El primer ministro británico, Boris Johnson, presentó su renuncia el jueves tras días de dimisiones que mermaron la posición del controvertido líder y le dejaron incapaz de gobernar.

“La voluntad de mi partido es que haya un nuevo líder del Partido Conservador y un nuevo primer ministro”, dijo Johnson fuera del número 10 de Downing Street. Aseguró haber nombrado un nuevo gabinete mientras sigue siendo primer ministro hasta que se elija un sucesor.

El premier accedió finalmente a renunciar después de que uno de sus aliados más cercanos, el jefe del Tesoro Nadhim Zahawi, pidiera al primer ministro que se marchara por el bien del país.

“Primer ministro: esto no es sostenible y sólo irá a peor. Para usted, para el Partido Conservador y, lo más importante, para todo el país”, dijo Zahawi en su misiva a Johnson. “Debe hacer lo correcto y marcharse ahora”.

Zahawi intervino tras la renuncia de otros dos ministros de alto nivel de Johnson y tres funcionarios de menor rango, lo que elevó a más de 50 el número de personas que han dejado el gobierno esta semana.

Johnson rechazó el miércoles las peticiones de dimisión y afirmó que tenía un mandato de los votantes para mantenerse en el cargo. Pero para el jueves por la mañana, el hombre que se había labrado una reputación por salir bien librado de controversias políticas se vio obligado a admitir la realidad de su situación.

Bernard Jenkin, legislador destacado del Partido Conservador, dijo que se había reunido el miércoles con el mandatario y le había recomendado que renunciara.

“Simplemente le dije ‘Mire, ya es sólo una cuestión de cómo se va y cómo se va. Puede irse con algo de dignidad o puede ser expulsado como Donald Trump, aferrándose al poder y fingiendo que ha ganado las elecciones cuando ha perdido”, dijo Jenkin a la BBC antes de que Johnson aceptara renunciar.

Johnson, de 58 años, se había mantenido en el puesto pese a las acusaciones de que era demasiado cercano a donantes del partido, de que protegió a aliados de acusaciones de acoso y corrupción y de que mintió al Parlamento y fue deshonesto con el público sobre las fiestas de oficina del gobierno que incumplieron las normas de confinamiento de la pandemia.

Pero las recientes revelaciones sobre que Johnson conocía las acusaciones de abuso sexual contra Chris Pincher, un legislador conservador, antes de ascenderle a un puesto de responsabilidad, habían llevado al límite al primer ministro.

Pincher renunció la semana pasada a su puesto directivo en el partido tras acusaciones de que manoseó a dos hombres en un club privado. Eso desencadenó una serie de reportes sobre acusaciones pasadas contra Pincher, y una sucesión de explicaciones cambiantes del gobierno sobre lo que sabía Johnson cuando le nombró para un puesto importante con responsabilidad sobre la disciplina interna del partido.

El secretario de Salud, Sajid Javid, y el secretario del Tesoro, Rishi Sunak, renunciaron el miércoles con minutos de diferencia por el escándalo. Los dos, miembros influyentes del gobierno, estaban encargados de abordar dos de los principales problemas que enfrenta Gran Bretaña: el COVID-19 y la crisis de coste de la vida.

Javid resumió la posición de muchos legisladores cuando dijo que las acciones de Johnson amenazaban con socavar la integridad del Partido Conservador y el gobierno británico.

“En algún momento tenemos que concluir que ya basta”, dijo a otros legisladores el miércoles. “Creo que ese momento es ahora”.

El secretario de Gales Simon Hart renunció el miércoles, mientras que el secretario de Irlanda del Norte, siguió su ejemplo el jueves y dijo al mandatario en su carta de renuncia que “hemos (...) pasado el punto de no retorno. No puedo sacrificar mi integridad personal para defender las cosas como están ahora”. Después llegó la dimisión de la secretaria de Educación, Michelle Donelan, nombrada el martes para sustituir a Zahawi.

Johnson había intentado desafiar los cálculos de gobierno parlamentario y la tradición de la política británica. Es inusual que un primer ministro se aferre al poder ante tanta presión de su propio gobierno.

El caso más similar sería el de Margaret Thatcher, la veterana primera ministra conservadora que en 1990 intentó mantenerse en el cargo, aunque su autoridad se había visto cuestionada por discrepancias sobre la relación entre Gran Bretaña y lo que ahora es la Unión Europea. Pero incluso ella decidió renunciar cuando varios ministros le dijeron que sería mejor para el partido si ella se hacía a un lado.

Johnson podría intentar mantenerse en el puesto hasta que el Partido Conservador elija un nuevo líder, un proceso que probablemente se realizará en verano. Pero algunos conservadores dijeron que debía abandonar de inmediato la sede de gobierno en el número 10 de Downing Street, para poner fin al caos que envuelve al gobierno.

George Freeman, que renunció el jueves como ministro de ciencia, tuiteó que “Boris Johnson tiene que entregar el cargo, disculparse a Su Majestad (la reina Isabel II) y recomendarle que pida un primer ministro provisional que asuma el puesto hoy para que los ministros puedan volver al trabajo y podamos elegir un nuevo líder conservador que intente reparar el daño y reconstruir la confianza”.