La prensa occidental hace días que insiste en el supuesto estancamiento de la ofensiva rusa en Ucrania. Una falta de resultados que habría impulsado al Presidente Vladimir Putin a iniciar una caza de brujas entre su círculo íntimo de asesores. En medio de este escenario, los reportes sobre la ausencia de la escena pública del ministro de Defensa de Rusia y comandante de la invasión, Sergei Shoigu, y la renuncia de Anatoly Chubais, el arquitecto de las reformas económicas postsoviéticas de Rusia, sólo han reforzado las especulaciones en torno a posibles quiebres al interior del Kremlin producto del rumbo de la guerra.
Al principio de la invasión, iniciada el 24 de febrero, Shoigu, de 66 años, era uno de los funcionarios rusos más visibles y era citado con frecuencia. Sin embargo, no se le ha visto en 13 días y se han mostrado imágenes y fotografías antiguas de él en la televisión, según informan los medios de comunicación de la oposición.
Sus apariciones públicas se redujeron significativamente la semana pasada, mientras que su hija menor, Ksenia, de 31 años, fue vista posando con los colores ucranianos de azul y amarillo, informó el diario británico Daily Mail.
El 18 de marzo, Shoigu fue mencionado en un informe del sitio web del Kremlin que decía que él y Putin habían discutido “el progreso de la operación especial en Ucrania” con miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Pero los videos y las imágenes no se mostraron. El mismo día, Channel One transmitió una historia sobre Shoigu entregando unos premios, pero la imagen que se utilizó en el informe era la misma que se mostró el 11 de marzo.
El círculo de Shoigu dijo que no se encontraba bien, con “problemas cardíacos”, comentó una fuente cercana al ministro de Defensa al medio de noticias de investigación Agentstvo. En junio del año pasado murió su hermana Larisa Shoigu, de 68 años, a causa del Covid-19.
Pero el Daily Mail destacó que la ausencia de Shoigu se produce después de que se revelara que Putin había iniciado una cacería de brujas entre su círculo íntimo y desconfiaba cada vez más de los aliados cercanos después de que Estados Unidos y Reino Unido recibieran filtraciones de sus planes militares.
Shoigu, de madre ucraniana y origen tuvano, una etnia túrquica siberiana, es visto como uno de los aliados más cercanos y leales de Putin. Sin embargo, el ministro de Defensa estaría entre los funcionarios que despertaron sospechas en el Kremlin. Shoigu está a cargo de la sangrienta operación militar en Ucrania que se cree ha provocado hasta ahora la muerte de cerca de 10.000 soldados rusos, como publicó brevemente el periódico pro-Kremlin Komsomolskaya Pravda el lunes, antes de borrar el artículo y republicarlo luego, pero sin incluir la referencia de las bajas.
Fuentes citadas por el Daily Mail dijeron que las filtraciones, que fueron transmitidas por Londres y Washington a Kiev, han sido atribuidas como la razón por la que los principales generales y las fuerzas de élite de Rusia han sido atacados con tanta eficacia en Ucrania.
Según el diario británico, estas mismas fuentes señalan que Putin ha sido despectivo en privado con su antiguo aliado Alexander Bortnikov, jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB), y que comenzó a hablar en reuniones con Valery Gerasimov, jefe del Estado Mayor ruso. Se ha especulado de Bortnikov como un líder suplente en caso de que Putin caiga producto de un golpe. Pero el líder del Kremlin estaría más preocupado por las pérdidas de equipo militar -por lo que ha culpado a Gerasimov- que por las bajas en el campo de batalla, de acuerdo con los reportes.
Otro blanco de la furia de Putin sería Igor Kostyukov, subjefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas, quien podría enfrentar una remoción inminente como parte de una purga más amplia. Antes de la invasión, el presidente ruso también humilló públicamente al director del Servicio de Inteligencia Exterior (SVR), Sergey Naryshkin.
Se considera que la pérdida de más de una docena de generales está relacionada con estas filtraciones en tiempo real de los movimientos de su operación militar. El experto en seguridad ruso Andrei Soldatov dijo que la contrainteligencia militar está investigando a un departamento de servicios de seguridad del FSB.
“Eso podría significar que, finalmente, la gente en Moscú comenzó a preguntarse por qué la inteligencia estadounidense era tan precisa”, dijo Soldatov a The New Yorker. “La contrainteligencia militar consiste principalmente en cazar topos e identificar las fuentes de las filtraciones”, agregó.
Alto funcionario huye del país
En tanto, en la protesta de más alto perfil de una figura rusa contra la invasión de Ucrania, Anatoly Chubais renunció a su puesto como enviado especial del Kremlin y abandonó el país junto a su esposa, según dijo una fuente a Reuters.
Chubais, que en su día fue jefe de gabinete del expresidente Boris Yeltsin, dejó su puesto como representante especial de Vladimir Putin ante las organizaciones internacionales, afirmó a Reuters una fuente conocedora de la situación.
El economista se encuentra en Turquía, donde el diario Kommersant obtuvo una foto suya frente a un cajero. “Sí, Chubais renunció al cargo por voluntad propia. Si se fue o no, es cosa suya”, admitió el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov.
La noticia había sido adelantada por Bloomberg que, citando varias fuentes, atribuyó su marcha al desacuerdo con la campaña militar lanzada contra Ucrania. Tras el inicio de la guerra, Chubais subió en Facebook una foto de Boris Nemtsov, un opositor a Putin asesinado, algo que fue interpretado como una crítica al Kremlin, aunque no había ningún comentario que acompañara la imagen y el político no ha hecho declaraciones ni antes ni después de dejar el país.
Chubais fue nombrado para el puesto, encargado de “alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible”, en 2020, días después de dimitir como director de la empresa estatal de tecnología Rusnano, que dirigía desde 2008. La fuente no precisó los motivos por los que decidió abandonar el país. Al ser consultado por un periodista de Reuters, Chubais colgó el teléfono.
Muchos rusos culpan a Chubais de haber permitido que un pequeño grupo de magnates se enriqueciera en las privatizaciones de los años 90 mientras millones de rusos quedaban sumidos en la pobreza en medio del colapso económico y la crisis.