Pedro Cateriano es un reconocido abogado constitucionalista y político peruano. Su experiencia tanto como diputado y como primer ministro durante los gobiernos de Ollanta Humala (abril de 2015 a julio de 2016) y también de Martín Vizcarra (julio hasta agosto de 2020) lo ha convertido en un agudo observador de la política peruana.

Cateriano presentará hoy en la Universidad de los Andes su último libro Sin Anestesia, una década por la lucha de la democracia en Perú, un testimonio del político desde que fue diputado en la década de 1990, en el que resume mediante anécdotas la historia política de su país. De hecho, inicia su relato con su retorno a la actividad política en febrero de 2012, cuando es designado agente del Estado Peruano ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos por el caso Chavín de Huántar (la operación militar del gobierno peruano de abril de 1997 para rescatar a los 72 rehenes cautivos restantes del grupo terrorista MRTA, durante la crisis de la residencia del embajador del Japón en Lima).

“Han ocurrido cosas tan traumáticas en mi país y he participado en algunos de los casos, en un contexto de una inestabilidad política como nunca vivida en nuestra historia republicana, con tantos cambios de presidentes en el Congreso. Y creo que valía la pena hacer este esfuerzo de dejar un testimonio, sobre todo porque estamos viviendo también un momento en el cual no solo en el Perú, sino en otras partes del mundo, también hay una facilidad para falsificar los hechos o los acontecimientos a través de las redes sociales”, explica Cateriano en conversación con La Tercera sobre las motivaciones para escribir estas memorias.

En ellas también hace referencia a su experiencia como ministro de Defensa durante el gobierno de Humala, hecho que coincidió con el proceso por el diferendo por los límites marítimos con Chile en la Corte Internacional de La Haya. Cateriano cuenta detalles de la estrategia legal, así como de las mejoras que impulsó del equipamiento militar como medida disuasiva. “Fue un período muy complejo, difícil, pero que al final tuvo un buen final, porque tanto Perú como Chile acataron ejemplarmente la resolución de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Y, además, los dos países ejecutaron esa resolución con rapidez. Entonces, creo que fue un compromiso de ambos países de respeto al derecho internacional público y que, sin duda, cerró un capítulo de esta difícil relación bilateral”, añadió.

¿Cómo evalúa usted la situación política en que se encuentra Perú, en la que el Presidente Castillo ha sorteado dos mociones de vacancia y aun así persiste la crisis?

Creo que es una situación muy grave por la que está atravesando mi país. Somos una nación, en este momento, sin liderazgo político, presidida por una persona que carece de experiencia. Tiene una clara ineptitud en el manejo de la cosa pública. Esto se sabía en la campaña, no es novedad. Lo que pasa es que ya el Presidente Castillo, estando en el cargo, ha revelado una calamitosa negligencia en la administración de los asuntos del Estado. Y claro, esto ha motivado que la ciudadanía pierda la confianza en él y su palabra se haya devaluado. Porque no hay que olvidar que él durante la campaña ofreció liderar la lucha contra la corrupción y el hecho de que su secretario personal, su hombre de confianza, se haya fugado, evite la acción de la justicia, y sus dos sobrinos carnales, que también habían sido acusados de tráfico de influencias, hayan huido de la acción de la justicia agravan más su situación. Respecto del tema de los pedidos de vacancia por incapacidad moral permanente, yo sostengo mi misma posición jurídica y la explico detalladamente en el libro. Yo creo que esta es una mala interpretación de la Constitución, en el Perú no existe la revocatoria del mandato presidencial. Creo que hay que sacar este problema, es una de las reformas constitucionales que se requieren y, por lo tanto, mantengo la misma posición legal que tuve con Pedro Pablo Kuczynski y con Martín Vizcarra. Otro aspecto grave de este gobierno es el uso permanente de la mentira. El Presidente Castillo y su nuevo presidente del Consejo de Ministros en reiteradas oportunidades manifestaron que no iban a convocar a una Asamblea Constituyente y ahora han insistido en ello. Esto, naturalmente, genera un ambiente de inestabilidad política, de desconfianza y al final estamos frente a un presidente que no honra su palabra y eso es sumamente delicado.

