El presidente de Kazajistán, Kassym Jomart Tokayev, rechazó el viernes cualquier negociación con los manifestantes y autorizó a las fuerzas de seguridad a disparar “sin aviso previo” para poner fin a las protestas que sacuden el país.

El mayor país de Asia central ha sido escenario de una revuelta que estalló el domingo en las provincias, tras una subida del precio del gas, y se extendió a otras ciudades, y sobre todo a Almaty, la capital económica, donde las manifestaciones se convirtieron en violentos y caóticos disturbios.

Un contingente de tropas rusas y de otros países aliados llegó el jueves a esta antigua república soviética para apoyar al gobierno y proteger los edificios oficiales, junto a las fuerzas de seguridad locales.

“He dado la orden de disparar a matar sin aviso previo”, dijo Tokayev, en un discurso difundido por televisión, añadiendo que los “terroristas siguen dañando los bienes y usando armas contra los ciudadanos”.

Tokayev rechazó cualquier negociación y prometió “eliminar” a los “bandidos” que han provocado estos disturbios, que según él son “20.000″ y tenían “un plan claro”.

“¿Qué tipo de negociación se puede tener con criminales, con asesinos? Nos hemos enfrenado a bandidos armados y entrenados (...) Hay que destruirlos y es lo que haremos en poco tiempo” agregó.

Asimismo, Tokayev dio las gracias al presidente ruso, Vladimir Putin, quien “respondió muy rápidamente” a su pedido de ayuda.

“Orden restablecido”

Poco antes, el mandatario kazajo había declarado que el orden constitucional había sido “ampliamente restablecido en todas las regiones”.

Por su parte, el ministerio del Interior informó que 26 “criminales armados” murieron y 18 resultaron heridos en los disturbios. Y confirmó que todos los edificios administrativos fueron “liberados y puestos bajo mayor protección”, con 70 puntos de control instalados en el país, según un comunicado.

En Almaty, donde los disturbios fueron más violentos, “las fuerzas de seguridad y las fuerzas militares (...) garantizan el orden público, la protección de las infraestructuras estratégicas y la limpieza de las calles”, añadió.

Los disturbios, que causaron decenas de muertos y más de un millar de heridos según las autoridades, continuaron el jueves en Almaty, donde se oyeron disparos.

Hasta la fecha, 18 miembros de las fuerzas de seguridad han muerto y 748 quedaron heridos. Unas 3.000 personas fueron detenidas, según las últimas cifras de la televisión.

En los disturbios fueron saqueados locales de varias cadenas de televisión, e incendiadas la alcaldía de Almaty y la residencia presidencial, cuya fachada estaba ennegrecida por las llamas.

La intensidad y el carácter súbito de estos disturbios han causado impacto en Kazajistán, país de 19 millones de habitante, rico en recursos naturales y reputado por su gobierno tan estable como autoritario.

Las autoridades intentaron inicialmente calmar a los manifestantes, sin éxito, al conceder una baja del precio del gas, destituyendo al gobierno e instaurando un estado de emergencia y un toque de queda nocturno en todo el país.

“Pacífico”

“Al principio todo fue pacífico, pero luego las voces pacíficas fueron suplantadas por los llamados a la violencia de los provocadores”, opinó el viernes el responsable de la administración presidencial, Dauren Abayev, citado por la agencia Ria Novosti.

Según él, la muchedumbre “estaba dirigida por bandidos y terroristas armados”, y los primeros se libraban a saqueos y los segundos “a ataques” para hacerse con armas de fuego.

Al margen del alza de precios, la cólera de los manifestantes estaba dirigida contra el expresidente Nursultán Nazarbáyev, de 81 años, que dirigió el país de forma autocrática desde 1989 a 2019, y conserva una gran influencia. Es además considerado el mentor del actual presidente.

La ONU instó el jueves a todas las partes en Kazajistán a “abstenerse de cualquier violencia”, y Estados Unidos pidió una “solución pacífica”.

Washington también advirtió el jueves a las tropas rusas desplegadas en Kazajistán que no intenten tomar el control de las instituciones de la antigua república soviética, asegurando que el mundo estará atento ante posibles violaciones de derechos humanos.