“Porque en la Iglesia los números no cuentan”: con esas palabras el director editorial de los medios de comunicación vaticanos, Andrea Tornielli, justificaba los motivos que llevan al Papa Francisco a dirigirse a Mongolia, en lo que sería una visita histórica al ser el primer Pontífice en pisar Ulán Bator, la capital de la nación asiática, que es la menos densamente poblada del mundo. De 3,3 millones de habitantes, el 53% de ellos son budistas, y los católicos son muchos menos: es una pequeña comunidad de 1.450 personas que apenas tiene una generación de existencia. El país tiene 25 sacerdotes (solo dos de ellos mongoles) y 33 religiosas, según el Vaticano.
El Papa Francisco llegará este viernes por la mañana a Ulán Bator, y se quedará hasta el 4 de septiembre. Antes de partir, en la Plaza de San Pedro, el líder espiritual se refirió al viaje señalando que aún si ahí la Iglesia era “pequeña en número, era viva en fe y con gran caridad”.
En medio de sus problemas de salud, tras su arribo el Papa tendrá 24 horas de descanso, comenzando sus encuentros oficiales el sábado: reuniones con el primer ministro Oyun-Erdene Luvsannamsrai, diplomáticos y miembros de la Iglesia.
De ahí, el domingo tendrá lugar un encuentro interreligioso, además de presidir una misa en un estadio cerrado de hockey sobre hielo. Se espera que a su visita lleguen católicos de países vecinos, como China y Rusia, y también de Asia central. Así, el Papa completaría su viaje apostólico número 43 desde que asumió el cargo en 2013. El diálogo interreligioso, en un país donde los católicos son minoría, contará con representantes del chamanismo, el sintoísmo, el budismo, el islam, el judaísmo, el hinduismo y otras religiones.
Respecto a Mongolia, exsatélite de la Unión Soviética que se convirtió en una democracia en 1992, el portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, señaló: “Una población apasionada, pacífica, con vocación por el multilateralismo y con ganas de conversión ecológica tras las numerosas explotaciones mineras”. Con esos temas podría haber hecho un adelanto de los temas que tratará el Papa en sus alocuciones.
Giorgio Marengo, el cardenal más joven del mundo, con 49 años, es el prefecto de Ulán Bator, y se refirió a la visita del Papa en los medios vaticanos: “Creo que ayudará especialmente a los fieles católicos mongoles a sentirse verdaderamente en el corazón de la Iglesia. A nosotros, que vivimos geográficamente en una zona muy periférica del mundo, la presencia del Papa nos hará sentir no lejanos, sino cercanos, en el centro de la Iglesia. Y luego será importante para reforzar las relaciones entre la Santa Sede y el Estado mongol, que ya son buenas”.
Creado cardenal en agosto de 2022 por Francisco, este misionero italiano, presente desde hace 20 años en Mongolia, es también el más importante responsable católico en el país.
Más allá de las fronteras mongolas, muchos analistas observan a los vecinos del país, China y Rusia, y la importancia del viaje del Papa en relación con esos países. El Vaticano, actualmente, no tiene relaciones diplomáticas oficiales con China desde hace más de 70 años, aunque en 2018 ambos Estados llegaron a un acuerdo sobre la cuestión del nombramiento de obispos, en un país con entre 10 y 12 millones de católicos. En abril, sin mediar la aprobación del Vaticano, Beijing nombró a un obispo para Shanghái, la diócesis más grande de China.
Por el lado ruso, desde el inicio de la invasión a Ucrania que el Papa ha buscado caminos para una solución pacífica del conflicto. Aparte, Mongolia es un país que mantiene relaciones bilaterales con Corea del Norte, y según Julian Dierkes, experto de la Universidad de Columbia Británica, “no tiene diferendos con sus vecinos, algo bastante raro en Asia”.
Según Paul Elie, del Centro para la Religión, la Paz y los Asuntos Mundiales de la Universidad de Georgetown, la visión a largo plazo del Vaticano es tener “una presencia en países donde no es forzosamente obvio”. “Si ir a Mongolia permite mantener la puerta abierta con toda esa región, es una visita que vale la pena y tiene relativamente pocos inconvenientes”, indicó el experto a AFP.
En este viaje, señala Amar Adiya, del Mongolia Weekly, la nación asiática ganaría como un “intermediario entre países que no se llevan”. “También reafirma las credenciales de Mongolia como una democracia tolerante en lo religioso, comparada con sus vecinos”, señaló el experto. En los últimos meses, Mongolia ha vivido un particular movimiento diplomático: en junio, el Presidente francés, Emmanuel Macron, visitó el país, mientras que el primer ministro mongol, Oyun-Erdene Luvsannamsrai, fue recibido por Joe Biden en Washington. Asimismo, una delegación de monjes budistas fue recibida el año pasado en el Vaticano, celebrando el aniversario 30° de las relaciones diplomáticas entre la Santa Sede y Mongolia.