Los Ponchos Rojos vuelven a la batalla. Considerados, por parte de los bolivianos, como una milicia defensora de Evo Morales, el grupo de campesinos y obreros de la combativa región de Omasuyos, al norte de La Paz, ha vuelto de nuevo a las calles para defender al exiliado mandatario.

"Bolivia ha crecido mucho con Evo Morales. Y por eso lo defendemos. Cuando el poncho rojo se enoja, se enoja, y vamos a luchar hasta las últimas consecuencias", dijo a La Tercera Walter Apaza, uno de los directivos del grupo, mientras marchaba rumbo a La Paz, para manifestarse en contra del gobierno de la conservadora Jeanine Áñez, declarada Presidenta interina el martes.

Los Ponchos Rojos quedaron fijados en el ideario colectivo boliviano en 2003, cuando salieron a combatir al Ejército, durante la "guerra del gas", que acabó con el gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada. Al menos 60 personas murieron en esos enfrentamientos que tuvieron lugar en El Alto, vecina a La Paz, desde donde ahora se vuelven a movilizar los Ponchos Rojos.

Antes de salir a marchar, se reúnen para consensuar sus reivindicaciones. Agradecen a la madre tierra, desayunan, consumen la tradicional hoja de coca, y ya están listos para bajar a marchar. "Si el país ha evolucionado como ha evolucionado, es gracias a los Ponchos Rojos. Es muy indignante lo que ha pasado ahora, pero es hora de reaccionar y levantarse. Nos vamos a movilizar los indígenas de las 36 etnias que representa Bolivia", advierte Apaza.

En 2007, los Ponchos Rojos llegaron a participar en un desfile militar comandado por Evo Morales. El líder indígena los llamó a defender la unidad e integridad de Bolivia. Algunos de ellos han sido fotografiados con viejos fusiles provenientes de conflictos de las primeras décadas del Siglo XX.

"Si quieren guerra, guerra vamos a dar. Y si quieren que metamos bala, bala vamos a meter", dice, por su parte, Percy Mamani, otro miembro de los Ponchos Rojos de Omasuyos. "Tenemos armas con las que luchar. Que no nos provoquen, porque nosotros vamos a enseñar qué es cercar un departamento (región). No tenemos miedo ni a militares ni a policías. Esto ha sido un golpe de Estado, pero aquí estamos los aimaras, los verdaderos indígenas, en pie de lucha, y no vamos a claudicar jamás", añade.

Los Ponchos Rojos se quejan, especialmente, de que los nuevos gobernantes de Bolivia despreciasen la wiphala, la enseña multicolor que representa a las naciones indígenas de Bolivia. Fue descolgada de edificios institucionales controlados por los opositores a Morales, y algunos policías se fotografiaron arrancándola de sus uniformes.

"La wiphala representa a la clase obrera y a la clase pobre, no a esos riquillos que la han quemado. Es una humillación tremenda para nosotros. Es como si a la gente indígena nos estuvieran pisando. No nos dan importancia. Si tenemos que dar la vida a costa de esto, la vamos a dar", asegura Mamani.

Las críticas van dirigidas, especialmente, al líder opositor, Luis Fernando Camacho, y a la Presidenta interina, Jeanine Áñez.

"Ella es una más de esa rosca discriminadora, racista, yanqui. A nosotros no nos representa en nada. Ha nombrado a una ministra de Cultura de pollera (el traje tradicional aimara) que supuestamente sabe hablar aimara. Pero no sabe. Ni tampoco habla ningún otro tipo de idioma nativo. Que venga a Omasuyos que nosotros le vamos a enseñar", dice Mamani.

Los Ponchos Rojos fueron creados en Achacachi, situado a unos 90 kilómetros de La Paz. En el centro del municipio hay una estatua dedicada a Túpac Katari, un aimara que se enfrentó a los españoles en el siglo XVIII y ahora da nombre a la asociación campesina del lugar.

Achacachi fue también, en los 70, una de las bases del Ejército Guerrillero Túpac Katari, en el que combatió el exvicepresidente Álvaro García Linera, asilado en México esta semana junto a Morales.

Son fervientes críticos del federalismo propugnado desde Santa Cruz, la ciudad más rica de Bolivia, y en 2007, en un acto público, degollaron a dos perros como señal de amenaza a los autonomistas. En contraste, los Ponchos Rojos destacan que sus comunidades cambiaron mucho durante el gobierno de Morales.

"Él se sacrificó por nosotros. Ha hecho un esfuerzo enorme por crear carreteras. Por mejorar las infraestructuras del campo. Y todo eso hay que aplaudirlo", señala Edgar Quispe, del comité Ad Hoc de los Ponchos Rojos de Omasuyos. Quispe agrega que no tienen armas y que los Ponchos Rojos están luchando pacíficamente.

"Vamos a exigir que Áñez llame a elecciones lo antes posible. Tienen ahora un mandato interino. Duela o no duela, tenemos que aceptarlo porque estamos ya en la transición. No creo que Evo vaya a volver. Él ya tuvo su oportunidad. Necesitamos formar un nuevo líder que direccione nuestro país", reclama. De cara a esos nuevos comicios, Los Ponchos Rojos no quieren que Carlos Mesa, el principal candidato opositor en las elecciones del 20 de octubre, vuelva a concurrir a las urnas.

Los críticos de los Ponchos Rojos señalan que ellos han recibido entrenamiento militar en Venezuela o Cuba. "Eso nos duele mucho. Es mentira. Yo no conozco ni Venezuela, ni Argentina, ni Cuba. Yo vivo de mi trabajo", descarta Apaza.