Desde el 5 de noviembre, día de las elecciones estadounidenses, hasta ahora el mundo ha empezado a tener mayor claridad sobre qué cosas podrá generar el segundo gobierno de Donald Trump. Tanto en migración como en relaciones internacionales, distintos actores ven con preocupación las declaraciones del presidente electo, que este lunes regresa a la Casa Blanca con la promesa de expulsar a miles de migrantes indocumentados e imponer nuevos aranceles a China, México y Canadá, entre otras medidas.

Migración

La promesa símbolo del primer gobierno de Trump, el muro en la frontera con México, tiene su secuela en lo que será el segundo gobierno del republicano: esta vez, como ha dicho el presidente electo en reiteradas ocasiones, se tratará de una “deportación masiva”, que llegará “tan lejos como permita la ley”.

Esta medida, que se podría traducir en al menos un millón de expulsiones al año, sería el primer asunto que concretaría Trump una vez sentado en el Salón Oval. Más allá de la promesa, los dos funcionarios que nombró para aquello, Stephen Miller y Thomas Homan, son partidarios radicales de la expulsión de inmigrantes que no tengan documentos.

En diálogo con La Tercera, el cientista político del Claremont McKenna College, John Pitney, señaló que “la administración de Trump empezará deportando a las personas indocumentadas que tengan sentencias criminales, además de otras que sean consideradas una amenaza para la seguridad pública”.

Aun así, no se trataría de una operación sin costos. “Sacar a un millón de personas podría significar un gasto enorme para el gobierno federal, y llegaría a imponer un costo gigante para algunas industrias como la agricultura”, señaló.

El encuestador John Zogby, de Zogby Strategies, señala otras medidas domésticas que tomaría el inquilino de la Casa Blanca. “Se prevé una fuerte actividad en la frontera, con el aumento de personal y deportaciones masivas. Trump también intentará anular muchos de los mandatos de Joe Biden sobre el medio ambiente, la condonación de préstamos estudiantiles y los inmigrantes ilegales”, apunta.

Desde el Centro de Estudios Migratorios de Nueva York, el investigador Kevin Appleby comenta a La Tercera que “lo más probable es que Trump vuelva a instalar el mandato ‘Quédate en México’, cercando la frontera, reordenando las prioridades de las policías, prohibiendo la entrada a originarios de países de mayoría musulmana y deteniendo el programa de reasentamiento de refugiados”.

De todos modos, para Appleby un millón de personas es demasiado. “Es poco probable que Trump pueda deportar a un millón de inmigrantes en el primer año, ya que necesitaría recursos y la plena cooperación de las fuerzas del orden

locales y del Ejército. Lo que quiere es que la gente se autodeporte. Habrá mucho ruido y furia, pero eso no significa que vaya a deportar a un millón. Con el tiempo, si consigue financiamiento, las cifras aumentarían”, predice.

Donald Trump y Elon Musk. Foto: Reuters.

Elon Musk

No es ni ministro ni secretario, pero el hombre más rico del mundo hizo una apuesta fuerte en la campaña de Trump, y durante todo el período de transición Elon Musk ha acompañado al presidente electo, proponiendo nombres para los cargos y peleando en X a favor del republicano.

Sin un cargo “oficial” en la administración, el dueño de Space X presume así de ser el “primer amigo”, y en honor a una criptomoneda “meme”, la dogecoin, ahora estaría a cargo del “DOGE”, la sigla ingle- sa para un inventado “Departamento de Eficiencia Gubernamental”. El objetivo de esta nueva comisión sería recortar lo más posible el gobierno federal, para que sea lo más austero posible.

“Musk va a enfocar todos sus esfuerzos en terminar con el derroche en el gobierno federal. Sin embargo, es poco probable que encuentre suficientes ‘agujeros’ que puedan hacer una reducción importante al déficit gubernamental”, opina John Pitney.

Al respecto, Zogby comenta: “Por ahora Trump ha definido un rol enorme para Musk. Otros presidentes –en particular Carter, Clin- ton y Obama– han prometido ambiciosamente reducir significativamente el tamaño del gobierno federal. Sus recomendaciones se perdieron en el Congreso, porque los recortes amenazaban a agencias, lobistas y comunidades de larga data que dependían en gran medida de programas costosos. El mismo destino le espera a Musk”.

