“Tendrán mucho que leer”. El lunes, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció que este martes se publicarían cerca de 80 mil páginas de documentos relacionados con el asesinato del presidente John F. Kennedy. El magnicidio, que tuvo lugar el 22 de noviembre de 1963, ha venido generando teorías sobre su responsable, y el secreto alrededor de las investigaciones solo ha aumentado la intriga.

En un evento en el Kennedy Center en Washington, Trump habló sobre las revelaciones, que eran parte de una promesa de campaña del republicano: “Hay un montón de cosas, y serán ustedes los que sacarán sus conclusiones. También indicó que las páginas que se publiquen no tendrán censuras.

“Tenemos una enorme cantidad de papeles”, comentó Trump en el recinto que lleva el nombre del expresidente demócrata. “Tendrán mucho que leer. Le dije a mi equipo: ‘Simplemente no tachen nada. No pueden tachar’”. El mandatario republicano también ha prometido publicar documentos sobre los asesinatos de Martin Luther King Jr. y del senador Robert F. Kennedy, ambos asesinados en 1968. Respecto a esas revelaciones, sin embargo, el presidente ha dado más tiempo para que ocurran.

Imagen del atentado contra John F. Kennedy.

Durante su primera semana en el cargo, Trump firmó una orden ejecutiva que pedía la desclasificación de los archivos de JFK, y también de aquellos relacionados con los asesinatos de su hermano, el senador Robert F. Kennedy, y el ícono de la lucha por los derechos civiles, Martin Luther King Jr. La orden daba al director de inteligencia nacional y al fiscal general 15 días para presentar un plan al presidente, en miras a la “divulgación completa y exhaustiva de los registros” relacionados con el asesinato de Kennedy.

El mes pasado, el FBI anunció haber descubierto aproximadamente 2.400 registros relacionados con aquel asesinato, durante una búsqueda derivada de la acción ejecutiva que Trump ordenó. La oficina afirmó que los documentos, que han sido inventariados y digitalizados, “previamente no se habían reconocido como relacionados con el expediente del asesinato de JFK”.

La publicación de estos documentos le ha dado mucho trabajo a la inteligencia norteamericana: el Departamento de Justicia llamó a una revisión “urgente” por abogados, de los miles de documentos de la colección. Christopher Robinson, funcionario de la División de Seguridad Nacional, anunció que “todos” los abogados que trabajan en la Sección de Operaciones de la Oficina de Inteligencia recibirán la orden de revisar entre 400 y 500 documentos cada uno, según un correo electrónico enviado el lunes por la noche y visto por Reuters. Los abogados de aquella oficina normalmente se ocupan de asuntos de seguridad nacional.

Robinson impuso como plazo el mediodía de este martes para completar la revisión. Esto incluye documentos relacionados con los asesinatos de JFK, así como de Robert F. Kennedy, Martin Luther King Jr. y “posiblemente otros”.

El magnicidio de JFK, que tuvo lugar el 22 de noviembre de 1963, ha venido generando teorías sobre su responsable.

El asesinato de JFK ha sido atribuido a un único pistolero y autor físico, Lee Harvey Oswald. El Departamento de Justicia y otros organismos del gobierno norteamericano han ido reafirmando esta conclusión década tras décadas. A pesar de eso, las encuestas muestran que muchos estadounidenses creen que la muerte del expresidente en Dallas fue el resultado de una conspiración.

Los expertos dudan que la nueva información cambie los hechos subyacentes del caso: que Lee Harvey Oswald abrió fuego contra Kennedy desde una ventana, en el sexto piso de un edificio, mientras la caravana presidencial pasaba por una autopista de Dallas.

“La gente que espera grandes cosas casi con toda seguridad quedará decepcionada”, señaló a Reuters Larry Sabato, director del Centro de Política de la Universidad de Virginia, autor de un libro sobre el asesinato. Dijo que algunas de las páginas podrían ser simplemente la publicación de material previamente publicado, en el que se habían editado algunas palabras.

El asesinato de JFK ha sido atribuido a un único pistolero y autor físico, Lee Harvey Oswald.

Los textos a publicar pertenecen al fondo de documentos que se creó en 1992, cuando el Congreso promulgó la Ley de Recopilación de Registros del Asesinato del Presidente John F. Kennedy. Esta ley exigía que todo el material relacionado con el asesinato se mantuviera en una única colección dentro de los Archivos Nacionales y se hiciera público.

Aunque el presidente Trump insista en su voluntad para descalificar los documentos, la verdad es que esa ley ya dejaba un plazo de 25 años para procesar y divulgar los documentos, con algunas excepciones. El mismo Trump, en 2017, no permitió la publicación total de los documentos.

Los Archivos Nacionales han puesto a disposición del público material relacionado con el asesinato de Kennedy durante las últimas tres décadas, y el último lote se divulgó en agosto de 2023. La agencia dijo en diciembre de 2022 que más del 97% del total de los materiales disponibles se habían hecho públicos.

Lee Harvey Oswald abrió fuego contra Kennedy desde una ventana, en el sexto piso de un edificio, mientras la caravana presidencial pasaba por una autopista de Dallas.

Un año después del asesinato de Kennedy, la Comisión Warren, que el presidente Lyndon B. Johnson creó para investigar el caso, concluyó que Oswald actuó solo y que no había evidencia de una conspiración que lo hubiera motivado a actuar. Esto no detuvo las teorías conspirativas al respecto, que iban desde la idea de un ataque ruso hasta acusaciones de que la CIA ordenó el asesinato.

Una revelación que podrían contener los documentos es que la CIA estaba más al tanto de Oswald de lo que había revelado hasta ahora. Aún quedan preguntas sobre qué sabía la CIA sobre las visitas de Oswald a la Ciudad de México, seis semanas antes del asesinato, considerando que durante ese viaje, el atacante visitó la embajada soviética.

Hay pruebas sólidas de vínculos entre Oswald y la KGB en documentos ya publicados. Uno muestra que Oswald se comunicó con un oficial de la KGB mientras estaba en la embajada soviética en septiembre de 1963, dos meses antes del tiroteo.