Cuando a mediados de enero Hillary Clinton lanzó su documental Hillary, faltaban apenas dos semanas para que comenzaran las primarias del Partido Demócrata. La exsenadora no arriesgaba mucho, ya que no se presentó como candidata esta vez, y entre otras cosas afirmó que Bernie Sanders, su rival de las votaciones pasadas, “no le gustaba a nadie”.
Dos meses después, con más de un tercio de la primaria ya votada, Sanders se ha ganado el apoyo de parte importante de los demócratas, no así del establishment del que forman parte los Clinton. Ocurre que Bernie Sanders es un outsider que no forma parte del ala moderada del partido, sino que en la izquierda. Por eso, es una “amenaza” para figuras como la propia Hillary, pero también para Joe Biden, su principal rival en las primarias demócratas.
La carrera por la nominación demócrata sería finalmente entre “Crazy Bernie” y “Sleepy Joe Biden”, el “loco” y el “dormilón”, siguiendo los epítetos que a menudo usa Donald Trump para referirse a ellos por Twitter.
Las propuestas de Sanders
“Si miran los medios, estos dirán que mis ideas son muy radicales”, dijo Bernie Sanders en una entrevista para CNN la semana pasada: “¿Es elevar el sueldo mínimo a 15 dólares la hora una idea radical? ¿Es garantizar la salud de todas las personas como un derecho humano una idea radical? ¿Es enfrentar la amenaza del cambio climático una idea radical?”.
Las propuestas de Sanders se podrían resumir en los siguientes puntos: impuestos para los ricos, subir el salario mínimo, matrícula universitaria gratuita, lucha contra cambio climático y cobertura de salud para todos.
Clyde Wilcox, profesor en la Georgetown University, explica el atractivo de Sanders en este contexto: “Nuestro plan de salud pública es muy débil, y hay muchas familias de clase media que no pueden mandar a sus hijos a la universidad. El 1% más rico concentra demasiada riqueza ahora mismo, y Sanders parece estar proponiendo cosas que podrían equilibrar el país”.
Por estos motivos, y por siempre posicionarse a la izquierda del Partido Demócrata, en el cual ni siquiera milita, los candidatos más moderados alegan que Sanders y su socialismo democrático van a espantar a los votantes en caso de ser nominado en noviembre. John Pitney, profesor del Claremont McKenna College, comenta a La Tercera: “Si socialismo significa la propiedad estatal de los medios de producción, entonces el término no aplica a Sanders. Pero si hablamos de grandes programas de bienestar social, entonces sí, él es más bien un socialista democrático”.
Medio siglo en política
La carrera política de Bernie Sanders partió en 1971 la Universidad de Chicago, donde empezó a militar en la Youth People’s Socialist League, las juventudes del extinto Socialist Party of America (Partido Socialista de Estados Unidos). Se involucró en el movimiento por derechos civiles y la igualdad racial, protestando en contra de la segregación en los colegios. También participó en agrupaciones en contra de la guerra de Vietnam.
Fue alcalde de Burlington, Vermont, en 1981, y dio el gran salto 10 años después, cuando obtuvo un escaño en la Cámara de los Representantes. En 2007 fue electo senador, puesto que mantiene hasta el día de hoy. En 2016, en las primarias demócratas, peleó duramente meses la nominación demócrata a Hillary Clinton, llegando a superarla en 21 de los 50 estados. Pero finalmente perdió.
El cientista político Anthony Fowler, de la Universidad de Chicago, asegura: “Por un lado, lleva tres décadas en el Congreso, así que es difícil llamar a Sanders un ‘outsider’. Por el otro, durante gran parte de su carrera o se ha identificado con ninguno de los grandes partidos, y siempre ha tenido posiciones ‘extremas’ si se las compara con el público general y otros congresistas. Es justo decir que es ‘no tradicional’, si se lo compara con el resto”.
“Es ateo en un país de creyentes, judío en un país de cristianos y socialista en un país de capitalistas. Pero creo que puede ganar la elección, si encuentra el modo de conectar con las comunidades negras y latinas”, afirma Wilcox.
“Apasionado y carismático”
Uno de los puntos fuertes de Bernie Sanders es su personaje: a diferencia de políticos como Biden, más recatados y calmados, el discurso y el timbre de Sanders parece siempre estar enojado acusando algo. A eso se le agrega su característico pelo blanco despeinado, que ya en 2016 era un tema a discutir en los medios norteamericanos (vale la pena destacar la nota ‘Grandes momentos del pelo de Bernie Sanders’ en The Washington Post). Mucho del “loco Bernie” se cultiva en su imagen: un irascible, un tanto gruñón, señor de 78 años. “Sanders es apasionado y carismático, entiendo completamente por qué les agrada a tantos votantes liberales” remarca Fowler.
Aun así, hay quienes dicen que Sanders no es la mejor carta para evitar la reeleción de Trump. “Las encuestas muestran que el socialismo se ha vuelto más popular dentro del Partido Demócrata. Por otra parte, la mayoría de los votantes estadounidenses dicen que no votarían por un socialista. Nominar a Sanders sería un riesgo político enorme para el partido”, concluye Pitney.
Sin embargo, siguiendo las encuestas, parece que Sanders tiene no pocas chances para derrotar a Trump. De todos los estudios realizados en febrero, la página de estadísticas RealClearPolitics calculó un promedio, en el cual el candidato izquierdista vencía 49% a 44% en un potencial cara a cara en noviembre.
Hoy por hoy, Sanders corre con más ventaja que nadie en la carrera demócrata: las encuestas nacionales le dan 6 puntos de ventaja por sobre el vicepresidente de Obama, Joe Biden. Las primarias terminan en junio, y es probable que los dos candidatos peleen duramente hasta la última de sus jornadas. Pase lo que pase en los 30 estados que aún no votan, Bernie ya enloqueció a algunos cuantos.