Durante los últimos años han surgido nuevos liderazgos políticos que rompen con el establishment. Entre ellos se ubican los populistas. Según una investigación del diario británico The Guardian, los partidos de esta última tendencia han triplicado su respaldo en Europa durante los últimos 20 años, lo que les ha permitido obtener los votos necesarios para posicionar a sus líderes en puestos gubernamentales y quebrar el esquema político tradicional.
Según los más de 30 expertos que participaron en la investigación, el ascenso de los populistas comenzó a fines de los 90 cuando sólo representaban el 7% del voto promedio del continente. Hoy ya suman uno de cada cuatro votos. Entre las causas que permitieron su auge en las últimas elecciones se cuentan la crisis financiera en 2008 y la crisis de refugiados en 2015.
"La adopción de políticas de austeridad fiscal por la crisis económica tensó la confianza pública en las instituciones y llevó a los votantes hacia los partidos populistas de izquierda, especialmente en el sur de Europa. Mientras que la repentina afluencia de refugiados fue explotada por la derecha populista, pero muchos de ellos son anteriores a estos acontecimientos. En Italia, Austria, Francia y Holanda los populistas de extrema derecha han existido durante décadas, lo que cambió fue su capacidad para lograr un amplio apoyo a su agenda", explicó a La Tercera, Martin Eiermann de la Universidad de Berkeley, uno de los investigadores. Y añade: "Además hay un creciente escepticismo sobre la Unión Europea y las elites políticas. Hemos sido testigos que los grandes partidos se han fracturado. La clase trabajadora votaba por los socialdemócratas y ese ya no es el caso".
Estos cambios significaron que los europeos comenzaran a votar por los populistas que hoy forman parte de los gabinetes en 11 países.
Dos casos que ejemplifican el ascenso de los populistas son Hungría y Polonia. En el primero ocurrió con la llegada del primer ministro Viktor Orbán de la mano del partido ultranacionalista y de extrema derecha Fidesz, que alcanzó el 52,7% de los votos en 2006 y que fue reelecto por segunda vez en abril. En Polonia los gemelos Jarosław y Lech Kaczyński, del partido Ley y Justicia, controlaron el gobierno de 2005 a 2010 y regresaron en 2015 con el 51% de los votos para el mandatario Andrzej Duda.
Izquierda y derecha
Hasta el momento y a pesar de su auge, los expertos no tienen una definición única sobre los populistas. Para su investigación The Guardian utilizó la definición del politólogo holandés Cas Mudde, que define al populismo como una ideología que plantea "la contraposición de un pueblo virtuoso contra una elite corrupta". Para Eiermann, los populistas de izquierda y derecha son diferentes, pero "notablemente similares entre sí".
"La preocupación es como las posiciones extremas tanto de derecha como de izquierda pueden influir en la sociedad, porque rompen la norma social, especialmente con la derecha. Cuando el mensaje antiinmigración con tintes xenófobos y racista aparece en el debate público muchos racistas salen del armario. Y es la principal diferencia, porque la nueva izquierda, que es considerada como populista, se ha visto en un dilema sobre cómo posicionarse con la cuestión migratoria", señala a La Tercera el politólogo español Jorge Galindo.
Así, la derecha populista lidera en Italia, donde gobierna con la coalición de la Liga Norte; en Francia, el Frente Nacional alcanzó el 33% en la segunda vuelta presidencial en 2017 con Marine Le Pen; y en Alemania, Alternativa para Alemania tiene más de 90 escaños en el Bundestag. En tanto, la izquierda, aunque con menor presencia, se posiciona en España, donde Podemos logró el 13,3% en 2016, y en Grecia, que es gobernada por la coalición de Izquierda Radical.
"Los votantes populistas optaron por tomar el control de la política apoyando a los candidatos más radicales. Porque los populistas están interesados en desestabilizar el status quo, incluso si sus soluciones propuestas son a menudo ridículas y, a veces, peligrosas. Así, los que piensan que el sistema está fundamentalmente dañado, podrían tolerar la xenofobia, el liberalismo, la corrupción y la deshonestidad como subproductos del cambio radical", sostiene Eiermann.
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