Pero frente a la gran presencia de Musk en los medios, hay motivos de sobra para creer que la amistad con Trump pueda durar poco. “Musk tiene un ego importante, y está acostumbrado a mandar sin oposiciones. Probablemente perderá el interés y el apetito por una pelea que no se puede ganar.Y él y el presidente tienen una historia de conflicto debido a egos enfrentados. Es difícil para mí ver que esta relación funcione muy bien”, comenta Zogby.

Pitney comparte opinión en este sentido. “Musk y Trump tienen egos enormes. Se ofenden rápidamente. A ambos les gusta estar a cargo. Ambos odian escuchar que no pueden hacer lo que quieren. Es difícil ver cómo su amistad sobrevivirá por mucho tiempo”, agrega.

“Ya vemos tensiones dentro de MAGA. En el Congreso probable- mente habrá otro intento de desti- tuir al presidente de la Cámara, que solo fue reelegido por unos pocos votos. La cuestión nuevamente será llegar a un acuerdo sobre el límite de la deuda y trabajar con los demócratas”, comenta Zogby, apuntando a posibles fisuras dentro de los seguidores de Trump.

Ucrania

Cuando se dijo capaz de “acabar el conflicto en Ucrania en un día”, Donald Trump sembró el miedo en Kiev, donde se asumió la frase como una futura pérdida de apoyo norteamericano, y una obligación a ceder territorio a Rusia. En los últimos días, ya con la elección ganada, Trump ha ido bajando el tono de sus declaraciones sobre Ucrania, pero su opinión sobre Vladimir Putin y una potencial reunión con el líder del Kremlin dejan claro al presidente Voldymyr Zelensky que el apoyo de Washington no hay que darlo por sentado.

La investigadora del Wilson Center en relaciones internacionales, Kristina Lozinskaya, asegura que la guerra ucraniana será una gran prioridad para Trump, aunque no precisamente en favor de Kiev. “Aunque hace apenas unos días el equipo de Trump se retractó de su promesa de campaña de resolver el conflicto el primer día en el cargo, Ucrania puede esperar ser una de las principales prioridades, si no la principal, durante los primeros 100 días. Es posible que la ansiedad de Trump por resolver este conflicto lo antes posible conduzca a una actitud bastante descarada. Para Ucrania, esto probablemente signifique garantías de seguridad reducidas, como la denegación o retraso de la membresía en la OTAN, y el uso de la posible ayuda estadounidense como moneda de cambio para presionar por concesiones, como ceder territorios ya ocupados a Rusia”, detalla.

El profesor de ciencias políticas de la University of Mary Washington, Stephen Farnsworth, señala al respecto: “La situación futura en Ucrania es muy incierta. Los informes sugieren que Zelensky ha sido eficaz al advertir a Trump de que reducir el apoyo a Ucrania sería malo para las empresas estadounidenses, que suministran muchas de las armas utilizadas en Ucrania y reabastecen a los aliados de la OTAN, que envían su propio armamento a Ucrania. Zelensky también ha dicho que Trump no quiere que los problemas de Ucrania dañen su popularidad de la misma manera que la retirada de Afganistán dañó los índices de aprobación de Biden”. En ese sentido, habría señales de que Trump estaría reconsiderando su política sobre Ucrania, indica el experto.

Respecto a una posible reunión con Putin, el encuestador John Zogby comenta a La Tercera: “Trump intentará inmiscuirse en las negociaciones con el presidente Putin para buscar una solución diplomática y, al mismo tiempo, intentar reducir la ayuda militar a Ucrania. Esto enfrentará una fuer- te resistencia en el Congreso, incluyendo a algunos republicanos”.

