Misiles rusos impactaron una base militar del oeste de Ucrania este domingo, dejando a 35 personas muertas en un ataque a una instalación que es un centro crucial para la cooperación entre la capital ucraniana Kiev y los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que lo apoyan.
Los impactos marcaron una intensificación en la ofensiva de Vladimir Putin y acercaron peligrosamente el conflicto a la frontera polaca.
El ataque tan cercano a un país miembro de la OTAN elevó la posibilidad de que la alianza se vea arrastrada a participar en la guerra, y estuvo cargado de simbolismo en un conflicto que revive añejas rivalidades de la Guerra Fría y amenaza con reescribir el orden global de seguridad actual.
Más de 30 misiles crucero rusos impactaron la enorme instalación de Yavoriv, que desde hace tiempo ha sido utilizada para el entrenamiento de soldados ucranianos, a menudo con instructores de Estados Unidos y de otros países de la alianza occidental. Polonia también es una ruta de tránsito para la ayuda militar de Occidente a Ucrania, y los ataques se llevaron a cabo después de las amenazas de Moscú de ir tras esos cargamentos.
El presidente ucraniano Volodimir Zelensky llamó a la jornada un “día negro” y nuevamente instó a los líderes de la OTAN a establecer una zona de restricción aérea sobre el país, un pedido que Occidente ha dicho que podría provocar que la guerra se convierta en una confrontación nuclear.
“Si no cierran nuestro cielo, es sólo cuestión de tiempo para que los misiles rusos caigan en su territorio, en territorio de la OTAN. En las casas de los ciudadanos de países de la OTAN”, advirtió el líder ucraniano.
Más de un centenar de heridos
Además de las fatalidades, el ministerio de Defensa de Ucrania indicó que 134 personas resultaron heridas en la ofensiva.
Ina Padi, una ucraniana de 40 años que cruzó la frontera acompañada de su familia, se refugió en una estación de bomberos en Wielkie Oczy, Polonia, donde el domingo fue despertada por estallidos que hacían cimbrar las ventanas.
“En ese momento entendí que, incluso si estamos lejos de ella, (la guerra) viene por nosotros”, señaló.
Desde que iniciaron su invasión hace más de dos semanas, las fuerzas rusas han pasado apuros para avanzar en territorio ucraniano gracias a una resistencia más firme de lo anticipado que ha sido reforzada con armas de Occidente. Ante ello, las fuerzas rusas han sitiado varias ciudades y las han azotado con proyectiles, golpeando a más de 20 instalaciones médicas, lo que ha desatado una serie de crisis humanitarias.
Las Naciones Unidas han registrado al menos 596 decesos de civiles, pero se cree que la cifra real es mucho mayor, y la fiscalía general de Ucrania indicó que el número incluye a por lo menos 85 niños. El cineasta y periodista estadounidense Brent Renaud también murió el domingo. Millones de personas han escapado de sus casas en medio de la mayor guerra terrestre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
Hasta el momento han fracasado las negociaciones para establecer un cese del fuego a gran escala. El portavoz del Kremlin ha dicho que el lunes se llevará a cabo una nueva ronda de pláticas a través de una video conferencia, según la agencia noticiosa estatal Tass.
Por su parte, el presidente estadounidense Joe Biden enviará a su asesor de seguridad nacional a Roma para reunirse el lunes con un funcionario chino, en medio de preocupaciones en Washington de que Beijing esté promoviendo la desinformación rusa y pueda ayudar a Moscú a evadir las duras sanciones impuestas por Occidente.
El presidente ucraniano Zelensky, en tanto, dijo que seguirá negociando con Rusia y solicitando reunirse con su par ruso Vladimir Putin, pero hasta ahora no ha encontrado respuesta del Kremlin a sus solicitudes. Las negociaciones diarias, dijo, son necesarias para establecer un cese del fuego y más corredores humanitarios, los cuales han permitido que más de 130.000 personas salven la vida en seis días.
La base de Yavoriv se ubica a menos de 25 kilómetros de la frontera con Polonia y parece ser el blanco ubicado más al occidente que ha sido atacado en lo que va de los 18 días de conflicto.
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, tuiteó el domingo: “La brutalidad debe parar”.
La base también ha albergado ejercicios militares internacionales de la OTAN, y un alto funcionario, el almirante Rob Bauer, previamente la elogió como un símbolo “del espíritu de cooperación militar” entre Ucrania y las fuerzas internacionales.
Como tal, el sitio simboliza lo que ha sido una añeja preocupación de Rusia de que la expansión de los últimos años de la alianza de 30 naciones para incluir a exrepúblicas soviéticas sea una amenaza a su seguridad, algo que la OTAN rechaza. De cualquier forma, la percepción de Moscú de que la alianza atlántica es una amenaza es una de las justificaciones centrales para la guerra, y ha exigido que Ucrania deje de lado sus aspiraciones de integrarse a ella.
Ataques aéreos de Rusia volvieron a impactar el aeropuerto de Ivano-Frankivsk, otra ciudad del oeste de Ucrania, que se ubica a menos de 150 kilómetros (94 millas) al norte de Rumania y 250 kilómetros (155 millas) de Hungría, otros dos aliados de la OTAN.
La alianza indicó el domingo que actualmente no tiene personal en Ucrania, aunque Estados Unidos ha aumentado el número de sus elementos en Polonia. El asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, dijo que Occidente respondería si los ataques rusos cruzan las fronteras de Ucrania e impactan a cualquier miembro de la OTAN, incluso accidentalmente.
La ciudad de Leópolis se ha librado en gran parte del nivel de destrucción registrado en otros lugares más al este y el sur. Su población de 721.000 personas ha ido en aumento durante la guerra, convirtiéndose en destino de la gente que huía de las ciudades bombardeadas y lugar detránsito para los casi 2,6 millones de refugiados que han huido del país.