Quién es el “Carnicero de Giles”, protagonista de una de las tramas criminales más impactantes de Argentina
Luis Fernando Iribarren fue sentenciado a la pena máxima establecido en el Código Penal del país vecino por asesinar a sus padres, hermanos y una tía. Pese a ello, fue beneficiado con salidas educativas, sin custodia, que lo motivaron a darse a la fuga a fines de agosto.
Por diez días se mantuvo prófugo uno de los mayores asesinos de la historia criminal de Argentina hasta este domingo, cuando la policía federal dio con su paradero en Villa Atamisqui, localidad emplazada en la provincia de Santiago del Estero.
Se trata de Luis Fernando Iribarren, conocido como el “Carnicero de San Andrés de Giles”, quien el 21 de agosto de 2002 fue sentenciado a reclusión perpetua por tiempo indeterminado, luego de perpetrar a fines de julio de 1986 una masacre en contra de su propia familia.
Entre las víctimas, el antisocial asesinó a su madre Marta Langebbein (42), a su padre Luis Juan Iribarren (49), a sus hermanos Marcelo (15) y María Cecilia (9). Asimismo, en agosto de 1995 mató con dos hachazos en la cabeza a su tía Alcira Iribarren que padecía cáncer.
A pesar de su peligrosidad y la magnitud de la condena que purga, el Juzgado de Ejecución Penal N° 1, de la ciudad de Mercedes lo benefició con salidas educativas, sin custodia y con el monitoreo de un geolocalizador.
Fue el 29 de agosto del año pasado, cuando el referido tribunal autorizó al condenado a asistir por sus propios medios a cursos impartidos por las carreras de Ciencias Económicas y Periodismo en la Universidad Nacional de La Plata, instancias que se realizaban los martes, jueves y viernes, de 8 a 10 horas, de 11.30 a 15.30 horas y de 18 a 20.30 horas, respectivamente.
Previamente, en mayo de 2017, el recluso había sido beneficiado con la inclusión al régimen abierto y de estímulo educativo, además, como premio por su voluntad de estudiar, se le concedió la reducción de diez meses de su pena.
Tras acudir a las actividades académicas, el recluso debía volver a la Unidad 26 Penal de la cárcel Lisandro Olmos, en la provincia de Buenos Aires, a seguir cumpliendo la condena más gravosa que establece el Código Penal Argentino. Fue en ese contexto que, el miércoles 28 de agosto, aprovechó el laxo control impuesto por la justicia transandina, y se dio a la fuga.
Según reportó el medio TN, Iribarren fue atrapado mientras caminaba junto a su perro, a unos 121 kilómetros de la capital santiagueña, tras haber viajado desde Buenos Aires en un automóvil y ser visto en una ruta de Santa Fe.
Confesión develó masacre
Fue en 1995, después de la desaparición de su tía Alcira, que vecinos de la residencia de la mujer dieron aviso a la policía por un fuerte olor que se expelía desde el patio de la referida vivienda. Tras las primeras indagaciones, se logró dar con el cuerpo de la víctima.
En ese momento, las sospechas apuntaron a Luis Fernando Iribarren, quien antes del crimen se había ofrecido a cuidar a su tía por la enfermedad que ella padecía.
Después de ser interrogado por las autoridades, el sujeto confesó su autoría en el horrendo suceso, justificando su acto al señalar que “quería aliviar el sufrimiento” de la mujer. Incluso, habría por meses cobrado la jubilación de la víctima en nombre de ella.
“No tuve el coraje de dispararle a mi tía con el arma porque me acordé de lo que les había hecho a mis padres y a mis hermanos, y no soportaría hacerlo de nuevo. Por lo que seguí buscando otro objeto. Al llegar al patio vi el hacha. En realidad, había dos hachas. Tomé la que tenía el mango más largo y me dirigí a la habitación de mi tía. Me paré al costado de la cama y le pegué dos golpes en el costado izquierdo de la cabeza”, dijo el imputado durante su declaración en el proceso judicial.
Mató a su padre, madre y hermanos
No obstante a ello, admitió también haber ultimado a disparos con una carabina calibre .22 a su madre, padre y dos hermanos menores de edad cuando todos dormían, crimen que protagonizó a mediados de 1986, en la localidad de San Andrés de Giles, y que habría sido supuestamente motivado por una discusión familiar.
“Esa noche se sentaron a la mesa para cenar menos yo, porque había discutido con mi papá. Entonces, salí a la puerta a fumar y pensar como hasta las tres de la madrugada. Maldito el momento en el que entré, ahí vi la carabina”, fue también parte de la declaración de Iribarren ante la justicia.
Una vez asesinada su parentela, enterró los cadáveres en una fosa común en un terreno familiar, los que fueron encontrados tres meses después de su confesión.
Inicialmente, el homicida había inventado que su familia lo había abandonado y que se había mudado a Paraguay.
Según consigna el medio La Nación, la masacre es comparada, por la cantidad de víctimas, al ataque del odontólogo Ricardo Barreda que, en 1992, asesinó a su esposa, a su suegra y a sus dos hijas en La Plata, siendo también condenado a la pena máxima de prisión perpetua.
No deja de llamar la atención que, pese a la pena que le fue impuesta, Iribarren tenía acceso a un celular, llegando a convertirse en tiktoker, aplicación en la que tiene casi siete mil seguidores y a la que sube videos opinando respecto a casos criminales y asuntos vinculados al derecho penal.
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