Este 28 de diciembre, tras cumplir casi ocho años de condena, Gypsy Rose Blanchard salió de la cárcel a sus 32 años, luego de haber asesinado a su madre, Clauddine ‘Dee Dee’ Blanchard.

La madre de Gypsy Rose padecía el síndrome de Munchausen por poderes, una afección psicológica en la que un cuidador hace creer a su víctima que está enferma para recibir atención.

Por años, Rose fue llevada a distintos médicos para que la trataran por afecciones que no padecía, como cáncer y distrofia muscular. Mientras esto ocurría, ambas recibían donaciones y ayuda de organizaciones benéficas.

El patrón de abuso culminó en 2015 con el asesinato a puñaladas de Dee Dee a manos de Godejohn, quien hoy tiene 34 años y cumple una condena de cadena perpetua sin derecho a libertad condicional.

Ella fue condenada a 10 años de cárcel tras alcanzar un acuerdo con la fiscalía.

Después de cumplir más del 70% de su condena, la joven salió de la Chillicothe Correctional Center, ubicada en el estado de Misuri.

En una entrevista reciente con la revista People, Gyspsy Rose dijo: “Nadie me oirá jamás decir que me alegro de que esté muerta o que estoy orgullosa de lo que hice. Lo lamento todos los días”.

Durante su tiempo en la cárcel, concedió varias entrevistas en las que detalló el comportamiento abusivo de su madre y también escribió un libro que publicará este 2024.

Gypsy Rose planeó el crimen de su madre por obligarla a fingir enfermedades durante años

La historia de Gypsy Rose

Gypsy Rose tenía tres meses de vida cuando visitó por primera vez un hospital en 1991. “Dee Dee” le dijo a los doctores que la pequeña tenía dificultades para respirar mientras dormía, por lo que tras numerosos estudios e insistencias, le diagnosticaron apneas del sueño y le recetaron un aparato para enfrentar esta condición.

Aquello no conformó a la mujer, por lo que fue sumando cada vez más síntomas a medida que visitaban a los médicos. Los controles se convertían en una rutina que marcaría la vida de su hija para siempre.

A sus 7 años, “Dee Dee” inventó que la menor sufría de alteraciones cromosómicas y una distrofia muscular, motivos ficticios por los que la obligó a sentarse en una silla de ruedas, a pesar de que sí podía caminar. Por supuesto, Gypsy Rose solo era una niña, por lo que seguía al pie de la letra todo lo que decía su controladora madre.

Gypsy Rose no tenía amigos. Tampoco salía sola de casa. Un tubo de oxígeno, una plataforma de metal y un puñado de medicamentos eran su compañía habitual cada día.

Así también no tuvo educación primaria y su madre la mantenía lejos de otras personas. De hecho, ni siquiera su padre biológico, Rod Blanchard, podía estar con ella a solas.

Tres años después, en 2001, especialistas del Hospital Universitario de Tulane la analizaron y no encontraron ninguno de esos diagnósticos, pero a su madre no le importó. Estaba convencida de que sí los tenía, aunque no tenía datos que lo respaldaran.

Durante años, ambas recibieron la ayuda de organizaciones sin fines de lucro, como Habitat for Humanity, que les construyó en 2008 una casa en Springfield, Misuri, años después de que el huracán Katrina destruyera su residencia en Slidell, Luisiana.

Vivían de ayudas sociales otorgadas por el gobierno de Estados Unidos, que además cubría los gastos de las citas médicas de Gypsy Rose.

Gypsy Rose y su madre Dee Dee.

Para cubrir sus mentiras, Dee Dee decía que los registros médicos de su hija se habían perdido durante el huracán Katrina. También le hacía tomar medicamentos que no necesitaba y le rapó la cabeza.

Es así como si un médico hacía muchas preguntas, como pasó en ocasiones, cambiaban de especialista.

A medida que pasó el tiempo, el abusó empeoró y se tornó físico. En ocasiones, la joven era golpeada y encadenada a su cama. Fue entonces cuando comenzó a darse cuenta de que no estaba enferma, como repetía su progenitora, sino que vivía en lo que ella misma describió como “una cárcel”.

Cuando Gypsy Rose cumplió 19 años, sabía que no sufría de todos esos diagnósticos y afirmaciones como que tenía la capacidad intelectual de un niño de 7 años no le parecían certeras.

El asesinato y condena

Siendo ya adulta, Gypsy Rose conoció a un chico, Nicholas Godejohn, a través de una aplicación de citas para personas cristianas. Lo hizo a escondidas de su madre, quien para ese momento ejercía un enorme control sobre ella.

Durante dos años se comunicaron a través de internet y establecieron una relación.

En 2015, los jóvenes decidieron que querían conocerse en persona, por lo que coordinaron encontrarse en una visita al cine, en la que querían que Dee Dee conociera a Godejohn y aprobara la relación.

Pero esto no sucedió. Por el contrario, la madre de Gypsy Rose se opuso. Fue entonces cuando planificaron el crimen.

Durante la noche del miércoles 10 de junio de 2015, Gypsy Rose dejó sin seguro la puerta principal de la casa en la que vivía con su madre, ubicada en Springfield, Misuri, Estados Unidos.

Nicholas Godejohn entró a la residencia y se dirigió a la pieza en la que dormía “Dee Dee” con un cuchillo en sus manos.

Sin pensarlo dos veces, se abalanzó sobre ella y le dio un total de 17 puñaladas. Mientras tanto, Gypsy Rose estaba escondida en el baño principal, tapándose los oídos para no escuchar la masacre.

La justicia le dio una sentenciada a diez años de cárcel por un asesinato en segundo gradoa Gypsy Rose, mientras que Godejohn asumió una cadena perpetua por los cargos de un homicidio en primer grado.

Ambos fueron a la cárcel, lugar en el que según revelaron los doctores, Gypsy Rose tuvo mejoras en su estado de salud. Después de todo, ahí podía caminar, relacionarse con otras personas y no estaba obligada a consumir cantidades excesivas —e injustificadas— de medicamentos. Incluso subió más de seis kilos, un cambio poco común en los reclusos.

“Sabía que no necesitaba el tubo de alimentación. Sabía que podía comer. Sabía que podía caminar. Pero le creí a mi madre cuando me dijo que tenía leucemia”, admitió la mujer en una entrevista con la cadena televisiva ABC, mientras que el autor de las puñaladas dijo a la estación de radio KOLR10 que “desearía haber sabido que era más manipulación que amor, si hubiera sabido eso, probablemente no estaría en esta situación”.

Asimismo, Gypsy Rose relató a BuzzFeed algunos detalles sobre su madre: “Con mi madre no podía caminar. No podía comer. No podía tener amigos. No podía salir afuera y jugar con amigos o cualquier otra cosa. Siento que soy más libre en la cárcel que viviendo con ella, porque ahora se me permite vivir como una mujer normal”.

Primera selfie de Gypsy en libertad