma mesa que Milei”, señaló. Otra de las asistentes de mayor edad lo estuvo esperando desde las 9 de la mañana. Votó, se fue a su casa y partió a esperar al libertario. Supo de Milei por los miembros más jóvenes de su familia. “Lo conocí por mi nieto. Así supimos de él los mayores”, relató a La Tercera.

El candidato a la presidencia de Argentina, Javier Milei, saluda a sus partidarios, fuera del colegio electoral, durante las elecciones presidenciales de Argentina. Foto: Reuters

Todavía faltaba al menos una hora para que llegara el candidato de La Libertad Avanza, pero ya se congregaban al menos 150 personas.

“Nunca, para ninguna elección de primera vuelta, había visto tantos medios extranjeros cubriendo la votación de un candidato. Uruguay, Chile, Brasil, Perú. Una locura”, dijo un periodista local. “Esto se acaba en primera vuelta”, apostó. Otra dijo que sólo recordaba un escenario así para los primeros años de Cristina Fernández.

Luego, llegó la oleada amarilla y morada. Al menos 100 personas, en su mayoría jóvenes, hizo su arribo al lugar de votación. A más de uno le llamaron la atención las autoridades de seguridad. Se presentaron con poleras alusivas al candidato, dólares con la cara de Milei y la candidata a la vicepresidencia, Victoria Villarruel, e incluso boletas electorales y banderas. La veda electoral corría hasta la noche del domingo.

Seguidores de Milei en las afueras del centro de votación del libertario, previo a la llegada del candidato. Foto: La Tercera.

Uno incluso llegó desde Uruguay. No vota en Argentina, pero sigue al economista en redes sociales. “Hay ambiente de primera vuelta”, aseguró. “Esto será una locura, pero vengo a ver la victoria de Milei”.

Y el vaticinio se cumplió. En un auto escoltado por seguridad privada, el vehículo avanzó entre una muchedumbre que gritaba, coreaba sus cánticos y, después, le cantó el cumpleaños feliz. Curiosamente, este domingo 22 Milei cumplió 53 años.

Ahí, el caos se apoderó del lugar. Entre empujones de la seguridad privada y pública, el candidato logró bajarse a duras penas del automóvil para ingresar al local de votación. Lo logró, pero la salida, nuevamente, fue el pandemónium.

En medio de gritos, sudor y teléfonos alzados que intentaban grabar un pixel que fuera de la frondosa cabellera del economista, Milei fue consultado por si temía la gobernabilidad. En su única respuesta relacionada con la elección, aseguró: “Para nada, estamos en condiciones de hacer el mejor gobierno de la historia”.

La calma de Bullrich

A 15 minutos en vehículo del local de votación de Milei, la candidata de Juntos por el Cambio, Patricia Bullrich, lo hacía de manera radicalmente distinta. En La Rural, en Av. Sarmiento 2704, había presencia de los medios, pero, principalmente, local. Los asistentes también se manifestaban, pero con esporádicos cánticos como “Patricia presidenta”.

Se dio el tiempo de hablar con quienes se le acercaban, y más de uno le pidió una foto. Sus votantes se veían radicalmente distintos a los de Milei, o al menos quienes se le acercaron para solicitar un retrato: eran mayoritariamente mujeres y de tercera edad. La exministra de Seguridad de Mauricio Macri dijo, en un punto de prensa posterior a votar, que “nuestro objetivo es claro: ganar la elección”.

La candidata presidencial argentina, Patricia Bullrich, se reúne con sus partidarios durante su votación. Foto: Reuters

En las afueras, Lily y Abril, madre e hija de 53 y 24 años respectivamente, miraban a lo lejos y aplaudían cuando los cánticos se animaban. Ambas votaron por la candidata de Juntos por el Cambio. “Ya basta de kirchnerismo”, dijo la progenitora a La Tercera.

Ante la compleja pregunta de un escenario hipotético en que Milei y Sergio Massa, el candidato oficialista de Unión por la Patria, pasen al balotaje, las mujeres responden sin duda, y de manera instantánea. “Voto a Milei, segura. Massa, nunca”.

Abril, estudiante de Medicina en la Universidad de Buenos Aires (UBA), reconoce que su novio, en la carrera de Economía de la misma casa de estudios, votó a Milei en primera vuelta. “Y todos sus compañeros de carrera en la UBA hicieron lo mismo”.

