El PSOE ha cosechado en las elecciones autonómicas de Madrid de este martes su peor resultado histórico en esta región, lo que supone inevitablemente una derrota también para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a pesar de sus intentos de distanciarse en la recta final de la contienda electoral.
Con el 91% de los votos escrutados, la candidatura de Ángel Gabilondo, ha sacado 24 escaños y un 17% de los votos. De este modo, se han dejado en esta cita 13 escaños y más de 300.000 votos, el mayor batacazo de su historia. Y aunque de momento siguen conservando el segundo puesto en el ránking general en votos, empatan a escaños con la nueva opción que representa Más Madrid, que acaricia el ‘sorpasso’.
La cambiante estrategia electoral ideada más desde Moncloa que desde el PSM, consistente en apelar primero al centro y a los votantes de Ciudadanos, y luego fiarlo todo a la suma de las izquierdas, esgrimiendo la amenaza fascismo, finalmente ha fracaso frente a una Isabel Díaz Ayuso que roza la mayoría absoluta, y que precisamente ha centrado su campaña en erigirse como un bastión de “libertad” frente al Ejecutivo central.
El resultado del PSOE se suma además a los malos resultados cosechados por sus socios en el Gobierno central de Unidas Podemos. La apuesta del exvicepresiente Pablo Iglesias de dejar el Ejecutivo para salvar a su formación en Madrid sólo ha conseguido sumar tres diputados, quedando en quinto puesto, por detrás incluso de Vox, y 14 por debajo de Más Madrid.
Al igual que ocurrió ya en las elecciones catalanas de febrero, Sánchez y sus principales asesores de Moncloa se volcaron desde el primer minuto en la preparación de la nueva batalla electoral de Madrid, para construir a nivel autonómico una alternativa “seria” y “responsable” que lograra sacar de la Puerta del Sol a una presidenta autonómica que representa la principal oposición al Gobierno en lo que a la gestión de la pandemia se refiere, desde que estallara la crisis del coronavirus.
El propio Sánchez presentó oficialmente la candidatura de Gabilondo tras el anuncio de adelanto electoral, con el lema de ‘soso, serio y formal’; un eslogan ideado por su jefe de Gabinete, Iván Redondo, y su equipo de estrategas de Moncloa.
Así, Sánchez, arrancó en marzo la precampaña volcado con su candidato, apoyándole cada fin de semana, e implicándose en primera persona en la disputa con Díaz Ayuso. En abril multiplicó su exposición pública, con varias ruedas de prensa y comparecencias públicas, y en un encuentro informal con periodistas llegó incluso a cuestionar los datos de contagios que estaba ofreciendo la presidenta madrileña.
No obstante, una vez que empezó oficialmente la campaña el 18 de abril, Sánchez cambió también su papel. En el mitin de arranque decidió ignorar a Díaz Ayuso, y después ha limitado su participación a otros dos actos los fines de semana -el mitin de ecuador de campaña, y el de cierre-.
También cambió de estrategia del PSOE ya entrada la campaña, cuando se dieron cuenta de que apenas estaban rentabilizando su idea de pescar votos en Ciudadanos. Fue entonces cuando Gabildo decidió asumir en primera persona un giro a la izquierda y tenderle la mano a Iglesias, del que hasta entonces había regado.
Después llegaron las amenazas de muerte contra el líder ‘morado’ y algunos ministros socialistas, incluida la titular de Industria, Reyes Maroto, aspirante a ser vicepresidenta económica de Gabilondo si ganaba; amenaza que el PSOE considero un “punto de inflexión” para convertir los comicios en un plebiscito entre democracia o fascismo, que finalmente no ha movilizado al voto progresista como pensaban.
Los socialistas nunca habían bajado de los 32 asientos que sacó Joaquín Leguina en 1995, en las elecciones en las que el PSOE perdió la puerta del Sol tras 12 años de gobierno socialista, y el PP, entonces con un joven Alberto Ruiz Gallardón, comenzó su racha en Madrid que dura ya 26 años.
También ha registrado su mínimo en votos, muy por debajo de los 786.297 que sacó Tomás Gómez en las elecciones de mayo de 2011, que tuvieron lugar días después de que el movimiento 15M tomara Sol y otras muchas plazas españolas, con España en plena crisis y el sistema bipartidista comenzando su declive.
Lejos quedan los 51 escaños y el 50,7% de los votos -1,18 millones- que les dieron la mayoría absoluta en las primeras elecciones