El entonces Presidente Martín Vizcarra durante la investidura como primer ministro de Pedro Cateriano. Foto: AP

¿Cree que es necesario escribir otra Constitución en Perú?

En el Perú, como en varios países de América Latina, creemos que los problemas de miseria, de falta de educación, de agua potable, de vivienda, de una educación digna, se cambian aprobando Constituciones. Hay países que tienen récord de Constituciones y Perú tiene 12 Constituciones y hemos tenido también la dictadura militar de Juan Velasco (1968-1975), que no tuvo Constitución, suspendió la Constitución y aplicó un estatuto llamado revolucionario que, dicho sea de paso, es una dictadura que el actual gobierno y muchos de sus miembros admiran. El período de mayor crecimiento económico ha sido bajo la vigencia de esta Constitución. ¿Requiere reformas? Claro que requiere reformas. Una de ellas, por ejemplo, cerrar esta mala interpretación de la vacancia por incapacidad moral permanente, que ha permitido esta alta rotación y cambios de presidentes. Creo también que hay que restituir el Senado; la existencia de un Parlamento unicameral en el Perú ha sido algo catastrófico, desde leyes de amnistía hasta aprobaciones de último minuto, sin meditar, sin reflexionar, que han afectado al sistema. Claro que hay que hacer reformas, pero eso no implica impulsar un proyecto que viola la Constitución. El Presidente Castillo ha jurado cumplir y hacer cumplir la Constitución y, si quiere reformarla, debe cumplir lo establecido en el artículo 206 de la Constitución.

¿Cómo se explica que Perú viva en una crisis permanente?

Por varias razones. En primer lugar, no se cumple con el precepto que es distintivo de la democracia como forma de gobierno: el equilibrio entre los poderes del Estado prácticamente no existe. Lo que hay es una confrontación permanente entre el Ejecutivo y el Legislativo. Naturalmente, hay otros aspectos que han influido, como la corrupción, que ha afectado gravemente a la democracia peruana y hemos visto cómo los casos de pedidos de la justicia, de detenciones de presidentes, han ocasionado desde fugas, detenciones domiciliarias, ingresos a la prisión y hasta el caso lamentable del suicidio de Alan García. Todo esto lo explico en el libro. El mal uso de preceptos constitucionales, como el que acabamos de mencionar de la incapacidad moral permanente, y algo que también es grave es la falta de partidos auténticamente democráticos, con programa de gobierno, con ideología, con doctrina. El caso más clamoroso es el del propio Presidente Castillo. Él llega a la presidencia, por lo que en el Perú llamamos un vientre de alquiler. El señor Vladimir Cerrón lo convoca para intentar salvar la inscripción electoral, ni Cerrón ni Castillo soñaron más delirantes sueños que ganar la presidencia y ello ocurrió. Y ahora estamos pagando las consecuencias de esa irresponsabilidad. No hay que olvidar que el señor Castillo llegó al poder bajo el amparo de un partido que se define como marxista leninista y mariateguista. Esto por la influencia de José Carlos Mariátegui, ideólogo de la izquierda peruana. Entonces, si un gobierno tiene como soporte a un partido marxista leninista que no cree en la democracia como forma de gobierno, que elogia a la dictadura cubana, todo eso ayuda a ahondar la crisis política y la inestabilidad del país. Dejemos de lado la impericia para el manejo de los asuntos de Estado. Es decir, toleran los bloqueos de carreteras, la toma de minas, no actúa. La izquierda en el Perú ha sido muy hábil para gestar las protestas, los bloqueos de carreteras, las tomas de locales. Pero para solucionar esos problemas ha probado una impericia absoluta.

Manifestantes sostienen carteles durante una protesta contra el gobierno del Presidente de Perú, Pedro Castillo, exigiendo su renuncia, en Lima, el 9 de abril de 2022. Foto: Reuters

Se ha mencionado como un recurso para salir de la crisis el adelanto de las elecciones, ¿cuál es su visión sobre esto?

