Miles de manifestantes han rematado siete días de marchas ininterrumpidas en la ciudad siria de Sueida, en el sur del país, con una concentración que ha desembocado en el cierre temporal de la sede en la localidad del histórico partido del Gobierno, el Baaz.
Sin embargo, una serie de protestas y huelgas en zonas controladas por el gobierno en el sur de Siria han continuado en su segunda semana, y los manifestantes cada vez tienen menos miedo de pedir la destitución del Presidente, Bashar al-Assad.
Sueida lleva años siendo epicentro del descontento de buena parte de la población siria contra la gestión del mandatario mientras medios oficialistas achacan las quejas a movimientos separatistas escondidos y alimentados por potencias extranjeras.
La localidad, uno de los bastiones de la minoría drusa en el país, está bajo control del Gobierno de Damasco pero goza de cierto grado de autonomía que ha permitido a sus ciudadanos expresar en más de una ocasión con Al-Assad, de quien denuncian su incapacidad para combinar los esfuerzos de guerra contra los rebeldes sirios con políticas económicas beneficiosas con las poblaciones marginadas del país.
El cese fulminante del entonces primer ministro Imad Jamis por las protestas de 2020 no hizo nada por mejorar la situación en Sueida, como demuestra la última serie de protestas, que además han ido acompañadas de una huelga general contra la corrupción, por la salida de las fuerzas rusas e iraníes aliadas de Damasco y por la liberación de los presos políticos, como relata la corresponsalía del medio árabe Al Arabi al Yadid.
Concentrados en la céntrica plaza de Al Karama, los residentes de Sueida han llamado también al cierre de todos los centros del Baaz en la provincia homónima de la que es capital, así como el congelamiento de los activos de todos sus representantes políticos y la retirada de todas las imágenes del Presidente Al-Assad en la ciudad, añaden por su parte fuentes de la red de activistas del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
Las protestas amenazan con propagarse tras las marchas de las últimas horas en provincias como Alepo, bajo control del Gobierno sirio, e Idlib, el último reducto de las fuerzas rebeldes en el país.