El Presidente salvadoreño Nayib Bukele asumirá el sábado un segundo mandato consecutivo para extender a una década su período que inició a mediados de 2019, con el desafío de mejorar los niveles de pobreza y las finanzas públicas del país más pequeño de Centroamérica.
A principios de febrero, Bukele arrasó en las presidenciales con el 84.6% de los votos, pese a los reclamos de sus opositores y algunos miembros de la comunidad internacional que denunciaron los comicios asegurando que la Constitución del país prohíbe la reelección inmediata.
La popularidad de Bukele, un controversial expublicista de 42 años de edad, fue catapultada por una guerra contra las pandillas que le permitió reducir el número de homicidios en dos años en 87% tras la implementación de un estado de emergencia que ha colocado al país entre los más seguros del mundo.
A pesar del amplio respaldo a la medida, la debilitada oposición y diversos organismos de derechos humanos han criticado asegurando que capturó -a veces sin pruebas- al 2.5% de la población adulta del país.
Con vecindarios más seguros, ahora la principal preocupación de la mayoría de los seis millones de salvadoreños es el incremento del costo de vida y del desempleo, que han llevado la pobreza a niveles no vistos en más de un lustro.
En la última década, la pobreza se redujo en El Salvador desde niveles cercanos al 50% hasta llegar al 30% en 2019, cuando asumió Bukele. Sin embargo, el joven Mandatario ha tenido dificultades para seguir reduciendo la incidencia y el año pasado subió al 30.2% de la población.
“Los impactos de las políticas o de las decisiones que el Gobierno toma a nivel macroeconómico, sobre todo las que tienen que ver con reducir gastos sociales para poder pagar deuda o para reducir el déficit fiscal, terminan generando una situación crítica a las mujeres y a los hogares del área rural”, opinó la economista Julia Evelyn Martínez.
Finanzas Públicas
En 2021, Bukele sorprendió a propios y extraños al anunciar que El Salvador adoptaría el bitcóin como moneda de curso legal en paralelo al dólar estadounidense.
Pero el proyecto no despegó como se esperaba y hasta podría estar perjudicando las posibilidades del país de recibir una necesaria inyección de efectivo del Fondo Monetario Internacional (FMI), en momentos en que la economía registra el crecimiento más lento de Centroamérica y la deuda pública alcanzó un récord de tres décadas en 2022.
“Si bien en los últimos años la deuda ha disminuido, todavía es superior a los niveles previos a la pandemia y la posición fiscal del país continúa siendo frágil”, dijo el Banco Mundial.
“El Gobierno enfrenta presiones de liquidez y tiene pocas alternativas de financiamiento”, agregó el organismo.
Desde que Bukele asumió la presidencia, la deuda pública de El Salvador se ha venido incrementando. Al cierre de 2023, la deuda pública total del país centroamericano llegó a 20,000 millones de dólares. De ellos, 12,000 millones corresponden a deuda externa.
Sin embargo, las cuentas no incluyen la deuda estatal con los fondos privados de pensiones de casi 10,000 millones de dólares. En un intento por aminorar la curva de vencimientos de sus obligaciones, en los últimos años, el país recompró bonos.