Los países fronterizos con Rusia expresaron profunda preocupación el jueves por un plan franco-alemán de reanudar las reuniones oficiales con el presidente ruso Vladimir Putin, decisión que compararon con el intento de convencer a un oso de que deje de robar miel.
La Unión Europea está profundamente dividida en su actitud hacia Moscú. Rusia es el principal proveedor de gas natural de la UE y cumple un papel crucial en una serie de conflictos internacionales y asuntos relacionados con los intereses estratégicos europeos, como el acuerdo nuclear con Irán y los conflictos en Siria y Libia.
Alemania, el peso pesado de Europa, tiene fuertes intereses económicos allí, en particular el proyecto de oleoducto submarino NordStream 2, mientras que otros países, como Francia, son renuentes a seguir librando una guerra de sanciones con Rusia por temas como el envenenamiento del dirigente opositor Alexei Navalny.
Preocupa a la UE el autoritarismo creciente de Putin y su distanciamiento de Occidente. Tanto el bloque de 27 naciones como la OTAN tienen dificultades para atraer a Rusia a la mesa de negociaciones. La reunión del presidente estadounidense Joe Biden con Putin semanas atrás fue una rara excepción.
“Tenemos que tratar con Rusia, pero con mucha cautela sobre las verdaderas intenciones del régimen de Putin”, dijo el presidente lituano Gitanas Nauseda a la prensa durante una cumbre de la UE en Bruselas, que discutirá el asunto. “Hasta ahora no hemos visto un cambio radical en el patrón de conducta de Rusia”.
“Si empezamos a acercarnos sin que haya cambios positivos en la conducta de Rusia, esto emitirá señales muy inciertas y malas, por ejemplo, a los países socios del este”, dijo Nauseda. “Me parece que estamos tratando de negociar con un oso para proteger una jarra de miel”.