El tambaleo oficialista

En el peronismo, el escenario fue dispar. El tigrense Sergio Massa llegó a votar cinco minutos pasado el mediodía a la escuela primaria N° 34 Antártida Argentina, en Tigre, acompañado de su esposa y su hijo Tomás, quien también debía sufragar allí, detallaron medios locales.

2023 es el año en que Argentina cumple 40 años desde el regreso de la democracia, lo que fue citado por el ministro de Economía del actual Presidente, Alberto Fernández. “Hoy es un día que nos obliga a trabajar pensando en la consolidación de 40 años de democracia. Nos obliga a concurrir pensando en el futuro de la Argentina con la convicción de que tenemos una enorme tarea desde el 10 de diciembre, gobierne quien gobierne, para resolver un sinnúmero de problemas. Ese es el desafío para las distintas fuerzas políticas a la hora de presentar sus propuestas”, dijo a los medios presentes.

El candidato presidencial argentino, Sergio Massa, en su llegada a su sector de votación. Foto: Reuters

Tradicionalmente, el ministro-candidato siempre llegaba en la mañana a votar, cerca de las 8.30, explicaron medios argentinos. Sin embargo, esta vez arribó mucho más tarde. La fila crecía y crecía, y hubo preocupación por cómo lo haría el tigrense, relató La Nación.

Sin embargo, los organizadores señalaron que Massa prefería esperar como el resto. “Él quiere hacer la fila”, dijeron al mismo medio.

Otra tradición era la llegada al lugar con medialunas, pero, esta vez, no ocurrió. “¿No le va a llevar las facturas a la mesa?”, preguntó un periodista a un miembro del círculo interno del candidato. “No, no las quiso”, respondió.

Donde no hubo tanta calma fue en Río Gallegos, donde votó la vicepresidenta y expresidenta de Argentina, Cristina Kirchner. Votó en menos de una hora, y a la salida del local se dio un momento para hablar con medios trasandinos. Allí, dejó un mensaje duro contra su propio compañero, el Presidente Alberto Fernández.

“Yo sólo presido el Senado en un país presidencialista. La responsabilidad es del Presidente de la Nación. Yo hablé y no fui escuchada”, disparó, dando una estocada final a su compañero de fórmula, por allá en 2019, cuando llegaron a la Casa Rosada.

Su frase fue respondida por la propia candidata opositora, Patricia Bullrich, luego de votar. “Si siendo vice no es escuchada, me parece que es una excusa para no hacerse cargo de este gobierno”, replicó la exministra de Seguridad al ser consultada por lo expresado por la exmandataria.

La vicepresidenta argentina, Cristina Kirchner, saluda antes de depositar su voto durante las elecciones presidenciales de Argentina, en Río Gallegos. Foto: Reuters

Cristina Kirchner también confirmó que, si bien saldrá de la primera plana política del país, “hay que dejar de creer que se está en la política si únicamente se figura en una boleta o se tiene un cargo”.

Alberto Fernández, el aludido por su vice, mantuvo un áspero encuentro con la prensa. Consultado por una periodista sobre si tenía alguna autocrítica de su gestión, que termina el 10 de diciembre de este año con el cambio de mando, el Presidente se excusó argumentando que no podía responder “porque estamos en veda, si querés el lunes te cuento todo lo que quieras”, planteó. “Como ciudadano, soy un ciudadano”, dijo en respuesta a lo que hará tras salir de la Casa Rosada.

“¿Pero se retira totalmente de la política?”, retrucó la profesional de las comunicaciones. “Eso no importa”, dijo, con evidente molestia. “¿Otra pregunta?”, cerró.

Tanto Fernández como Kirchner decidieron no ir al comando de su candidato, Sergio Massa, detalló la prensa local.

A la hora del cierre de esta edición, todavía no había resultados preliminares de la primera vuelta en Argentina, pero los índices de participación entregados a las 18.00 alcanzaban el 74% del padrón electoral, superando las cifras de las Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13 de agosto (70,43%), según informó la Cámara Nacional Electoral. Pero quedó debajo del registro de 2007: un 76,2%, cuando Cristina Kirchner ganó por primera vez. De hecho, sería la participación más baja en una elección general presidencial desde el regreso a la democracia en 1983.

Aunque los resultados se esperaban para las 22.00, según La Nación crecía la expectativa para saber si habrá segunda vuelta. Cerca de Milei ya descartaban un triunfo en primera vuelta mientras que Bullrich y Massa pugnaban por meterse en el mano a mano del 19 de noviembre, indicó el periódico. En la misma línea, Clarín destacó que en los búnkeres de los tres candidatos veían “un escenario de balotaje”.