Un ambiente más mundialero que electoral viven estos días los colombianos, en la recta final de la segunda vuelta presidencial de este domingo y en la antesala del debut de Colombia ante Japón en el Mundial de Rusia, el próximo martes. Al menos eso es lo que se percibe en Bogotá, donde el candidato de la izquierda, Gustavo Petro -que marcha segundo en las encuestas tras el uribista Iván Duque- ejerció como alcalde entre 2012 y 2015.
El bastión de Petro, como algunos catalogan a la capital colombiana, no le dio un apoyo cerrado en la primera vuelta, ya que quedó segundo con cerca de 1 millón de votos. Quien se impuso en Bogotá fue candidato de centro, Sergio Fajardo, con cerca de 1 millón 250 mil votos, mientras que Duque se ubicó en tercer lugar.
La razón del segundo puesto de Petro es clara, a ojos de los analistas. "Sin duda hay un temor por la llegada de Petro, dentro de la gente de centro también, porque tiene la imagen de ser un político testarudo que no escucha, que no le gusta el consenso" explica a La Tercera el cientista político de la Universidad del Rosario, Mauricio Jaramillo. A esto se suma su ideología de izquierda, que ha generado temor entre los ciudadanos por el posible arribo, de la mano de Petro, de un régimen de corte chavista.
El candidato presidencial del movimiento progresista, Colombia Humana, aseguró al término de su mandato como alcalde, que se cumplieron el 80% de las metas propuestas. Sin embargo, la Veeduría, el órgano de control de la gestión pública, desmintió la cifra y aseguró que solo alcanzó el 57%.
Lo que más se recuerda en su gestión es el problema que tuvo con la basura. En ese entonces, Petro denunció mafias en el negocio de recolección de basura y a fines de 2012 quiso quitarle la operación a los privados, implementando un programa público. Pero ese plan fue un completo fracaso.
Así, se utilizaron camiones que no estaban diseñados para la recolección de basura, la recogían en horarios poco habituales y los desechos se comenzaron a acumular en las calles, lo que culminó en una "crisis ambiental", y su posterior destitución del cargo, solicitada por la Procuraduría General de la Nación. Sin embargo, Petro logró volver semanas después, tras una serie de apelaciones.
Pero para la segunda vuelta, las cosas en la calle se perciben distintas, porque su enfoque social centrado en la pobreza es valorado por los bogotanos. "(La alcaldía de Petro) no fue excelente porque ninguna lo ha sido, pero tampoco fue mala", dice a La Tercera Paulina Peñaloza, docente pensionada de 61 años, quien reside en Bogotá hace 40 años. "Él tiene muy buena acogida acá en Bogotá, sobre todo en la juventud y la gente pobre", agrega.
"Cuando él estuvo hizo cosas maravillosas, a mucha gente que lo necesitaba, la gente sin techo, discapacitados, gente mayor", comenta Ana Julia Prieto, de 58 años y vendedora informal.
Para Jaramillo, el tema de la basura y lo sucedido después, incluso le hizo ganar adeptos para su carrera a la Presidencia. "Mucha gente lo consideró como una víctima y de allí me parece que empezó a surgir su candidatura como Presidente. Lo vieron como una persona a la que no dejaban gobernar, como un perseguido político. Mucha gente por solidaridad ve en él una esperanza de que una persona perseguida pueda ser Presidente", comenta Jaramillo.
Ante la consulta de cómo califica la gestión de Petro como alcalde, Nicolás Troncoso, joven de 25 años y que trabaja como asesor comercial, sostiene que "estuvo destituido, su gobierno siempre estuvo lleno de procesos, entonces no se pudo saber realmente si lo que él proponía se podía lograr o no. No estuvieron las condiciones como para calificar su gestión", afirma.