Lozinskaya, por su parte, señala que aun cuando Trump se ha mos- trado abierto a la reunión con Putin, el Kremlin ha insinuado un “apoyo reservado” a la idea. “El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergey Lavrov, declaró que no hay intercambio bilateral sobre los preparativos para la reunión, pero Moscú estará esperando sugerencias. Al sugerir que ‘la pelota está en la cancha de Estados Unidos’, Moscú da a entender que también estará esperando un acuerdo más favorable que las ideas provenientes del equipo de Trump que ya ha rechazado, incluyendo el retraso de 20 años de la membresía de Ucrania en la OTAN y el mantenimiento de la paz de Reino Unido y la UE sobre el terreno”. En concreto, lo que Rusia pretendería es seguir ocupando las cuatro regiones del este de Ucrania, además de tener garantías de la fu- tura neutralidad de Ucrania.

OTAN y Europa

Sobre la relación transatlántica, Trump ha dejado clara su opinión: Estados Unidos gasta demasiado dinero en defensa, comparado con lo poco que gastan sus contrapartes europeas. Por eso mismo, según un informe del Financial Times, su equipo de transición ya informó a

los países de la OTAN que, una vez asumido el cargo, les pedirá a sus aliados que dediquen el 5% de su PIB en defensa.

Del mismo modo, Trump ha intentado encuadrar la relación en una especie de intercambio comercial, vinculando explícitamente el aumento del gasto en defensa a unas condiciones comerciales más favo- rables con EE.UU. En ocasiones anteriores Trump había dicho que para evitar aranceles adicionales, la Unión tendría que comprar más petróleo y gas estadounidenses.

Al respecto, Farnsworth dice: “Creo que la OTAN puede tomar la palabra de Trump al pie de la letra: gastar más en defensa o esperar re- laciones más difíciles con Estados Unidos. De hecho, las declaraciones de Trump como presidente electo sobre temas como Groenlandia y el financiamiento de la OTAN sugieren que será incluso más duro con la alianza de lo que fue durante su primer mandato”.

Donald Trump y Xi jinping en un encuentro en Osaka, Japón. Foto: Reuters.

China

Tanto republicanos como demó- cratas conciben a China como la gran amenaza para el liderazgo de EE.UU. a nivel global, y en términos comerciales Trump amenazó con imponer aranceles de entre el 10% y el 60% a los bienes importados desde el gigante asiático.

Al respecto, Lozinskaya comenta: “Aun haciendo una acción sin precedentes al invitar a Xi Jinping a asistir a su toma de posesión, este gesto de buena voluntad difícil- mente complementa sus otras ac- ciones, que en general sugieren una trayectoria menos favorable para la relación entre EE.UU. y China. Con la elección de funcionarios por par- te de la administración Trump, incluidos conocidos halcones respecto a China, amenazas de aranceles de más del 60% a los productos chi- nos y la imprevisibilidad general manifestada en los recientes planes de Trump para el Canal de Panamá, Groenlandia y Canadá, hay numerosas señales que no auguran nada bueno para la relación bilateral”.

“De la misma manera, las promesas de Trump de ampliar los esfuerzos para cazar espías chinos e imponiendo restricciones a los visados y a los viajes seguramente dañarán los vínculos entre ambas naciones si se concretan. Hace apenas unos días se informó que el equipo económico de Trump está considerando un aumento gradual de los aranceles, mes a mes, aunque no está claro si el plan cuenta con el respaldo de Trump o si se aplicará a China y de qué manera”, explica la experta del Wilson Center.

Presidente del American Action Forum, el economista Douglas Holtz-Eakin no espera “nada bueno” de la relación entre Washington y Beijing para estos cuatro años. “El único tema político que une a republicanos y demócratas es su desagrado por China. Consideran a China una amenaza estratégica, una amenaza militar. La consideran un mal actor en el escenario económico mundial”, dice a La Tercera.

“Por eso las sanciones económicas contra China son muy populares como una forma de castigarla por lo que considera un mal comportamiento y también de limitar su capacidad de desarrollar armas y capacidades más avanzadas. Por eso no veo ningún deshielo particular en esa relación durante los próximos cuatro años. Creo que hay una creciente preocupación internacional por la sobreproducción masiva que surge de China en algunas industrias, y es más probable que eso una a EE.UU. con otros países que cualquier otra cosa”, concluye Holtz-Eakin.