El Presidente Donald Trump insiste en que se está cometiendo fraude electoral en Estados Unidos, sin razón aparente. La falta de un ganador inmediato no necesariamente significa que algo esté mal en el proceso. En un año profundamente afectado por la pandemia de coronavirus, millones de personas optaron por la votación por correo, lo que ralentizó la recopilación de resultados.
El suspenso se mantiene, ya que aún hay una considerable cantidad de votos por contar, y se trata de papeletas enviadas por correo que favorecerían al demócrata Joe Biden.
Sin embargo, la metodología del conteo depende de cada condado, por lo que la tendencia podría no ser tan amplia como se piensa.
En el condado de Fulton, en Georgia, el recuento de votos se vio afectado por la rotura de una tubería en una de las salas donde se almacenaban las boletas enviadas anticipadamente. Pese a que ninguno de los sobres sufrió daños, el hecho obligó a los funcionarios a cambiar la logística del procedimiento de escrutinio.
En Pennsylvania, los legisladores estatales, miembros del Partido Republicano, se negaron a cambiar la ley que prohíbe que los más de 2,5 millones de votos que llegaron por correo fueran contados antes del martes, como en otros estados.
El proceso tampoco es rápido. Los funcionarios deben verificar que cada voto esté asociado a un votante del padrón, luego se validan las boletas con los registros tal como los votos presenciales y equipos de ambos partidos comparan las firmas en los sobres. Luego los sobres se abren y el papel es extraído con procedimiento específico. Si alguna papeleta no cumple esas medidas, se envía a una investigación adicional o se comunican con el votante.
Algunas normas locales permiten empezar a procesar los votos dos semanas antes y prohibían recibir votos después del martes, con la única excepción de los que habían sido enviados desde el extranjero. Así, se esperaba que el recuento fuera relativamente expedito. Sin embargo, no fue así.