Manuel Merino, el jefe del Congreso que asumió el martes la presidencia de Perú tras impulsar la destitución del popular mandatario Martín Vizcarra, renunció este domingo en medio de multitudinarias protestas en su contra, cuya represión dejó dos muertos y un centenar de heridos.

“Presento mi renuncia irrevocable al cargo de Presidente de la República”, dijo Merino este domingo en un mensaje al país que desató el júbilo en las calles, donde miles de personas celebraron la noticia con cacerolazos y vítores.

“Ha salido un dictadorzuelo del palacio”, reaccionó Vizcarra.

Luego de una llegada al poder que sorprendió a los peruanos y agitó los temores de los mercados, el centroderechista Merino quedó arrinconado tras cinco días de protestas protagonizadas por miles de indignados en el país, principalmente jóvenes.

La represión policial, que alcanzó niveles desproporcionados por los disparos de perdigones y canicas a manifestantes pacíficos, marcó a fuego su breve y polémica gestión.

Merino ignoró las protestas y su número dos, el jefe de gabinete Ántero Flores-Aráoz, había descartado que diera un paso al costado. Pero la situación se hizo insostenible cuando el sábado en la noche el nuevo jefe del Congreso, Luis Valdez, lo instó a renunciar de inmediato.

“Le pido al señor Merino que evalúe su inmediata renuncia”, dijo en la televisión Valdez, quien había apoyado a Merino en el juicio relámpago contra Vizcarra y le había colocado la banda presidencial el martes.

De segundo plano

Tras dos décadas en un segundo plano, en las que fue representante ante el Congreso de la región norteña de Tumbes, la más pequeña de Perú y fronteriza con Ecuador, Merino salió del anonimato en septiembre al impulsar un primer proceso de destitución contra Vizcarra que no prosperó.

“Es un momento muy difícil para el país, aquí no hay nada que celebrar”, había afirmado el martes en su primer discurso como presidente, al día siguiente de la destitución de su predecesor.

Como jefe del Congreso, Merino era el primero en la línea de sucesión en Perú, que no tiene vicepresidente.

Al asumir la presidencia el martes, había asegurado que respetaría el calendario de las próximas elecciones previstas para el 11 de abril de 2021 y que dejaría el poder el 28 de julio de 2021, el día en que el mandato de Vizcarra llegaba a su fin.

El sesgo populista de las leyes económicas que el Congreso aprobó bajo su dirección en los últimos meses durante la pandemia, como autorizar el retiro de los fondos de pensiones y congelar deudas con la banca privada, despertó temores en los círculos financieros.

Además del costo del juicio político relámpago a Vizcarra, que tiene una alta popularidad pese a las acusaciones en su contra, las protestas y las dudas sobre su legitimidad resultaron ser un gran desafío para Merino.

La composición del Congreso también complicó la solidez de su gobierno, con cuatro partidos populistas rivales compartiendo el control en una compleja alianza.

Tras Vizcarra, que asumió la presidencia el 23 de marzo de 2018, a raíz de la renuncia de Pedro Pablo Kuczynski, un exbanquero acorralado por el Congreso ante denuncias de corrupción, Merino llegó al poder siendo casi un desconocido.

“De vieja escuela”

Ese ingeniero agrónomo y ganadero de 59 años había sido elegido en marzo como presidente del Congreso. Ganó entonces un escaño -con solo 5.271 votos- en los comicios legislativos extraordinarios de enero, convocados por Vizcarra tras disolver constitucionalmente el Congreso el 30 de septiembre de 2019.

Su elección como jefe del Congreso fue impulsada por la bancada de Acción Popular, formación a la que pertenece desde hace 41 años y primera minoría en la Cámara.

Pero la oportunidad de hacer historia se le presentó finalmente a Merino, casado desde hace 35 años con la maestra de escuela Jacqueline Peña, con quien tiene tres hijas.

Nacido el 20 de agosto de 1961 en la región de Tumbes, Merino fue legislador entre 2001 y 2006, y luego de 2011 a 2016, antes volver al Congreso en marzo.

“Es un típico cacique provinciano, un político discreto que ha sido elegido tres veces representante de Tumbes”, dice a la AFP el analista José Carlos Requena.

“No es un tipo que descolle, afiliado a un solo partido toda su vida, es percibido como un político tradicional, de vieja escuela”, agrega.