Es una advertencia. Por mandato del Congreso y en respuesta a la injerencia rusa en las elecciones de 2016, la Casa Blanca hizo pública la lista negra de 114 políticos y 96 oligarcas que forman el núcleo duro del régimen de Vladimir Putin. Aunque el señalamiento no acarrea sanciones, representa un aviso de que, en caso de hallarse más indicios contra el Kremlin, ese grupo será el blanco de la represalia estadounidense. Putin reaccionó calificando de "acto hostil" el llamado "informe del Kremlin", tal como se denomina en Moscú la lista.
El documento "dificulta la ya difícil situación en la que se encuentran las relaciones ruso-norteamericanas", dijo Putin. "Por el momento", no obstante, Moscú se abstiene de responder, aunque estaba preparada para ello, matizó el dirigente, que atribuyó la lista a las pugnas internas norteamericanas.
En el texto están todos, menos Putin. La lista negra representa un nomenclator del poder ruso en los tiempos actuales. Figura el primer ministro de Rusia, Dmitri Medvedev, los jefes de los servicios de inteligencia, los presidentes de las grandes empresas energéticas (Gazprom y Rosneft), los principales banqueros, magnates como Roman Abramovich, dueño del Chelsea; Alisher Usmanov, con acciones en el Arsenal, Oleg Deripaska o Mikhail Prokhorov... Y, en general, todas las fortunas superiores a los mil millones de dólares.
Aunque el secretario de Prensa de Putin, Dmitry Peskov, había dicho que la lista puede perjudicar la imagen de los empresarios y políticos incluidos en ella, especialistas económicos rusos advierten que no tiene aplicación práctica. Andrey Movchan, del centro Carnegie en Moscú, afirma que el documento no supone base para las sanciones y que el ministerio de Finanzas de EE.UU. se limitó a cubrir la papeleta, recopilando los nombres de millonarios rusos citados por publicaciones occidentales y la lista de cargos oficiales rusos. En el conjunto hay gente que hace tiempo que vive fuera de Rusia y ya no son multimillonarios y gente que tiene vetada su entrada en Rusia. "No hay nada que analizar. Se pueden relajar y seguir viviendo", señala Movchan.
Posiblemente ineficaz por su propio abultamiento, la lista surge de un mandato que el Congreso impuso en agosto al Presidente Donald Trump. El objetivo era responder a la injerencia del Kremlin en las elecciones de 2016 y marcar con tinta oficial a quienes estaban en el punto de mira de EE.UU.
Fue una decisión que los parlamentarios estadounidenses adoptaron por 98 votos a favor y solo dos en contra. En el paquete también incluyeron penalizaciones a Rusia por las crisis de Ucrania y Siria, a Irán por su apoyo a actividades terroristas y a Corea del Norte por sus pruebas con misiles. Pero del conjunto, sobresalía la represalia nominal al círculo de Putin por la campaña de intoxicación contra Hillary Clinton: justo el detonante de la investigación que tiene contra las cuerdas al presidente desde el inicio del mandato.
Cualquiera que sea su aplicación práctica o psicológica en el campo internacional, el documento se transformó de inmediato en un instrumento en la pugna política interna en Rusia. Para los partidarios del Kremlin la lista resulta una oportunidad de consolidar y cerrar filas en torno a Putin., que, por todos los indicios, revalidará su cargo en las urnas gracias a una imagen de líder nacional capaz de oponerse a la supuesta hostilidad exterior. Para los sectores de la oposición, la lista supone una constatación de su visión crítica del régimen.