Su interés por la política comenzó en su último año escolar, cuando fue elegido presidente de su curso. De ahí en adelante, la carrera de Pete Buttigieg fue en ascenso. En 2002 trabajó en la campaña de la excongresista Jill Long Thompson, más tarde estudió historia en Harvard -donde fue presidente del Comité Asesor Estudiantil del Instituto de Política- y entre 2004 y 2005 trabajó en la consultora estratégica internacional del exsecretario de Defensa de Estados Unidos, William Cohen. También pasó varios meses trabajando con John Kerry durante las elecciones de 2004.
Luego se graduó con honores de la U. de Oxford y en 2010 sonó para el Departamento del Tesoro en Indiana, pero finalmente no fue el elegido.
El 2011 la carrera política de Buttigieg se consolidó al ser elegido alcalde de South Bend, Indiana, con solo 29 años. Luego fue reelecto con el 80% de los votos. Y tras este meteórico ascenso, el 23 de enero anunció su deseo de convertirse en precandidato presidencial demócrata. De triunfar en las primarias de su partido, se convertirá en el primer candidato abiertamente gay a la Presidencia y si gana en 2020, sería el mandatario más joven en ocupar la Casa Blanca, con apenas 37 años.
En los últimos meses, los medios han enloquecido con Pete Buttigieg, veterano de la guerra de Afganistán y que domina siete idiomas.
En junio de 2015, el alcalde de South Bend reveló su condición gay y dos años más tarde anunció su compromiso con Chasten Glezman, un profesor a quien conoció en 2015 a través de una aplicación de celular, con quien finalmente se casó en junio de 2018.
Hoy vive en el mismo barrio en el que creció, junto a su esposo y sus dos perros, Truman y Buddy. Pertenece a la iglesia episcopal, una de las pocas iglesias cristianas que reconoce las uniones de personas del mismo sexo.
Buttigieg se desempeñó como teniente en la Reserva de la Armada de EEUU. e incluso se tomó siete meses durante su mandato de alcalde para participar de un despliegue en Afganistán.
Hace un par de décadas, la sexualidad de Buttigieg habría sido un factor decisivo en la elección, pero las encuestas sugieren que las opiniones de los estadounidenses han cambiado drásticamente en los últimos 20 años. Esos cambios, según los analistas, han abierto un espacio para que haya un candidato gay.
En 2015, una encuesta de Gallup reveló que el 74% de los estadounidenses votaría por un candidato presidencial gay o lesbiana y solo el 24% dijo que no lo haría. Según los expertos, hay cosas que podrían jugarle más en contra a Buttigieg que su orientación sexual: su juventud y su escasa experiencia en las grandes ligas de la política estadounidense.