"Todos debemos restablecer los estándares éticos y morales para reconstruir la nación"; "no podemos permitir ideologías que destruyen nuestros valores"; "la corrupción, privilegios y ventajas deben terminar", fueron algunas de las frases que mencionó el recién asumido Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro (64), el 1 de enero de 2019. Su discurso prometía la reconstrucción de Brasil, de un "pueblo (que) empezó a liberarse del socialismo, de la inversión de valores, del gigantismo estatal y de lo políticamente correcto", y una nueva forma de gobernar. Sin embargo, a un año de su asunción, las cifras muestran un creciente descontento ciudadano con lo que ha sido su gestión. En diciembre, solo el 29% de los brasileños dijo tener una evaluación "óptima o buena" del gobierno de Bolsonaro.

Al final de su primer año de mandato, el jefe de Estado brasileño está peor calificado que los expresidentes Fernando Henrique Cardoso (41%), Luiz Inácio Lula da Silva (42%) y Dilma Rousseff (59%).

Las expectativas eran importantes y los desafíos se han enfocado en la economía y la seguridad pública. La promesa de "mejorar la economía, la "mano dura" contra el crimen, y el fin de la corrupción fueron unos de sus principales pilares de campaña. Sin embargo, un año más tarde, la evaluación de los expertos frente a su gestión es tibia.

"A medida que el miedo antipetista se estabiliza, los partidarios de Bolsonaro comienzan a mirar al propio gobierno. Y en seguridad y en economía, el gobierno no ha cumplido con sus agendas: la crisis sigue afectando a las familias y la inseguridad pública sigue siendo alta. Agregue a eso los escándalos de corrupción que involucran al hijo mayor (Flávio) y la esposa del Presidente (Michele). Muchos de los que votaron y lo apoyaron para luchar contra el PT ya no lo apoyan al ver estos problemas", explica a La Tercera la politóloga brasileña Camilla Gerardello.

Para el analista de la Universidad Mackenzie de Sao Paulo, Rodrigo Augusto Prando, "la síntesis de este gobierno ha sido la lenta recuperación de la economía y un estilo político de confrontación. Bolsonaro se enfrenta a oponentes y aliados, internos y externos, reales e imaginarios. Su baja aprobación demuestra que busca tensar las relaciones con los actores políticos, las instituciones y la sociedad".

Así, el excapitán de Ejército no ha podido llevar a cabo la mayor parte de sus principales políticas, que han sido frenadas en el Congreso, donde no tiene suficiente apoyo para garantizar el éxito de sus propuestas. "El Presidente comenzó el gobierno hablando de una nueva política, en contra del presidencialismo de coalición, una de las características de todos los gobiernos brasileños de la nueva república, pero no tiene una base suficiente de apoyo del Congreso", dice a La Tercera Soraia Marcelino, académica de la Universidad Federal Fluminense.

Según explica Marcelino, de las 40 propuestas presentadas por Bolsonaro al Congreso en el primer semestre, solo seis fueron aprobadas. De los 14 proyectos de ley enviados al Congreso, prácticamente en ninguno de ellos se ha avanzado. Por ejemplo, la ley de directrices presupuestarias está estancada.

En materia de seguridad pública, el ministro de Justicia, Sergio Moro, envió un proyecto al Congreso con una serie de medidas controvertidas y polémicas, que se discutió durante meses hasta su aprobación en diciembre. Sin embargo, muchas de las propuestas fueron rechazadas por el Parlamento, como la que eximía de castigo a los policías que provoquen bajas en situaciones de "miedo justificado, sorpresa o violenta emoción".

Finalmente, un día antes de Navidad, Bolsonaro sancionó su paquete anticrimen aunque con algunos vetos.

Triunfo en pensiones

Pero Bolsonaro sí se anotó un triunfo importante con la aprobación de la reforma de pensiones que permitirá implantar una edad mínima de jubilación y supondrá un ahorro a las arcas públicas de unos 800.000 millones de reales (US$ 197.000 millones) en una década. La medida era esperada por el gobierno y el sector financiero, ya que busca impulsar el débil crecimiento económico.

Sin embargo, el Presidente logró aprobar la reforma de pensiones a través de la iniciativa de la legislatura y la distribución de enmiendas parlamentarias. "El documento final recibió una serie de enmiendas de la legislatura y no incorporó algunas medidas recomendadas por el ministro de Economía, como el modelo de capitalización inspirado en el modelo chileno", indica Marcelino, y agrega que "aunque los ahorros esperados de la reforma son inferiores a los previstos por el gobierno, esto puede considerarse una victoria en su agenda".

Confrontación

Para las elecciones de 2018, Brasil se enfrentó a un escenario sumamente polarizado, el cual aún se mantiene, en parte motivado por el propio Presidente. Su carácter confrontacional, especialmente en redes sociales, hace sostener a muchos analistas que Bolsonaro aún juega a una política de campaña electoral. "El núcleo más cercano al Presidente, especialmente sus hijos, y él mismo, incitan a acalorados debates contra sus oponentes políticos, o contra cualquiera que hable críticamente sobre el gobierno. Estos discursos ya están causando descontento entre aquellos que apoyaron al Presidente actual en busca de cambios sustantivos", explica Marcelino.

Y en el ámbito internacional, Bolsonaro tampoco ha querido ocultar sus intereses ni dejar de decir lo que piensa, y se ha mostrado abiertamente cercano desde un principio a Estados Unidos y a los países ideológicamente afines. "En la primera mitad del año, intentó construir relaciones con líderes ideológicamente cercanos (líderes que también serían 'liberales en la economía y conservadores en las costumbres'). Pero a mediados de año, la agenda cambió, y también se enfocó en el Oriente, para ayudar con los problemas económicos", indica Gerardello.

Bolsonaro ha demostrado abiertamente, por ejemplo, su descontento con el recién asumido Presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien es cercano a Lula, y decidió no acudir a su asunción.

Un evento importante que puso a Brasil ante los ojos del mundo fue la Amazonía y las alarmantes cifras de incendios, que generaron la preocupación de varios líderes mundiales por sus efectos en el cambio climático. Bolsonaro buscó desacreditar a quienes difundían la grave situación en la Amazonía. "La sugerencia del Presidente francés, de que asuntos amazónicos sean discutidos en el G7 sin la participación de los países de la región, evoca una mentalidad colonial que ya no tiene lugar en el siglo XXI", declaró Bolsonaro contra el Presidente Emmanuel Macron, quien demostró su preocupación ante la situación ambiental. "Su incontinencia verbal también se observó en sus relaciones con Francia y Alemania en el episodio de los incendios forestales del Amazonas. Su posicionamiento hizo que Alemania y Noruega dejaran de invertir en el fondo de Amazonas", sostiene Marcelino.

Finalmente, para los expertos, los desafíos de Bolsonaro para su segundo año al frente del gigante latinoamericano serán reunir el apoyo del Legislativo para seguir con su agenda política, así como dejar de lado su "discurso de campaña" hacia sus rivales. Además, deberá darle legitimidad a su nuevo partido político: Alianza para Brasil.