Yo creo que el pedido de renuncia al cargo del Presidente Castillo es un acto constitucional, a diferencia de la vacancia por incapacidad moral. Creo que ya no solamente la ineptitud, la irresponsabilidad con la que ejerce el cargo, lamentablemente su falta de preparación y los escándalos de corrupción en los que están metidos él y sus más cercanos colaboradores motivan a que ya un sector importante de la ciudadanía pida a su salida del cargo y se adelanten las elecciones. Pero creo que eso hay que hacerlo dentro del caso constitucional. Y el problema es si él está dispuesto a renunciar.

¿Cómo evalúa la situación que ocurre con el primer ministro Aníbal Torres, que señala que le ofreció su renuncia al Presidente Castillo y que este se la rechazó?

El caso del doctor Torres, que es bochornoso, que le dice al Parlamento -para obtener el voto de confianza- que no va a convocar una Asamblea Constituyente, le miente abiertamente, se mantiene en el cargo por temor de los parlamentarios a una disolución. Esto muestra también la compleja situación del país. Al margen de la falta de criterio que tiene el Presidente para nombrar a sus ministros, porque no tiene cuadros técnicos, no tiene dirigentes, hay que ver la calidad de personas que ha convocado. Los ministros en el Perú, hay que decirlo, no han caído por acción de obstrucción del Parlamento, sino que por la propia ineficiencia, escándalos de los propios ministros. Entonces, esta es una situación realmente crítica.

¿Cuál es su visión sobre la situación en América Latina?

En términos generales, el hecho de que tengamos mayoritariamente gobiernos democráticos es positivo, pero creo que el gran riesgo que puede afectar la estabilidad democrática en América Latina es el populismo, la tentación populista, tanto de izquierda como de derecha. Nosotros en el Perú somos expertos en el populismo: de derecha tuvimos a Fujimori y ahora de izquierda tenemos a Castillo. Entonces creo que el populismo es lo que más daño hace a la región. Y después me parece que imitar a las dictaduras de Cuba, de Venezuela y de Nicaragua, o a gobiernos autoritarios como el de Evo Morales, no es la salida. Por eso yo he sido crítico, por ejemplo en mi país, porque se pretenda imitar la experiencia de Evo Morales. No solo condeno la bochornosa vestimenta del Presidente Castillo, que usa la misma vestimenta de Evo Morales, que no tiene nada de peruana, ni ninguna tradición peruana, sino que ahora el gran argumento para el cambio constitucional tenga como pilar algunos de los aspectos de la forma de pensar de Evo Morales, me parece que es una payasada. Eso es lo que absolutamente debemos rechazar. Evo Morales no es un ejemplo de demócrata. Por el contrario, es un tipo que rompió el orden constitucional para perpetuarse en el poder.

¿Cómo ve la situación en Chile?

Yo naturalmente no intervengo en los asuntos de Chile, lo sigo con sumo interés. Lo único que yo podría decir es que observen lo que ha pasado con nosotros, la consecuencia de tener un Parlamento unicameral, lo que ha significado la aplicación de políticas populistas en el Perú de izquierda y de derecha. Nosotros ya hemos vivido la experiencia del Estado gigante, del Estado como gran actor en la economía. Esa experiencia se inició con la dictadura de Velasco, que hoy es uno de los personajes que ensalza el gobierno. ¿Pero eso cómo acabó? Acabó con la quiebra del Estado peruano, algo que es muy difícil de lograr. Reconstruir esa destrucción del Estado nos demoró 30 años, y que ahora algunos en el Perú pretendan repetir esa historia... Me parece que esos peruanos simplemente tienen una vocación suicida que nosotros debemos detener. El problema de un país no se soluciona con furia, con rabia, debe resolverse con sensatez, respetando el orden jurídico, y esa es la misión del gobernante. Parece que eso no lo entiende Pedro Castillo y eso es un ejemplo ilustrativo para no repetir.