Hace un mes, el gobierno interino de Bolivia liderado por Jeanine Áñez hizo un llamado a “reflexionar” sobre las elecciones generales convocadas entonces para el 6 de septiembre, tras la suspensión de la fecha inicial programada para el 5 de mayo. Sin embargo, la pandemia, que ha provocado 69.429 contagios y 2.583 fallecidos, obligó a volver a aplazar la votación, desatando un nuevo capítulo de inestabilidad política y social en el país.

El jueves pasado, el Tribunal Supremo Electoral (TSE), ordenó llevar a cabo los comicios el próximo 18 de octubre como “fecha máxima”, para realizarlos por “respeto al mandato constitucional”, debido a que ahora no se “garantizan las condiciones adecuadas” para emitir el voto. Pero la decisión, que fue aplaudida por el Ejecutivo, fue rechazada por organizaciones sociales y por el Partido Movimiento Al Socialismo (MAS).

El movimiento cocalero, la Central Obrera Boliviana (COB) y el denominado Pacto de Unidad, exigen realizar las elecciones en septiembre y por esto convocaron para este martes a una marcha nacional para “defender la salud, la vida y la democracia”, que iniciará desde diversos puntos de Bolivia.

El ministro de gobierno, Arturo Murillo, uno de los pocos altos funcionarios que no se encuentra en cuarentena tras dar positivo de Covid-19, al igual que Áñez -que ayer recibió el alta médica-, advirtió que convocar movilizaciones es “llamar a la muerte”.

Sin embargo, desde la cuestionada elección de octubre de 2019, tras la cual Evo Morales dejó el poder entre acusaciones cruzadas de irregularidades en el proceso electoral y una rebelión militar, los conflictos internos no se han detenido, sino que solo estaban “dormidos” como efecto de la pandemia.

De acuerdo con el nuevo cronograma electoral, de “existir una segunda vuelta esta se realizaría el 29 de noviembre”. Esto permitiría que Áñez, que también es candidata por la alianza Juntos, cumpla un año en el poder sin haber sido electa en las urnas. La mandataria interina asumió el 12 de noviembre por estar en la línea de sucesión al ser la segunda presidenta del Senado.

El Ejecutivo transitorio no se cierra la posibilidad de un nuevo aplazamiento, mientras otros candidatos, como el líder de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, piden postergarlos sin fecha.

Las últimas encuestas revelan que el candidato del MAS, el exministro Luis Arce, tiene la delantera, con entre un 24% y un 26% de intención de voto; le sigue el expresidente Carlos Mesa, con entre un 26% y un 20%; y en tercer lugar Áñez, con entre 16% y un 14%.

Para el diario El País, la situación boliviana representa una “parálisis institucional”, debido a que Bolivia no ha podido salir de la crisis de octubre. En esa línea, el politólogo boliviano Marcelo Arequipa, señala a La Tercera que “en Bolivia hay una polarización fuerte, expresada en fracturas entre lo urbano y el campo, clases medias urbanas y sectores populares empobrecidos. Con el aplazamiento de las elecciones, el TSE se juega el 100% de la credibilidad y el MAS intenta responder mediante la protesta, pero no es sostenible en el tiempo”.