El itinerario incluyó una cumbre de la OTAN, una breve visita a Gran Bretaña y una última parada en la capital finlandesa para participar en una conferencia de prensa en el ornamentado Salón Gótico del palacio presidencial.
El presidente era Donald Trump y el año 2018. En julio de ese año, Trump había alterado la reunión anual de la alianza militar, criticado al primer ministro británico ante la prensa sensacionalista londinense y, en última instancia, en Helsinki, se había puesto del lado del presidente ruso Vladímir Putin al tiempo que ponía en duda a su propia comunidad de inteligencia.
El viaje del presidente Joe Biden por Europa de esta semana fue casi idéntico, pero cada parada de su gira por tres países fue un reproche tácito, y aun así indeleble, a su predecesor, quien arrasó el continente hace media década. Fue el retrato de un mandatario cuya ferviente creencia en las alianzas internacionales formará parte de sus argumentos para la reelección, sobre todo si Biden se enfrenta nuevamente a Trump y sus visiones opuestas del mundo el próximo año.
Durante la conferencia de prensa de Biden en Helsinki con la que concluyó su gira, se sintió ofendido ante una pregunta sobre si podía garantizar que Estados Unidos seguiría siendo un socio fiable en el extranjero, una pregunta que transmitía la preocupación de los aliados en torno a Trump, cuya política exterior desdeñó las mismas alianzas que Biden aprecia.
El futuro sin garantía
“Nadie puede garantizar el futuro, pero ésta es la mejor apuesta que alguien puede hacer”, dijo Biden sobre el compromiso de Estados Unidos con la alianza militar de 74 años de antigüedad. Cuando un periodista finlandés señaló que Biden había dicho que nadie podía ofrecer garantías, el mandatario respondió contundente: “Permítanme ser claro, yo no he dicho... que no podamos garantizar el futuro. No puedes decirme si vas a poder volver a casa esta noche. Nadie puede estar seguro de lo que va a hacer”.
Levantando la voz, declaró: “Estoy diciendo, con toda la certeza con la que se puede decir de la política exterior estadounidense, que seguiremos conectados a la OTAN, conectados a la OTAN, principio, medio y fin. Somos una sociedad transatlántica. Eso fue lo que dije”.
Su gira de cinco días por Europa, durante la cual visitó Gran Bretaña, Lituania y Finlandia, tenía como objetivo demostrar la fuerza de la coalición internacional contra la invasión rusa a Ucrania. Y Biden parecía confiado en haber cumplido esa misión, proclamando que él y otros dirigentes de la OTAN mostraron que la alianza militar está “más unida que nunca”.
Trump, por el contrario, a menudo se ha mostrado displicente con la OTAN. Y en su conferencia de prensa en Helsinki hace cinco años, discrepó con la conclusión de sus propias agencias de inteligencia de que Rusia se había entrometido en las elecciones estadounidenses de 2016 para su beneficio, pareciendo aceptar la insistencia de Putin de que Moscú tenía las manos limpias.
Aunque la exigencia de Ucrania de obtener una vía clara para el ingreso a la OTAN siguió siendo esquiva, Biden subrayó que los acuerdos con los países de la alianza respaldarían la seguridad a largo plazo de Kiev, incluso sin una adhesión formal. Durante una reunión con el presidente finlandés Sauli Niinistö a primera hora del jueves, Biden insistió en que Zelensky “acabó muy contento” a pesar de que expresó sus frustraciones ante la falta de un plazo claro para el ingreso de Ucrania a la alianza.